Sevilla, (EFE).- Rocío Molina, reciente León de Plata en la Bienal de Danza de Venecia, estrena en el sevillano Teatro de la Maestranza, dentro de la Bienal de Flamenco, “Carnación”. Un montaje basado en la idea del deseo y del que la bailaora ha advertido que no es un espectáculo flamenco.
Acompañada por el cantaor Niño de Elche, por la violinista Maureen Choi, por la soprano Olalla Alemán y por el coro ProyectoeLe, además por el piano y la música electrónica de Pepe Benítez, “Carnación” tendrá una hora y cuarenta minutos de duración.
De ellos, sólo en seis minutos, surgirá algo del “lenguaje” flamenco que ha distinguido a la bailaora y coreógrafa en otras ocasiones, según ha explicado ella misma en un encuentro con los informadores.
Con dirección escénica de Juan Kruz y de la propia Rocío Molina, se trata de una obra “difícil de catalogar”, según han coincidido en señalar todos los artistas convocados por la bailaora para que fueran partícipes de la gestación y puesta en marcha del espectáculos desde los primeros momentos.
El primer contacto con Niño de Elche
Rocío Molina, según explica, contactó primeramente con Niño de Elche para “caminar” juntos sin presiones y al final, ha confesado, “hemos llegado más lejos de lo que habíamos pensado”. Con un montaje que si bien en primera opción se pensó para otro escenario finalmente se representará en el Maestranza.

El escenario del Maestranza es considerado idóneo por la bailaora porque es una pieza que necesita “mucho espacio y horizonte”. Además, “no tiene nada que ver con el flamenco” por más que su sentimiento como artista sea cada vez más flamenco.
“Todas mis piezas han sido flamencas pero esta obra no se ha concebido desde el mismo lugar; además de que la pieza ha tomado otra dimensión, su concepción nada tiene que ver con el flamenco”, dice la bailaora. A ella, la Bienal de Venecia le ha concedido el León de Plata por su manera de “recrear la tradición desde una aguda perspectiva contemporánea”.
Para explicar la concepción de “Carnación”, Molina ha dicho: “Voy bailando todo lo que voy viviendo y necesito la danza para entenderme; atravesé una época complicada a nivel personal y artístico en la que había perdido el deseo. Y el deseo reapareció pero en una situación difícil y de debilidad”.
Fragilidad y frustraciones
De esa fragilidad y las frustraciones previas que la provocaron, que ha atribuido a la crianza de su hija llevada a cabo por ella sola, pensó que tenía que hacer algo y que tal vez lo mejor para “sanarse” fuese meterse de lleno en esa frustración para “llegar hasta los límites y convertirlo en belleza, porque, aún en el dolor, gana el amor”, ha explicado tras afirmar que “el amor siempre gana al deseo”.
La bailaora ha asegurado que ha arrastrado a ese sentimiento de frustración a todo el equipo artístico y técnico que la acompaña y que ha sido una tarea que han asumido con satisfacción, como ha corroborado la violinista estadounidense de raíces coreanas Maureen Choi, quien interpretará una pieza de Paganini tan exigente que, ha bromeado Rocío Molina, provoca tendinitis.
Maureen Choi interpretará dos veces esa pieza, de la que la violonista ha dicho que para estudiarla bien se precisa un año y que ella ha dispuesto de dos meses, y que además de be ejecutarla en plena acción de “Carnación”, con Molina bailando junto a ella y mientras se producen otros sonidos y movimientos.
El director de la Bienal de Flamenco, Chema Blanco, ha asegurado que este festival es también “un espacio libre de creación, y que lo importante no es solo lo que pasas en el escenario, sino también dónde están los orígenes de eso”. EFE
Edición Web: Luis Ortega