Actores caracterizados como Don Juan y Doña Inés durante representación de la obra ‘Don Juan Tenorio’ en el cementerio de Sevilla. EFE/ Fermín Cabanillas

El refugio sevillano de Don Juan para seguir más vivo que nunca

Fermín Cabanillas I

Sevilla, (EFE).- Ni en la prolífica imaginación de José Zorrilla podría haber estado la idea en 1844, cuando publicó Don Juan Tenorio, de que 178 años después su obra se representaría en el cementerio de la ciudad donde fue concebida. Todo gracias a un grupo que actores que desde hace diez años deambulan por el camposanto sevillano cuando se acerca noviembre.

Y se logra mediante el trabajo de ‘Engranajes culturales’, compañía que tuvo la idea en 2012 de pasear a Don Juan Tenorio, Doña Inés y El Comendador entre las tumbas del cementerio ante un público que los va siguiendo en mitad de la noche. Una propuesta que ya han visto más de 25.000 personas desde sus primeras representaciones.

La magia la crean los actores Sergio Capitán (Don Juan), Cristina Royo (Doña Inés) y Joserra Leza (El Comendador), que este domingo inauguraron la nueva temporada del original montaje, que, para los menos avezados, tiene un primer pase a las cinco de la tarde. Éste termina con los primeros avisos del atardecer, mientras que el de las 18.30 se hace ya a oscuras, con candiles en las manos de los espectadores, que caminan entre tumbas, nichos y panteones.

Las costumbres funerarias desde el siglo XIX

La representación une la interpretación patrimonial con las relaciones literarias entre el amor, la muerte y los cementerios, con una visita a algunas de las tumbas más representativas. También una disertación sobre su historia y un encuentro con las costumbres funerarias desde el siglo XIX.

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Actores caracterizados como Don Juan y Doña Inés durante la representación de la obra ‘Don Juan Tenorio’ en el cementerio de Sevilla. EFE/ Fermín Cabanillas

Todo ello, “con un personaje histórico en un lugar maravilloso, algo único”, como explica a EFE Sergio Capitán, que debutaba con el personaje. Se confiesa “con muchas ganas” de hacer “un libreto complicado, con versos difíciles de interpretar, pero con un personaje muy bonito”.

Con más experiencia que el joven actor sevillano, Joserra Leza asegura que hacer una obra así en mitad de un cementerio “es una experiencia única para el espectador, que se ve con una escenografía real, viva, que permite revivir los rituales de la muerte”. Hace además que, mientras los actores están esperando a que vaya llegando el público de las visitas a las tumbas, “te motivas mucho más”, sobre todo “en una escena en la que él -Don Juan- está rodeado de fantasmas, y sientes que hay una energía especial”.

El calor de ahora y el frío de 2012

Cristina Royo comparte esa visión, y en su caso, además interpreta en un momento de la obra al fantasma de Doña Inés, que sale de un panteón aún con su sudario cuando Don Juan acude a la vivienda donde mató a su padre cinco años después. Allí se la encuentra convertida en un cementerio, donde están enterrados todos los hombres a los que mató esa noche.

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Actores caracterizados como Don Juan, Don Luis Mejía y Doña Inés durante representación de la obra Don Juan Tenorio en el cementerio de Sevilla. EFE/ Fermín Cabanillas

“Trabajar en este espacio ha sido como un descubrimiento. Al principio nos imponía mucho, nos provocaba hasta un poco de miedo, pero con el tiempo nos hemos convertido en parte del cementerio durante unos días”, explica la actriz. Bromea con que a la obra le ha afectado el cambio climático, porque este domingo abrieron temporada con unos 28 grados, “y cuando empezamos en 2012 me tenía que poner varias capas de ropa para aguantar el frío que hacía”.

Ni para el público ni para los actores es una obra de teatro cualquiera. Se presencian hasta cuatro escenas distintas y son los propios actores los que van montando la escenografía que van a necesitar.

El paz de Dios

En ese intervalo, el público va conociendo la historia de Francisco Barnes y Tomás, el sacerdote enterrado en la parte civil del camposanto porque dejó los hábitos, y su esposa accedió a sus deseos de no ser enterrado como católico, pero sí mandó a grabar en su lápida que murió “en paz de Dios”.

Un recorrido por una estrecha calle de nichos, que en plena noche le da a la iniciativa un misterio añadido, lleva al público (35 personas por pase), a la tumba del pintor José Villegas, a la de Juan Tenorio de Castilla, el Marqués de Pickman o el torero ‘Joselito’, hasta culminar casi una hora y media de recorrido en torno a una de las obras indispensables para entender la literatura (y la sociedad) de la España de mediados del siglo XIX. EFE

Edición Web: Luis Ortega