Voluntarios de la Fundación Prodean, sin ánimo de lucro, ayudan a estudiar y desarrollarse a niños del barrio de Los Pajaritos, en Sevilla, una de las zonas con menor renta per cápita en España. EFE/Miguel Salvatierra .

Crecer en barrios pobres de España: un “caos” familiar con “falta de estimulación”

Miguel Salvatierra I Sevilla, (EFE).- La infancia que tienen que crecer en los barrios más pobres de España es el colectivo que más problemas presenta para su desarrollo por las vicisitudes que provoca la pobreza y un “caos familiar” que reina en estas zonas y que termina por provocar una “falta de estimulación” para que continúen sus estudios.

En la barriada de Los Pajaritos, en Sevilla, una de las zonas con menor renta per cápita en España, los niños conviven entre el reinante tráfico de drogas que acusa la barriada, y la criminalidad constante en sus calles.

Una situación dramática que hace que entidades sin ánimo de lucro como la Fundación Prodean trabajen para sacar a esos niños de las calles y darles apoyo psicológico y escolar para que se puedan desarrollar con las mismas oportunidades que menores que viven en otras zonas de la capital de Sevilla.

Lourdes Rodríguez Domínguez (Sevilla, 1961) es trabajadora social de Prodean, y desde hace seis años comanda los talleres que diariamente se realizan en la sede de la fundación para menores de entre 6 y 18 años de edad, y a los que acuden aproximadamente una treintena.

Caos familiar

Pero el apoyo no está limitado a los menores. Padres y miembros de la unidad familiar, que en ocasiones se extiende a tíos y abuelos, reciben respaldo psicológico y formativo con un único objetivo: el bienestar de sus hijos y que consigan “salir del barrio”, ha señalado a EFE.

Uno de los principales problemas a los que se enfrentan los niños es el “caos”, ha definido Rodríguez, con el que conviven muchos de estos menores en sus familias y que les provoca una “falta de estimulación y afectividad”.

Este “caos familiar” tiene su origen en la edad tan prematura en la que los padres conciben a sus hijos, cuando aún son “adolescentes” y existe un déficit madurativo en lo mental que termina por romper parejas y desequilibrar la vida de los niños, que asimilan esa vida, la de sus padres, como lo habitual en la sociedad.

Una coordinadora de la fundación ayuda a los progenitores a “sobrellevar lo mejor posible” estas “cargas familiares” y las vicisitudes de la vida para que los niños se encuentren ajenos a estos problemas y se puedan desarrollar sin más inconvenientes que los que presenten sus propias capacidades.

Espabilados por crecer en la calle

Este desequilibrio familiar deriva en una “educación” muy distinta a la de chicos y chicas que han crecido en otro ambiente y que se deja ver en el lenguaje que utilizan y las actitudes que tienen hacia otras personas.

“Sobrepasan la línea roja en muchas ocasiones”, señala Lourdes sobre unos niños que están “muy espabilados” porque “están creciendo en la calle” y, además, sus familiares “no tienen filtros” a la hora de hablar con ellos de diversos temas, lo que les hace madurar en muchos ámbitos a una edad muy temprana.

La principal carencia que, tras seis años de trabajo en Los Pajaritos, ha encontrado la trabajadora social, es la “afectividad”, no porque los padres no quieran a sus hijos, sino porque los progenitores están “luchando por sobrevivir” día a día, lo que provoca que, en muchos casos, los hijos estén “toda la mañana o toda la tarde solos” mientras los padres realizan trabajos esporádicos en distintos sectores.

Otro de los problemas que se encuentran los niños en zonas deprimidas es el abandono escolar, provocado, a juicio de Rodríguez por “falta de estimulación” para continuar sus estudios por parte de sus progenitores y otros familiares, ya que “cuando alcanzan 2º de la ESO, suelen dejar de estudiar”.

Padres preocupados

Ese “caos” en el que suelen vivir los menores provoca a veces la reacción de sus padres, que no quieren que sus hijos sigan la vida que ellos han tenido y, sobre todo “que salgan del barrio”. Antonio y Cristina tienen 42 y 37 años respectivamente, y se dedican a la venta ambulante, una actividad que momentáneamente no realizan por los problemas físicos que presenta Antonio.

Estos padres, ha señalado Rodríguez, están “muy involucrados” en que sus hijos, de 16 y 10 años, puedan “salir del barrio” y estudiar, motivo por el cual los llevan a la fundación para recibir el apoyo escolar que se torna tan necesario para conseguir un futuro próspero.

Pero en otros casos, los padres buscan el apoyo de la fundación, simplemente para que los niños “no estén en la calle” y no se dejen llevar por la criminalidad reinante en un barrio como Los Pajaritos que, según el informe de Indicadores Urbanos del Instituto Nacional de Estadística (INE) correspondiente a 2022, se sitúa como el segundo con menor renta media por persona al año en España (6.042 euros).

La necesidad de que los niños no convivan en la calle con el tráfico de drogas y otro tipo de actos criminales termina por hacer que estos aprovechen ese apoyo escolar que les ayuda a proseguir en sus estudios para finalmente desarrollarse en la vida fuera de una de las zonas más deprimidas de España. EFE