Una concentración ante el Ayuntamiento de Sevilla, el pasado 18 de agosto, de la plataforma Barrios Hartos contra los cortes de luz que se producen en algunas barriadas de la capital hispalense. EFE/José Manuel Vidal

Los “Sin luz” piden al Gobierno que actúe: Sólo sufren apagones los barrios más humildes

Alfredo Valenzuela | Sevilla (EFE).- Los vecinos de los barrios de Sevilla que han sufrido apagones recurrentes, los “SIn luz”, durante el verano han pedido que intervenga el Gobierno central para buscar una solución. Han clamado ante las puertas de la sede central de Endesa en Andalucía. Lo hacen porque los apagones solo los sufren los más humildes.

“La mitad de los ministros del PSOE y del PP están en las empresas eléctricas”, gritaban con megáfonos el centenar de vecinos convocados por la plataforma “Barrios Hartos”. Lo hicieron ante las puertas de la compañía eléctrica Endesa. Mientras, otros señalaban el edificio de la eléctrica coreando “Ahí está la cueva de Alí-Babá”.

Casi todos ellos blandían fotografías reproducidas en color y en gran tamaño del penoso estado de las instalaciones eléctricas que distribuyen la electricidad en sus barrios. Desde transformadores incendiados, subestaciones arruinadas y cableado aéreo con soportes deficientes. Aunque el clamor era siempre el mismo. “En sus barrios no se va la luz”, en alusión a los de los responsables políticos y los de la empresa energética.

Movilizaciones desde el verano pasado

Los “Sin luz”, que ya iniciaron sus movilizaciones el verano pasado, cuando los apagones, como vuelve a suceder este año, se generalizaron con carácter diario. Por periodos de hasta 18 horas seguidas. Además en coincidencia con las olas de calor, han pedido a la Junta de Andalucía que sancione a Endesa. Aún no han tenido respuesta, como no la han tenido las comunicaciones con la propia energética y un escrito presentado ante la Fiscalía de Sevilla.

Esta misma mañana ha habido un apagón de dos horas y media, desde la ocho de la mañana, en la barriada de Padre Pío, ha asegurado a EFE un portavoz de los afectados. También ha dicho que en algunos barrios la situación ha mejorado desde que efectúan protestas. Pero los apagones se están extendiendo a barrios que no los sufrían, como Juan XXIII y La Bachillera.

Manifestantes de más de 60 años

El lema “Endesa, criminal” ha sido el más reproducido en las pancartas de los concentrados. La mitad eran personas mayores de sesenta años, aunque también han asistido jóvenes. Es el caso de Alejandro, camarero de 23 años vecino del barrio de La Candelaria. Ha contado a EFE como cuándo llega a su casa de vuelta del trabajo a las dos de la mañana se encuentra sin suministro eléctrico.

“Pues me tengo que duchar con una vela y comer algo frío o que me haya preparado esa misma mañana, pero igual sucede cuando me voy a trabajar a las cinco de la tarde”, ha dicho. “Porque en mi bloque de dos a las seis de la tarde se va la luz todos los días desde mediados de junio hasta ayer mismo; y por la noche también los días de más calor”.

Los cortes no duran tanto

Juan Páez, jubilado de 70 años y vecino de la calle “Estrella de la mañana”, del barrio de Las Letanías, ha asegurado a EFE que lleva dos folios anotados con cada incidencia sufrida este verano. Lo único que ha mejorado con respecto al verano pasado es que los cortes no duran tanto, ya que el año pasado contabilizó uno de 32 horas y otro de 27.

Páez asegura tener vecinos que en vez de folios ya llevan dos cuadernos con anotaciones. Contabilizan igualmente las llamadas que hacen a Endesa y en cada ocasión anotan el nombre de la persona con la que hablan. También las explicaciones que les dan, lo que asimismo hacen cuando recurren a alguna institución o responsable público, por si ese registro sirviera de algo ante reclamaciones ulteriores.

Uno de los afectados llevaba un cartel asegurando que los beneficios de las eléctricas ascienden a 8.529 millones euros. Decía que una “dejación o negligencia” cuando afecta a enfermos, personas mayores y bebés. De este modo adquiere tintes “criminales”. También hay gente que llega a su casa cada día “con terror” por no saber si encontrará luz o se habrá conservado lo que dejó por la mañana en el frigorífico.