Alfredo Valenzuela |
Sevilla (EFE).- Antonio Otero Seco es de esos escritores que no por desconocido complica la labor del periodista a la hora de buscar titulares. Si por un lado fue el último que entrevistó a Federico García Lorca por otro fue coautor de la primera novela sobre la Guerra Civil española. Fue publicada, en el mismo 1936, en el bando republicano y ahora reeditada por vez primera.
Escrita y firmada con su amigo Elías Palma, republicano, masón y periodista como el propio Otero Seco, la obra se titula “Gavroche en el parapeto”. Y es una mezcla de novela y de reportajes de trinchera como los que los propios autores publicaron en la prensa de Madrid durante la contienda.
Gavroche es el nombre de un muñeco que, en la novela, los milicianos arrebatan al enemigo. Pero es también, y sobre todo, un personaje de “Los miserables”, un pícaro, un pillete que en la novela de Víctor Hugo se dejó matar. Fue heróicamente sobre una barricada del París revolucionario.
Para esta edición del sello sevillano Libros de la Herida, que ya publicó hace dos años la poesía completa de Antonio Otero Seco (Cabeza del Buey, Badajoz, 1905-Rennes, Francia, 1970), se ha empleado la segunda edición de “Gavroche en el parapeto”, de abril de 1937, que es la que da cuenta de la primera, de la que no se ha conservado ningún ejemplar.
Amigo de Chaves Nogales
Amigo de Chaves Nogales y habitual del suplemento literario de “Le Monde” durante sus últimos años de vida, Otero Seco escribió, junto a Ismael Palma, una novela que mantiene el tono de las crónicas. Y reportajes que ambos publicaron en “Mundo Gráfico” y “La Verdad”. Como también hicieron otras novelas de la Guerra Civil como “El asedio de Madrid”, de Eduardo Zamacois o “Diario de guerra de un soldado”, de Vicente Salas Viu.
Dedicada al general Miaja y al coronel Vicente Rojo, distinguidos como defensores del Madrid republicano, la novela describe los momentos más duros de la vida en las trincheras en la Guerra Civil. Y exalta el valor y heroísmo de los milicianos como tales hijos del pueblo, además de numerosos casos de heroísmo femenino. Desde las muchachas que voluntariamente llevan agua a los combatientes de la línea de fuego a la joven que salva a niños manejando una ametralladora.
Los autores de la obra advierten al lector en las primera páginas de “Gavroche en el parapeto”: “Esto no es una novela ni un libro de reportajes. Aunque en puridad puede ser cualquiera de estas cosas, si aceptamos la definición stendhaliana de que ‘una novela es un espejo paseado al borde de un camino’. Y la definición moderna del reportaje: ‘ver, oír y contar’.
Pero en el sentido corriente de estos dos casilleros literarios, este libro no es un reportaje ni una novela. Para lo primero le sobra intimidad; para lo segundo le falta fantasía”.
Y rematan esa adventicia con estas palabras: “Es, sencillamente, la impresión de unos hombres que han vivido la guerra en las propias trincheras. Nada más.”
Desde los primeros compases
Si Otero Seco conoció la guerra desde sus primeros compases en el frente de Madrid, su amigo y colega Ismael Palma se estrenó también. Fue en los primeros días con la columna minera, desde Huelva y cargada de dinamita. Trató infructuosamente de desplazar a las tropas del general Queipo de Llano, adueñadas de Sevilla.
Con prólogo de Luis A. Esteve y Gemma Mañá y con epílogo de Alfonso Castro, “Gavroche en el parapeto” será presentada la tarde de este jueves en la sevillana Biblioteca Felipe González. En el acto en el que intervendrá el hijo de Otero Seco, y el artista plástico Antonio Otero San José. También el catedrático de la Universidad de Sevilla Alfonso Castro; y el poeta y editor David Eloy Rodríguez.
Como profesor universitario y crítico literario, Otero Seco consagró su exilio francés a defender la literatura y la cultura españolas. Otro de sus hijos, Mariano Otero San José, dejó que conserva la nacionalidad española “por convicción y por fidelidad a la memoria” de sus padres. Y añadió: “No puedo olvidar que mi padre se autodefinía como español, liberal y republicano”. EFE