Javier Comesaña, un joven violinista sevillano de 25 años, alumno de la escuela rusa de Sergei Dogadino, posa durante una entrevista con EFE en Sevilla. EFE/Sara Morato

La joven promesa del violín Javier Comesaña vuelve a Sevilla para disfrutar con Brahms

Sara Morato I Sevilla (EFE).- Javier Comesaña es un joven violinista sevillano de 25 años, alumno de la escuela rusa de Sergei Dogadin, que ha vuelto a su ciudad dispuesto a disfrutar de las dos sesiones en el teatro de la Maestranza en las que tocará el Doble concierto para violín, violonchelo y orquesta de Johannes Brahms.

En una entrevista con EFE, Comesaña ha descrito esta obra como una de las creaciones maestras de Brahms, un proyecto “hermoso” que conecta emocionalmente con el músico y con el oyente y que para él tiene un “valor especial”, al ser una de las primeras obras de las que fue testigo en directo hace quince años en el teatro de la Maestranza.

Volver a los inicios

Volver a la capital hispalense de la mano de la Real Orquesta de Sevilla (ROSS), con la que Javier Comesaña se formó durante nueve años y con la que mantiene una relación “muy estrecha”, supone un “abandono al disfrute” que le ha permitido trabajar con músicos que lo conocen desde sus inicios en una obra que en la que ha reflejado su evolución como músico y persona.

Para Javier Comesaña, virtuoso del violín, profundizar y volver a una obra es uno de los trabajos más gratificantes para un músico, pues permite no solo observar la evolución como artista, sino también revivir las experiencias acumuladas como persona en las obras como si de un espejo se tratase.

“Un músico verdaderamente profesional siempre tiene que tocar una obra como si fuese su favorita, pero a veces, como en este caso, da la causalidad de que tienes la oportunidad de volver a tocar una de tus favoritas de verdad”, ha explicado.
Comesaña se ha graduado con el Título Superior en la Escuela de Música Reina Sofía de Madrid, bajo la supervisión del maestro italiano Marco Rizzi.

Historia de nostalgia

Aunque el Doble concierto que Javier Comesaña interpretará en el Maestranza ha supuesto la oportunidad de volver a interpretar una obra que escuchó hace quince años, algo que describe con ilusión y cierta nostalgia, también ha supuesto un reto.

Este concierto está protagonizadeo por dos solistas en lugar de uno y el violín debe enfrentarse al violonchelo, un instrumento más poderoso que goza de una mayor potencia sonora, por lo que ha trabajado también en este sentido.

Comseñana defiende la obra como una historia repleta de “añoranza y nostalgia”, con una gran capacidad comunicativa y facilidad para conectar con las personas, lo que, para él, debe ser el valor principal de la música clásica, que debe contar historias más allá de criterios meramente técnicos.

“El Doble concierto de Brahms es la historia de la amistad del artista con un amigo que se vio interrumpida por motivos personales. Brahms escribió esta obra como una forma de reconciliación en 1887, pero el mensaje sigue siendo vigente, nosotros cuando salimos al escenario volvemos a recordarlo y a celebrarlo de nuevo”, ha explicado.

Ha defendido que la obra es apta para todos los públicos, aunque, asegura, en España aún queda cierta consideración de la música clásica como elitista, un problema que viene de la falta de educación en materia de música clásica y bellas artes en los primeros niveles de educación.

“No estamos acostumbrados a escuchar música clásica, como sí pasa en otros países. Por eso puede crearse en la población la sensación de que esto no es para mi. Mientras eso no cambie, la sensación de que la música clásica es elitista no va a cambiar. El problema de raíz está ahí”.

Sacrificio y pasión

La protagonista de los inicios de la carrera musical con el violín de Javier Comesaña es su madre, quien introdujo la música clásica en sus intereses. Después, maestros como los artistas de la ROSS o Sergey Teslya han formado parte de una trayectoria repleta de vocación.

Sin embargo, el artista defiende que la pasión que lo caracteriza no es lo único que ha conformado una joven carrera repleta de éxitos, como la victoria en la sexta edición del Jascha Heifetz International Competition de Vilnius, un triunfo que define como un punto de inflexión en su carrera que le ha aportado prestigio profesional y la oportunidad de tener una vida repleta de actuaciones y conciertos.

La dedicación y la disciplina en 20 años de formación ha sido fundamentales, según asegura el músico, además de la suerte de haber disfrutado de una infancia con unas herramientas y un contexto que le han permitido desarrollar el interés en la música.

Durante los últimos tres años Comesaña ha trabajado con un Guadagnini de 1765, un violín “muy valioso y con unas posibilidades tremendas”, estéticamente elegante y que, asegura, ha ejercido como profesor durante las extensas y duras horas que ha empleado ensayando.

“Para poder tocar a un cierto nivel es necesario practicar diariamente durante mínimo cuatro o cinco horas, aunque con la entrada en la vida adulta te vas dando cuenta de que entre viajes y obligaciones cada vez queda menos tiempo para la música”, confiesa Comesaña.

Actualmente, continúa sus estudios correspondientes al Máster de Interpretación en la Hochschule für Musik Hanns Eisler Berlin, con la profesora Antje Weithaas, su última etapa de formación formal, aunque, defiende, en la carrera musical “no se termina de estudiar nunca”. EFE