Keka Molina Muñoz, peluquera de la imagen de Jesús Nazareno en Jaén, conocida como 'El Abuelo', una de las más emblemáticas de la ciudad de Jaén, muestra su trabajo y la elaboración de las distintas pelucas que tiene la talla. Estas pelucas son una verdadera ofrenda de la familia Molina Muñoz, que adapta desde hace generaciones el pelo natural a la talla. EFE/José Manuel Pedrosa

Las pelucas de ‘El Abuelo’, ofrenda de una saga familiar a la imagen más venerada de Jaén

María Tajadura | Jaén (EFE).- Las pelucas que luce Nuestro Padre Jesús de Jaén, ‘El Abuelo’, son una verdadera ofrenda de la familia Molina Muñoz. Esta adapta desde hace generaciones el pelo natural a la talla que luce ‘El Abuelo’. Es la imagen que más devoción despierta en la ciudad.

El cabello de Nuestro Padre Jesús, al igual que el de las imágenes barrocas de los siglos XVI y XVII, provenía de donaciones de personas. De esta forma, la imagen se personalizaba para hacerla lo más fiel posible al ser humano.

Así, los imagineros y escultores colocaban pestañas postizas, lágrimas de cristal, brazos articulados para dar la bendición y pelo humano para producir el efecto de una imagen real. En el caso de Nuestro Padre Jesús, conocido cariñosamente como ‘El Abuelo’, una de las pelucas más singulares son las ondas que caen sobre su torso encorvado.

Keka Molina, la peluquera de ‘El Abuelo’

Desde hace tres años, las manos de Keka Molina Muñoz elaboran con mucho cariño y esmero este peinado que luce ‘El Abuelo’ en la madrugada del Viernes Santo. Son las responsables de la preparación y conservación del cabello de la imagen más venerada de Jaén.

“A la vez que se confeccionan, se tejen y peinan, en ese pelo van enlazadas las peticiones y anhelos de todos los que participamos en ello”. Lo cuenta Keka, gran devota del Nazareno.

El arte de peinar ha pasado en esta familia de generación en generación y se desviven para que luzca con una impecable melena a lo largo del año y durante todos los actos que preside.

Corría el año 1952 cuando a Rosa, una joven que con gran maestría marcaba ‘las ondas al agua’ en la peluquería de la calle Campanas de la capital, le ofrecieron que peinase la peluca de Nuestro Padre Jesús. Era la única que por aquella época sabía hacer ese peinado.

El Abuelo
La imagen de Jesús Nazareno es preparada para salir en procesión en el Camarín de Jesús en Jaén. EFE/José Manuel Pedrosa

Keka veía cómo su madre, con su peine y sus dedos, iba marcando las ondas, de color castaño oscuro, con unas pinzas hasta hacerlas enteras. Luego se dejaban que reposaran unos días, se quitaban las pinzas y quedaban perfectas. Por aquel entonces, la talla sólo disponía de una peluca para salir en procesión. Tenía otra pequeña estropeada para lucir durante el resto del año.

Suavizar y arreglar el color

Fue cuando Rosa empezó a recuperar pelucas, con diversos tratamientos para suavizar y arreglar el color, ya que con el paso del tiempo el cabello estaba totalmente decolorado y pajizo por el efecto de la luz, el aire y el tiempo.

Los devotos, cuando se enteraron del cuidado y la dedicación al pelo de ‘El Abuelo’, comenzaron a hacer promesas dejándose la cabellera larga hasta que servía para la peluca. Rosa se lo cortaba y tejía el pelo en un casco.

Años más tarde, cuando el hijo de Rosa volvió de la mili, comenzó a ayudar a su madre. Ambos ponían todo su empeño para que ‘El Abuelo’ tuviese varias pelucas.

Variedad de pelucas

Nuestro Padre Jesús llegó a tener una peluca de salir, más larga y vistosa porque en el trono necesitan ser más lucidas y el pelo tiene que estar más brillante. Esto es porque se ve desde distintos ángulos. Disponía de otra peluca para la novena y una tercera para todo el año.

Definitivamente, en 1968, Juan tomó las riendas del oficio y, con el mismo cariño y devoción con que la familia ha vivido este encargo. Así, se dispuso a cuidar del pelo de esta imagen. Pero hace tres o cuatro años sufrió un ictus (por segunda vez) y le relevó su hermana Keka. Elle asume el encargo con mucho orgullo y con la colaboración de sus otros hermanos. Con ellos ahora se centra en la confección de otras dos pelucas para que ‘El Abuelo’ esté bien equipado en un futuro.

La conservación de estas pelucas durante el año, según explica Keka a EFE. Consiste en “cepillar muy bien el pelo, con sumo cuidado para quitar el polvo que haya podido coger durante el uso”. Luego “se guarda en unas cajas para que el casco no pierda la forma”. Además, “de vez en cuando se sacan para hidratar las pelucas, ya que al ser pelo natural tiende a resecarse y hay que cuidarlas con exquisitez”.

Retocar el color

Cada dos o tres temporadas hay que retocar el color porque “se oxigenan con facilidad y hay que quitar el tono parduzco que va tomando”.

Unos días antes de cada evento se marcan las ondas para que duren todo el tiempo necesario en actos especiales como el besapiés, la novena o la procesión, y que permanezca impecable durante todo el año en el altar.

“Estar tan cerca de Nuestro Padre Jesús es un orgullo, a día de hoy me impone mucho, le tengo mucho respeto, le hablo, le pido mientras le estoy peinando”, confiesa Keka, aunque al mismo tiempo se muestra segura de que ‘El Abuelo’ no se enfadará con ella porque es “del pueblo y me comprende”.