Las Palmas De Gran Canaria (EFE).- Esculturas de Julio González, Jorge Oteiza, El Lissistky y Robert Smithson dialogan con espirales de distinto formato creadas por Martín Chirino en la muestra “Vientos. Un camino en espiral hacia el origen”, que la fundación que lleva su nombre inaugura este viernes en Las Palmas de Gran Canaria.
Además de esculturas, esta exposición reúne dibujos y técnicas mixtas sobre papel, lienzos, arqueología y fotografías en torno al viento de Chirino, está comisariada por el profesor de estética de la Universidad Autónoma de Madrid Fernando Castro y coincide con la edición del tercer monográfico de la enciclopedia sobre el artista canario, un proyecto de su Fundación que prevé llegar a publicar entre diez y doce tomos.
El cuarto de ellos, en el que ya se trabaja, estará dedicado a sus aerógrafos, según ha avanzado este viernes, en la presentación de esta muestra, el director general de la Fundación Martín Chirino, Jesús M. Castaño.
Su comisario, Fernando Castro, ha explicado que Chirino comenzó a principios de los años cincuenta a tratar el tema del viento, al que fue fiel durante toda su vida, ya que fue una constante y el ‘leit motiv’ de toda su obra, como se constata en esta exposición, cuyas obras proceden de fondos del legado del artista, la Colección Azcona, el Gobierno de Canarias y de otras instituciones públicas, como el IVAM de Valencia, el Museo Salvador Victoria y de colecciones privadas, algunas representadas por la Galería Guillermo de Osma.
UN PRIMER VIENTO
El también crítico de arte ha explicado que desde la primera que hizo, “El Primer Viento de Martín Chirino”, en 1958, el artista canario realizó casi un centenar de esculturas con esta temática, demostrando que una estructura aparentemente simple, una espiral de metal, consigue modelarse en impresionantes variaciones intensificando su potencia estética.
Castro ha resaltado que el escultor grancanario, confundador del grupo artístico El Paso, a quien define como “el maestro de la curvatura”, sigue a rajatabla el credo estético del ‘menos es más’ de Mies van der Rohe, “utilizando un mínimo de materia para obtener una mayor expresividad pero, sobre todo, buscando lo poético y sugerente por medio de un esfuerzo físico, golpeando el martillo en la fragua, consiguiendo que las herramientas del herrero funcionen en beneficio de los fines artísticos más intensos”.
El comisario ha referido que para Chirino “la espiral era un símbolo central de la historia de la cultura, desde los orígenes canarios hasta el código genético, la caracola marina o el reflujo del agua en un río, y él, desde la infancia, viendo los barcos en el astillero con su padre, hasta el final de sus días, tuvo una especie de obsesión por este trazo tan sencillo pero al mismo tiempo tan complejo”.
UN PROYECTO ESTÉTICO, PERO TAMBIÉN ÉTICO
“Se concentra pero también se expande, nos lleva hacia el comienzo pero también pareciera que se abriera permanentemente, tiene que ver con el crecimiento y era un símbolo que, en su caso, tuvo una enorme fertilidad”, ha subrayado el profesor, quien afirma que este símbolo de la espiral del viento “une sus preocupaciones existenciales, formales y estilísticas” y es con el que “consiguió crear un concepto de belleza contemporáneo, nada cursi”.
Fernando Castro asegura que Martín Chirino usó el concepto del viento para poner en contacto Canarias con el resto del mundo y recalca que aunque la obra del escultor grancanario bebió de otros artistas contemporáneos a él, como Julio González, Millares o Padorno, también tuvo en cuenta las vanguardias.
“Su proyecto fue estético y ético. No olvida de donde procede, pero no se queda encerrado en lo autóctono, sino que se abre a lo cosmopolita y a la cultura de su tiempo”, de ahí que haya sido “uno de los más grandes artistas que ha dado este país”.
A juicio de Castro, la necesidad que tenían de crear hizo que tanto Chirino como coetáneos como Felo Monzón o Millares “no estuvieran nunca menos informados que los artistas que estaban en París o Londres” pese a vivir “en medio del Franquismo” y sin internet.
Y concluye que las espirales del grancanario respondieron a una “búsqueda de libertad” y a su determinación a “no encerrarse en complejos de inferioridad adoptados”. EFE