Familiares de víctimas de la dictadura en la inauguración de la exposición "Monumento a la Oscuridad", en el espacio cultural El Tanque en Santa Cruz de Tenerife. EFE/Alberto Valdés

“Monumento a la oscuridad”: El doble silencio de los asesinados del franquismo en Canarias

Alberto Valdés Gómez |

Santa Cruz de Tenerife (EFE).- Los detenidos, desaparecidos y/o asesinados por la dictadura de Franco en Canarias comparten una doble tragedia: el silencio de no saber qué ocurrió con ellos ni dónde están sus cuerpos y el silencio de las instituciones y el Estado para ayudar a esclarecer lo ocurrido; un camino que en todas las islas desencadena en el mar.

De esta premisa parte el trabajo realizado por los artistas Miguel G. Morales y Eugenio Merino, quienes a través de su exposición “Monumento a la Oscuridad” realizan una investigación que recorre el oscuro camino de las víctimas canarias de la Guerra Civil (1936-1939) y de la dictadura militar (1939-1975), un episodio dramático en las islas que fue considerado como menor dentro del relato nacional.

Sin embargo, entre esas intrahistorias que destacaba Unamuno, las que dejan huella en la historia sin que se las recuerde en los grandes textos, destaca una que para Morales y Merino fue fundamental, la del poeta republicano tinerfeño Domingo López Torres, que se expone en el espacio cultural el Tanque, en la capital tinerfeña, hasta el próximo 10 de septiembre.

Al final, “Lo Imprevisto”, como se titula la última obra de López Torres, escrita en la prisión de Fyffes en Tenerife como represaliado, acabó por suceder y el 18 de julio de 1936, cuando Francisco Franco declaró el golpe de estado contra la II República y más tarde instauró su dictadura, la muerte y el exilio fueron dogma en unas islas que nunca vivieron las trincheras, pero sí sus consecuencias.

Conmemoración en un lugar impreciso

El poeta chicharrero siempre estuvo muy ligado al mar y al puerto de Santa Cruz de Tenerife, donde trabajó en la orfebrería y más adelante en una oficina consignataria de buques, y allá sería donde encontraría el final de su suerte, en un lugar impreciso de la costa chicharrera, donde fue arrojado al mar en un saco por el bando fascista, una realidad que Morales y Merino buscan denunciar.

Para ello sumergieron una placa “en conmemoración a Domingo López Torres en el lugar donde fue asesinado”, indica a EFE Eugenio Merino, quien ha añadido que se trata de “un lugar realmente impreciso”, porque su cuerpo nunca ha sido recuperado, al igual que el de todas las víctimas de la represión franquista en Tenerife, la isla con mayor población y más represaliados.

Un visitante de la exposición pisa una foto del general Franco (1i) reunido en Tenerife con oficiales del Ejército en junio de 1936, un mes antes de sublevarse contra el Gobierno de la II República. EFE/Alberto Valdés

La instalación audiovisual recuerda esa acción, en la que el fondo marino devora una plancha metálica con las coordenadas del asesinato del poeta, una “imagen potente que recalca dónde fueron arrojados todos los demás”, apunta Merino.

La muestra tiene lugar en una pared situada en uno de los antiguos tanques de depósito de combustible de la refinería de la capital tinerfeña, construida en 1930 y la primera de España, que sirvió de alimento energético para el golpe de estado y la dictadura de Franco.

El mar como fosa común

“Queremos resignificar los conceptos. Por un lado, el mar como una fosa común de toda Canarias, donde hicieron desaparecer a miles de presos políticos. Y por otro el espacio de la refinería, que alimentó de combustible a Franco y fue un foco de la clase obrera sindicalista, muchos de los cuales fueron finalmente asesinados”, señala Miguel G. Morales.

Para recordarlos a ellos, la exposición contó con la presencia de familiares de las víctimas, como Luchi Morín, hija de la novia del poeta Domingo López. Fue una de las que ayudó a colocar sobre el muro central del espacio las fotografía de su ser querido, al tiempo que los artistas leían los nombres de los asesinados.

Un acto simbólico que para Morín llega más allá, con la exhibición de “los recuerdos” que su madre “le entregó en una caja de bombones” y que ahora ven la luz, un ejercicio que para ella se basa en la necesidad de asegurar que una barbarie así “no se vuelva a repetir”.

“No sé si se puede cambiar ya algo, porque lo hecho, hecho está. No se puede cambiar. Pero ojalá que le sirva a la juventud para comprender lo que pasó en aquellos tiempos, que fueron una época durísima para todos los que no creían en el franquismo. Eso es lo que hay y lo que hubo”, concluyó Luchi Morín, visiblemente emocionada. EFE