El cocinero Ferrán Adrià, creador del que durante años fue el mejor restaurante del mundo, 'El Bulli', ha ofrecido este viernes en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria la conferencia 'Imaginémonos sin límites', en la que ha compartido con los alumnos su metodología 'Sapiens'. EFE/Ángel Medina G.

Ferrán Adrià insta a los universitarios que aspiren a innovar a cambiar el no por el vamos

Las Palmas de Gran Canariar (EFE).- “Cambiar el no por el vamos, estar al loro y buscarse la vida”, ofrecer excelencia sobre la base de una buena gestión y perseguir sueños con pasión, resiliencia, esfuerzo constante, valentía, respeto hacia compañeros y antecesores y honestidad creativa son las recomendaciones que el cocinero Ferrán Adrià ha dado este viernes a alumnos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) que aspiren a innovar.

En la charla organizada por la Cátedra Telefónica de la ULPGC “Imaginémonos sin límites”, el cocinero distinguido con cinco Honoris Causa ha explicado la metodología ‘Sapiens’, centrada en conectar diversas respuestas para comprender mejor y fomentar la innovación, que se invita a aplicar en trabajos fin de grado o de máster a quienes compitan en el ‘Challenge elBulli1846’, un reto en el que participan 9 de las 25 universidades adscritas a esta cátedra y que tendrá lugar el 19 de abril.

Adrià ha contado a los alumnos y docentes que han llenado el Paraninfo de la ULPGC con motivo de su conferencia, que también han seguido el presidente canario, Fernando Clavijo, y la alcaldesa de Las Palmas de Gran Canaria, Carolina Darias, además del rector Lluís Serra, que siempre ha tratado de “ordenar el caos con criterios objetivos”, con datos, como los que, a su juicio se han de manejar para combatir fenómenos como el de la turismofobia, que ahora afecta a Canarias y que se ha dado antes en Cataluña.

Por eso, el cocinero considera un error que la sociedad española deseche la experiencia de esos senior que ahora “se aburren como una ostra” viendo series y también lamenta que los padres sigan sin hablar mucho de la vida y de temas económicos con sus hijos, respecto de los que se siente un cierto pudor, muy al contrario de lo que ocurre en América, donde los abuelos regalan acciones a sus nietos.

Adrià ha asegurado que fue un niño normal, del montón, y un estudiante normal, al que le gustaba el fútbol que recaló en elBulli como friegaplatos con 21 años para ganar dinero y poder irse a Ibiza y que un año después se quedó, “porque no había otro” como jefe de cocina en el que luego fue “el restaurante más importante del mundo a nivel de innovación”.

Un término este que, según ha recalcado, siempre está ligado al beneficio económico, si bien en cocina se cambia por el de vanguardia, como se hace con todas las disciplinas artísticas, aunque esta, por sí sola, “no da dinero”.

El experto en alta cocina ha subrayado que en el mundo solo existen 50 restaurantes innovadores, de los que solo cinco de ellos luchan por abanderar una innovación disruptiva, entendida esta como la aplicación de nuevas ideas que conducen a la modificación de productos, servicios y procesos y generan cambios drásticos en el mercado, las empresas y el comportamiento de los consumidores, ámbito en el que desde 1994 se movió elBulli.

Adrià defiende que “comer bien es el lujo más barato que hay” y admite que quienes se dedican a ello suelen ser vistos como “bichos muy raros”, ya que trabajar en un restaurante requiere tener una estructura mental importante, inmediatez, capacidad para manipular productos vivos con las que realizar productos efímeros, a lo que hay que sumar, ha dicho, una educación financiera y económica.

A sus 61 años, este amante de la propedéutica que en 2003 fue portada del dominical del New York Times, donde también ha estado Rafael Nadal, y que ha impartido clases en universidades como la de Harvard, que manejan presupuestos de 5.000 millones de euros frente a los 1.400 con los que cuentan todas las españolas, sigue estudiando cinco horas al día sobre muy diversas materias para seguir alimentando el legado de elBulli, ahora con holgura económica y alejado desde hace once años de los fogones de su reconocido restaurante. EFE