Altamira (EFE).- La antropóloga María de la Cerca sostiene que los medios de comunicación, desde que apareció el nombre de Altamira en prensa en 1880, han contribuido a reforzar el carácter icónico de la cueva y a reavivar la emoción que sigue despertando visitar esta cavidad aunque permanezca cerrada.
De la Cerca pretende demostrar esta afirmación con “Altamira. Primera plana”, un libro de 177 páginas que abarca la historia de la cueva de 1880 a 1979 y que producto de seis años de trabajo de releer, sistematizar, rescatar y sacar a la luz material guardado en la hemeroteca del Museo de Altamira donde se conservan más 15.000 registros, sólo de reseñas de prensa.
En una entrevista con EFE, María de la Cerca González (Madrid, 1960) asegura que esas páginas de periódicos y revistas muestran los intereses y esfuerzos de las personas e instituciones que han velado por la cueva, lo que permite reconstruir la vida de la Altamira contemporánea, pero también el significado icónico de la cueva.
Según iba consultando el material, cuya abundancia daría para un nuevo trabajo sobre la etapa más actual de la cueva, fue cayendo en la cuenta que se podía escribir “la nueva historia de Altamira”. Un nuevo relato más social, alejado del mundo científico, académico o político, que se ha convertido en la principal novedad de este trabajo editorial.
La polémica de Altamira
Esa investigación le ha permitido constatar la conversión del monumento que es la cueva prehistórica en un objeto patrimonial y la transformación de ese objeto “en la seña de identidad del pueblo cántabro”, de forma que a través de los periódicos se ve también la evolución de la sociedad cántabra, de la española y del propio concepto de Altamira.
A su juicio, la labor de la prensa ha contribuido al “afianzamiento de la Prehistoria en España”, permitiendo a la ciudadanía conocer los motivos que tenían los científicos ante la polémica sobre la autenticidad de las pinturas y modernamente, publicando los artículos de los investigadores que trabajaron en su conservación.

No obstante, reconoce que el carácter mediático de Altamira “muchas de las veces” va acompañado por una polémica, ya sea entre científicos partidarios del cierre de la cueva para su conservación o de políticos que la usan para sus campañas, “o incluso de los intereses de una comarca que la mira como fuente de riqueza y desarrollo”.
“Esta polémica es permanente -asegura- y ahí está la historia de Altamira y su conservación, con una prensa mostrando los problemas de cada momento histórico a través de unos actores que iban cambiando, pero reflejando siempre dos hechos claves: conservación versus acceso al patrimonio”.
La antropóloga cree que a la prensa “hay que agradecerle mantener en primera plana a Altamira”, no importa si la noticia era por peligros de conservación, por publicaciones novedosas, por nuevas apariciones sobre su arte o por las polémicas, ya que han reforzado su carácter icónico.
Otra forma de preservación
“Podríamos decir que la prensa ha creado otra forma de preservación del bien a través del mantenimiento de un relato continuo que mantiene viva la conciencia de identidad en la sociedad cántabra y creo que española en general”, asegura.
“La cueva de Altamira tiene un duende que te atrapa y han sido muchas las atrapadas”, explica, poniendo como ejemplo a su descubridor, Marcelino Sanz de Sautuola, o más reciente a José Antonio Lasheras, que dedicó más de veinte años de su vida a su estudio y a la divulgación de su arte y de la Prehistoria.
“Altamira. Primera plana” abarca desde el descubrimiento de las cuevas hasta 1979 y en todo ese extenso periodo, para la investigadora, uno de los hitos más destacados por la prensa fue su inclusión en la Lista de Patrimonio Mundial de UNESCO en 1985.
“Altamira ha traspasado fronteras convirtiendo al monumento en un bien único de la creación humana. Sus pinturas son magníficas, pero es además fueron las primeras descubiertas en Europa que se asociaron a la humanidad paleolítica, y gracias a ellas nuestro imaginario reconoce al arte rupestre”, afirma.
Reconoce que sería conveniente continuar su trabajo con la etapa más reciente de Altamira, que conlleva además el surgimiento de la prensa digital, y analizar al menos al año 2001 cuando se inaugura la sede actual del Museo y la Neocueva, una reconstrucción de cómo era en realidad la cueva de Altamira cuando fue habitada en el Paleolítico.