Teresa Correa posa ante las tres obras del proyecto "¿Acaso me nombras?", que se exhiben en la colección permanente del Museo de Altamira. EFE/Javier G. Paradelo

Fotografías que reivindican en Altamira a la mujer desde inicio de historia

Javier G. Paradelo.
Santillana del Mar (EFE).- Tres fotografías artísticas de bienes arqueológicos procedentes de la cueva de Altamira -colgantes, cuchillos, azagaya o agujas-, se han incorporado a la exposición permanente del Museo como nuevas miradas hacia el Paleolítico y para reivindicar la visibilidad de la mujer en el inicio de la historia.

Se trata de imágenes realizadas por la fotógrafa canaria Teresa Correa, instaladas en una sala frente a las vitrinas que contienen los materiales arqueológicos que sirvieron de modelo, para que el público pueda establecer un particular diálogo entre el arte contemporáneo y el paleolítico bajo la perspectiva de género.

Será la propia artista quien a mediodía de este sábado presente al público las obras e inicie el diálogo con su particular visión y el proceso de creación, ya que las fotografías pretenden descubrir belleza en los objetos arqueológicos y, al mismo tiempo, interpelar al espectador y proponer una nueva mirada llena de interrogantes.

Reescribir el paleolítico

En una entrevista con EFE, Teresa Correa ha explicado este martes que las tres imágenes forman parte del proyecto artístico “¿Acaso me nombras?”, de 2017, dentro de la primera exposición fotográfica sobre las colecciones arqueológicas del museo y con la que trató de reescribir el relato sobre el Paleolítico.

Bajo el paraguas de su mirada artística, Correa dirigió su interés desde los objetos materiales hacia las personas, con la motivación de cuestionar los discursos tradicionales y reivindicar la visibilidad de la mujer a lo largo de la Historia.

Vista del Museo Nacional y Centro de Interpretación Altamira. EFE/Pedro Puente Hoyos

Por ello, en aquella ocasión, la artista expuso sus fotografías rasgadas en dos mitades con una punta de sílex para representar la paridad con la que vivían las sociedades primitivas, un gesto con el que Correa se quería revelar frente al relato histórico tradicional, “pues sin una mitad, no se puede contemplar la totalidad”, considera.

Así utilizó para las fotografías uno de los llamados colgantes de Altamira, junto con un diente de ciervo que pende en el vacío y una concha trivia con varias perforaciones, imágenes que desde ahora dialogarán con su fuente de inspiración: el arte mueble de la cueva Patrimonio de la Humanidad.

A su juicio, cada imagen “reivindica la visibilidad de la mujer en el inicio de nuestra Historia, en los tiempos de Altamira”, y a la vez reclama una y otra vez una historia paritaria contada desde la igualdad de género.

Mirada “asimétrica” al pasado

También ha destacado que sus fotografías (las rasgadas de “¿Acaso me nombras?” y las ahora expuestas en la colección permanente) son “una mirada simétrica” hacia el pasado que “rescata a las mujeres tras la luz negra” (todas ellas realizadas en blanco y negro) y que reivindica la no separación de los mundos femenino y masculino.

En este sentido, ha recordado que rasgar los objetos arqueológicos durante la preparación de la muestra fue para ella “una catarsis” que la ha permitido darse cuenta de los perjuicios y estereotipos que existen impregnados en la historia oficial de la humanidad.

La directora de Altamira, Pilar Fatás, asegura que el compromiso del museo con la perspectiva de género “es continuo” desde su apertura en 2001, y continúa a través de nuevas propuestas como el libro “Prehistoria de Mujeres”, de la catedrática de Prehistoria Marga Sánchez Romero.

Ahora se refuerza la presencia de la mujer en la colección permanente del museo con la incorporación de las obras de Correa, como durante 2022 se hizo con las de la artista Arancha Goyeneche.