Una mujer fuma un cigarrillo electrónico, en una imagen de archivo. EFE/Sebastien Nogier.

¿Deben controlar las familias el uso del vapeador como el alcohol, el tabaco o los porros?

Santander (EFE).- El cigarrillo electrónico lleva unos veinte años entre nosotros, pero hace diez experimentó un “boom” que ha extendido su uso a casi la mitad de los jóvenes, sin que muchas de sus familias sean del todo conscientes de su peligro.

La psicóloga y técnica del Plan de Tabaquismo del Gobierno de Cantabria, Blanca Benito, advierte en declaraciones a EFE que el riesgo para la salud ya asociado al cigarro convencional aún no ha llegado a los vapeadores, que al ser “tan accesibles pueden confundir sobre su peligro a las familias”.

“Igual que controlamos que nuestros hijos no tomen alcohol o fumen porros, también es una cosa a controlar”, asegura la psicóloga, tras la presentación de una campaña del Ejecutivo cántabro contra el vapeo enmarcada en el Día Mundial sin Humo, que se celebra este miércoles, 31 de mayo.

Como norma general, Benito considera que la población “no sabe exactamente lo que está consumiendo” y tampoco cree que los buscadores de internet ofrezcan informaciones objetivas y de calidad porque, según apunta, llevan la firma de la industria tabaquera.

“Algunos piensan además que si lo pueden comprar en un bazar o en la feria del pueblo, no será tan malo como dicen”, lamenta.

Más de 20.000 formas y 15.000 sabores

Por eso desde la Consejería de Sanidad de Cantabria están organizando jornadas y campañas para concienciar del daño, ya no solo del tabaco, sino también de los cigarros electrónicos, que tienen “más de 20.000 formas -algunas similares a un pen drive o rotuladores- y 15.000 sabores”, por lo que “hay un producto específico para cada consumidor”, alerta Benito.

“El tabaco es tan malo y nocivo que hubiera sido muy difícil inventar algo peor; cualquier cosa que vayas a consumir es menos mala, lo que no significa que queramos que lo utilicen los jóvenes”, explica, ya que el vaper es “una puerta de entrada” al tabaco porque acostumbra a quien lo usa a inhalar y al gesto boca-mano.

A su juicio existe “un grave problema” porque la industria está intentando captar a los jóvenes para que luego se pasen al tabaco. “Evidentemente esto no lo cuentan, pero si te enganchas a la nicotina a través del vapeo es mucho más probable que termines fumando”, subraya.

Benito recuerda que la Ley de medidas sanitarias frente al tabaquismo prohíbe la venta a los jóvenes de productos que se parezcan al tabaco, “incluso un cigarrillo de chocolate”, agrega. “Esto es lo mismo, un producto que recuerda el gesto de fumar y está disfrazado con diseños bonitos y sabores que recuerdan a golosinas”, insiste.

Vista de varios cigarrillos electrónicos expuestos en un stand de la feria “Vape China Expo” del cigarrillo electrónico de China. EFE/Rolex Dela Pena.

Preocupa el consumo experimental

Lo que más preocupa a los especialistas es el consumo experimental porque, explica esta psicóloga, “los adolescentes, como es normal y lógico, quieren probarlo y están llegando muy fácil a este mercado”, a pesar de que su venta está prohibida a menores de 18 años.

“Cuanto más mayores son, más lo usan con nicotina. Esa es una de nuestras preocupaciones: igual empiezan sin ella, pero van aumentando la graduación y de la nicotina al tabaco es más fácil pasar”, alerta.

La regulación es el camino, pero los pasos que se van dando son “pequeños”. “Cuando aparecieron en el mercado se podían usar casi en cualquier sitio, ahora mismo están prohibidos en centros sanitarios, administraciones públicas o medios de transporte”, señala.

En su opinión, hay que regular también su uso en la hostelería porque “no se puede pretender que sea un camarero el que lo controle”.

El vapeo causa problemas respiratorios, con una neumonia, la Evali, exclusivamente asociada al cigarrillo electrónico; pero también otras dolencias relacionadas con el sistema cardiovascular o la vista, en este caso por los aerosoles.

Por Pablo G. Hermida