Varias personas durante la inauguración de las exposición con los ejemplares de la biblias que Marcelino Menéndez Pelayo guardó en la biblioteca de su casa de Santander, desde el renacimiento hasta la ilustración, este viernes en Santander. EFE/Pedro Puente Hoyos

Exponen las biblias de Menéndez Pelayo, “joyas de la historia del libro de libros”

Santander (EFE).- El intelectual Marcelino Menéndez Pelayo recopiló a lo largo de su vida ejemplares de la biblia sacra que repasan la historia editorial de este “libro de libros” desde el siglo XV, un conjunto de “joyas” que se podrán ver hasta finales de agosto expuestas en el Archivo Catedralicio de Santander.

La muestra reúne treinta y seis ejemplares editados entre el renacimiento y la ilustración, publicados tanto en las lenguas clásicas (hebreo, latín y griego) como en traducciones a distintas lenguas vernáculas.

Su comisario, el catedrático emérito de Estudios Hebreos y Arameos de la Universidad Complutense de Madrid, Julio Trebolle, ha presentado este viernes la exposición en un encuentro con periodistas junto al Obispo de Santander, Manuel Sánchez Monge, y la alcaldesa de la capital cántabra, Gema Igual.

Obras seleccionadas y grabados

El filólogo, historiador y escritor cántabro reunió en su biblioteca personal de Santander 20 obras seleccionadas, divididas en varios volúmenes, que conforman los 36 ejemplares de la muestra, que se completa con reproducciones de grabados extraídos de esas ediciones.

El esquema de la exposición sigue, según ha explicado Trebolle, el proceso de estudio de la biblia desde el renacimiento hasta la época de Menéndez Pelayo, sobre todo la ilustración.

La intención es editar los libros bíblicos, igual que se editaban los libros clásicos, y luego traducirlos.
Luego sigue la época de la ilustración, época en que aparecieron las biblias traducidas al español, por iniciativa del rey Carlos III y seguido por Carlos IV.

Entre esos ejemplares, Trebolle ha destacado la biblia políglota regia de Arias Montano, impresa en Amberes (Bélgica) por Plantino, que se compone de ocho volúmenes, cinco con textos en columnas en hebreo, griego, arameo y latín y tres, recogidos en un solo libro, reúnen lo que su autor denominó “Apparatus”.

Inauguración de la exposición con los ejemplares de la biblia que Marcelino Menéndez Pelayo guardó en la biblioteca de su casa de Santander, desde el renacimiento hasta la ilustración. EFE/Pedro Puente Hoyos

También ha resaltado la presencia de la Biblia del Oso, así denominada por la marca de impresor de su primera página, traducida por Casiodoro de Reina y perteneciente al monasterio jerónimo de San Isidro del Campo, en Sevilla.

Y ha subrayado la importancia de ejemplares de la biblia traducida por Cipriano de Valera, la de Ferrara, y el Psalterium Quintuplex, de Jacques Lefèvre d’Etaples, de 1509 impreso en Paris por Henri Estienne.

En la muestra también se pueden ver, entre otros ejemplares, una biblia encargo de Carlos III en 1780; la de Félix Torres Amat, iniciada con autorización de Carlos IV y publicada en nueve volúmenes entre 1823 y 1825, o la hebrea editada por Augustus Hahn en 1839 en dos volúmenes en la ciudad alemana de Leipzig; son otras de las publicaciones que incluye esta exposición, en la que también hay obras en latín y griego.

La visita concluye con una obra enciclopédica del siglo XVIII de Sabatier, que Trebolle ha resaltado que “sigue vigente” y recoge la versión latina más antigua conservada en la cornisa cantábrica, desde que llegan los refugiados de la invasión musulmana.

La Biblia, un libro único

“La biblia no es un libro cualquiera”, ha reivindicado el obispo de Santander, quien ha recalcado que es un “libro con muchos libros” escrito originalmente en varias lenguas a lo largo de muchos siglos y en distintos géneros literarios. “Yo espero que esta exposición contribuya a que algunos se acerque a estos libros y puedan experimentar lo que significa la fe”, ha apuntado Sánchez Monge.

La alcaldesa de Santander, Gema Igual, ha remarcado la importancia del legado de Menéndez Pelayo con “joyas” como estas biblias, conservadas en la biblioteca del intelectual en la capital cántabra, actualmente propiedad municipal y biblioteca de consulta.