La diseñadora Isabel Álvarez, en su taller, donde produce productos que buscan dar una segunda vida a la piel de la vaca tudanca. EFE/ Pablo Ayerbe. Caselles.

Una segunda vida a la piel de la tudanca

Mazcuerras (EFE).- La tradición y la cultura ganadera cántabras se unen con el diseño en HoSCA, una firma que busca dar una segunda vida a la piel de la preciada vaca Tudanca.

Desde su taller, ubicado en el pequeño municipio de Mazcuerras, la diseñadora Isabel Álvarez produce desde hace cuatro años bolsos, complementos, mobiliario o alfombras con el sello distintivo de la piel de esta raza bovina autóctona de Cantabria.

“Siempre pensaba: nos la comemos, todo el mundo dice que está riquísima, pero ¿Qué pasa después?”, explica en una entrevista con EFE la diseñadora, quien reivindica un producto con “valores” y “su propia historia”.

Álvarez señala que, tras investigar qué ocurría con las pieles de esta vaca una vez llevada al matadero, decidió iniciar un proyecto para dar una identidad a esa piel, manteniendo su característico pelo en sus productos.

Este pelaje, cuyos colores van del negro al blanco a través de una variada escala de grises, da una identidad “rica en matices”. “La vaca Tudanca siempre me ha parecido una vaca muy elegante”, dice Álvarez.

La diseñadora Isabel Álvarez, en su taller de Mazcuerras. EFE/ Pablo Ayerbe. Caselles.

“La circularidad de la tudanca”

Todo ello forma parte, según manifiesta, de la “la circularidad de la Tudanca”, que se cierra en su trabajo, con el que pretende reflejar la “pasión” que ponen los ganaderos y la sostenibilidad en su producción.

“La propia vaca ya es sostenible de por sí, es una vaca que está en el campo, limpia los bosques, vive bastante bien, y es querida. Yo no he visto hablar a ningún ganadero mal de su vaca: a veces estás dudando si habla de su vaca o de su novia”, asegura.

Aunque señala que el producto que manufactura “no es circular al cien por cien”, sí afirma que es “sostenible”, ya que trata de curtir la piel sin usar químicos.

Es un producto de cercanía, a pesar de que, según admite, “a veces no es fácil que sea lo más cercano posible”, porque no existen determinados servicios, como curtidores, en los alrededores.

Todo ello forma parte de las dificultades, subraya, que tiene producir en un entorno rural, aunque esta diseñadora cántabra está “encantada” de haber podido emprender un negocio en Mazcuerras.

“Lo más complicado es que siempre que necesitas cosas, nunca las tienes a mano”, observa Álvarez, quien también señala que, con la venta a través de internet, “hoy en día es más fácil” vender en la periferia.

Por Pablo Ayerbe Caselles.