La música, receta para la depresión

Por Pablo G.Hermida |

Santander (EFE).- Demostrar que haber estado en un concierto puede mejorar los síntomas de una enfermedad asociada a la salud mental o al dolor es el objetivo del “Proyecto Mupsique”, que apuesta por compatibilizar el uso de medicamentos con otra terapias orientadas al bienestar emocional del paciente.

En 2021, el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla y el Ayuntamiento de Santander, a través de la Banda Municipal que dirige Vicent Pelechano, pusieron en marcha este proyecto enfocado a la música, las emociones y la salud, que cuenta a Efe su otro impulsor, el jefe de Psiquiatría del centro hospitalario cántabro, Jesús Artal.

“Podemos utilizar la música como una herramienta terapéutica”, afirma Artal, quien explica que ya han tenido “una grata experiencia reconociendo emociones y maravillosos fragmentos musicales en vivo junto a varios colectivos sociales”.

Este proyecto defiende que la música y cantar, sobre todo en coro, tiene unos efectos terapéuticos “evidentes”.

El jefe de Psiquiatría de Valdecilla subraya que “detrás hay una base neurobiológica” porque la producción de hormonas como la dopamina, la oxitocina o la endorfina “despierta sentimientos de grupo, de tranquilidad o de bienestar. Eso está demostrado”, recalca.

Más música, menos medicamentos

El objetivo de Artal es “entrar en el hospital con músicos, pacientes y niños”. “Hay un campo extraordinario para empezar”, asegura, porque con las personas con dolor o depresión “se pueden hacer muchas cosas”.

A su juicio, la música disminuiría el consumo de ansiolíticos o analgésicos en el caso del dolor en pacientes y ahora sólo falta “vehiculizar las propuestas” porque, además, cree que “no faltarían patrocinadores para este tipo de proyectos”.

En estos momentos, Cantabria cuenta con un coro en el que participan profesionales de salud mental y pacientes que han tenido depresión y sus familiares, que se llama “La voz del paciente”.

Un tratamiento personalizado

El jefe de Psiquiatría de Valdecilla confía en que, “dentro de un tiempo, a la vez que se recete un medicamento, se aconseje ir a un concierto o una actividad”, más aún teniendo en cuenta el auge de estas dolencias.

En su día a día, cuando percibe mejoría en un paciente y ve que “la medicación ha hecho su trabajo”, el doctor Artal le dice a sus pacientes que les toca “activarse y volver a hacer aquello que les gusta hacer” porque “lo mejor es que uno haga aquello que le ha hecho sentirse bien”.

“A cada persona habrá que recetarle de una forma muy personalizada aquellas actividades que le permitan recuperar esa motivación y ese placer de las cosas del día a día”, destaca.

En su opinión, la medicación “no llega a todas las partes de una persona depresiva”. “Cuando esa angustia fuerte empieza a ceder y a cicatrizar esa herida, es cuando hay que meter actividades sin prisa pero sin pausa”, sostiene.

Complicado de demostrar

Sin embargo, demostrar los resultados de este tipo de terapias con “estudios sólidos es muy difícil”.

“Funciona, pero hay que demostrarlo con datos”, dice Artal, quien recibe una respuesta “muy positiva” de los pacientes cuando “consiguen romper la barrera del no me apetece o he perdido la costumbre”.

El truco, en su opinión, es “cambiar el lenguaje de la depresión que te deja sin ganas” con medicación, relación médico-paciente y psicoterapia. “A medida que lo va haciendo (el paciente), va cogiendo más ganas”, apostilla.

Y valora que los principales gestores sanitarios de Cantabria están “muy dispuestos” a probar la música como terapia porque en algunas unidades españolas ya se está metiendo música.

“Me consta que el gerente de Valdecilla -Rafael Tejido- está abierto a experiencias en rehabilitación, salud mental, cuidados intensivos”, insiste.

Artal es consciente de que hay trabas como “el día a día, las urgencias, la pandemia o las listas de espera, que parece que impiden avanzar en cosas importantes”.