El Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, en la provincia de Ciudad Real, cumple este 28 de junio cincuenta años desde su declaración como tal, pero medio siglo después, su protección no ha servido para impedir su paulatina degradación que le convierten en uno de los humedales más amenazados de Europa. EFE/Jesús Monroy

Las Tablas de Daimiel, medio siglo de protección sin impedir su degradación

Ciudad Real (EFE).- El Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, en Ciudad Real, cumple este 28 de junio 50 años desde su declaración.

Medio siglo después, su protección no ha servido para impedir su paulatina degradación, que le convierten en uno de los humedales más amenazados de Europa.

El historiador, geógrafo e investigador postdoctoral en la Universidad de Sevilla, Alberto Celis, ha explicado a EFE que los espacios naturales protegidos se crean para proteger una naturaleza única, biodiversa o amenazada.

El humedal estuvo formado por tablas fluviales generadas por la confluencia de los ríos Gigüela y Guadiana en un área de escasa pendiente y por la descarga del extenso acuífero situado en la zona occidental de la Llanura manchega.

Al encharcamiento contribuía la escorrentía superficial de los ríos Gigüela y Azuer, de carácter irregular, pero la mayor parte del caudal y la permanencia del encharcamiento se debía a las surgencias situadas en las proximidades del Parque Nacional, conocidas como “Ojos del Guadiana”.

Pero ha denunciado que la sobreexplotación de las aguas subterráneas por el regadío ha transformado drásticamente el lugar.

Las Tablas de Daimiel: un “sumidero”

“Las Tablas de Daimiel ya no son el rebosadero del acuífero, sino un sumidero por el que se infiltra el escaso caudal que llega a consecuencia de los cada vez más excepcionales periodos húmedos o de manera artificial por los trasvases procedentes desde el río Tajo”, ha indicado.

En 1973, ha relatado, España adquirió el compromiso de su protección por ser este espacio fundamental para las aves migratorias.

Posteriormente, junto al Parque Nacional de Doñana, se convirtió en el primer espacio en integrarse en la Lista de Humedales de Importancia Internacional, la conocida Lista Ramsar, lo que extendía el compromiso de conservación al ámbito internacional.

El Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, en la provincia de Ciudad Real.EFE/Jesús Monroy

Estas figuras de protección, ha advertido, “no han impedido que la escasez de agua sea la imagen más habitual debido a que los ríos ya no forman tablas fluviales”.

Cincuenta años después de la declaración del Parque Nacional, el historiado y geógrafo ha apuntado que es el momento de evaluar y cambiar aquello que no ha funcionado.

No proteger los Ojos del Guadiana: principal error

En este sentido, ha dicho que el principal error en 1973 fue no proteger los Ojos del Guadiana y las tablas fluviales que formaba el Gigüela desde Alcázar de San Juan hasta Daimiel y las que formaba el río Guadiana desde los Ojos del Guadiana hasta la zona junto al río Jabalón en Corral de Calatrava.

El decreto de la declaración se demostró con el tiempo que había sido cicatero cuando los planes agrarios, basados en la sustitución del secano por el regadío, secaron los ríos del Alto Guadiana, ha lamentado el investigador.

A partir de aquel momento se produjo una desconexión del Parque Nacional con la cuenca hidrográfica que lo sostenía y comenzaron una serie de planes de restauración que quisieron transformar este lugar en una laguna artificial.

Pero ha explicado que estos planes hace tiempo que entraron en el “mismo bucle”, ya que como los ríos no aportan caudal, el humedal se seca, la alarma por la falta de agua llega a los medios de comunicación y se recurre a un trasvase que acaba infiltrándose cuando llega al parque.

Todo ello, mientras se espera a que un ciclo húmedo, algo muy ocasional en La Mancha, acabe con la alerta y haga correr el agua por unos ríos que han pasado de ser estacionales a excepcionales.

“Despilfarro del erario público”

Para Celis, el continuo regreso a este bucle no solo refleja el fracaso de estas soluciones, sino que también genera frustración y un creciente malestar entre la sociedad que cree, desesperanzada, que nada se puede solucionar.

Por otro lado, favorece el gasto de cientos de millones de euros en propuestas ingenieriles, hidráulicas o ambientales que suponen un “despilfarro del erario público”.

Para el investigador postdoctoral en la Universidad de Sevilla, una vía de salir de esta vía muerte, es ampliar la superficie del actual parque nacional, tal y como reivindican algunas asociaciones conservacionistas de España. EFE