Valladolid, (EFE).- Los monjes de la Cartuja de Miraflores han pedido al Metropolitan Museum of Art de Nueva York la devolución de Santiago El Mayor, una valiosa escultura de alabastro tallada por Gil de Siloé para el panteón real de Juan II e Isabel de Portugal, situado frente al altar de la iglesia, en las cercanías de Burgos.
La petición, tramitada durante 2022 a través de la embajada de España en los Estados Unidos, no comporta ninguna reclamación de tipo judicial sino que más es bien amistosa, una especie de diálogo para lograr el retorno a la Cartuja de Miraflores de una obra maestra de la escultura gótica española (siglo XV), de donde salió de forma fraudulenta.

Lo ha explicado este miércoles a EFE Ricardo Romaniega, portavoz de los monjes cartujos, una orden contemplativa fundada en el siglo XI y caracterizada, entre otros, por el voto de silencio, asentada en las inmediaciones de Burgos tras la cesión, por parte del rey Juan II, de un pabellón de caza para consagrar el monasterio.
Sección de arte medieval
“Iniciamos el proceso hace un año y la embajada habló directamente con el Metropolitan”, museo que desde finales de los sesenta conserva la estatua de Santiago El Mayor en “The cloisters”, la sección dedicada al arte medieval, institución que hace casi veinte años envió a la Cartuja de Miraflores una réplica de la misma.
Fue después de la restauración integral del conjunto funerario de alabastro -emprendida en 2006 por la Fundación del Patrimonio Histórico Español- del que formaban parte varios apóstoles, uno de ellos Santiago El Mayor, tallado como peregrino y que estaba situado en la cabecera del sepulcro, delante de la escultura de Isabel de Portugal, madre de Isabel la Católica.
Los espacios vacíos de otras esculturas que también desaparecieron fueron ocupados, “para disimularlos”, por otras piezas que no correspondían al panteón real, como comprobaron en 2006 los restauradores al comparar lo que se encontraron al comienzo de los trabajos con varias imágenes del mismo firmadas a principios del siglo XX por Vadillo, reportero gráfico del Diario de Burgos.
El responsable de todo fue José María de Palacio y Abárzuza, conde de las Almenas, “un ingeniero y afamado coleccionista de obras de arte en Madrid que reunió durante el primer tercio del siglo XX con buen gusto y criterio”, ha expuesto a EFE la profesora titular e historiadora del arte María José Martínez Ruiz (Universidad de Valladolid), autora de varios estudios sobre el personaje.

En la Cartuja de Miraflores desde 1915
Avalado por el arzobispo de Burgos, según dijo, llegó en 1915 a la Cartuja de Miraflores para ofrecer sus servicios como especialista y restaurador del monumento funerario y de otros elementos artísticos, fruto de la devastación al que fue sometido el cenobio por las tropas napoleónicas, primero, y más tarde por el despojo de las desamortizaciones de los gobiernos liberales del XIX.
“El caso es que hizo unas intervenciones muy libres en el sepulcro y en otras dependencias donde llegó con el permiso del arzobispo de Burgos, y dispuso de cierta libertad para actuar con prácticas un poco extrañas. Se llevó piezas a Madrid con la excusa de restaurarlas mejor que no volvieron en algunos casos y disimuló con otras los huecos que dejó”, ha proseguido.
Con esta estrategia llegó a reunir una colección de arte extraordinaria (Renacimiento y Gótico principalmente), que depositó en el Palacio del Pico, mandado construir por él en Torrelodones (Madrid) a principios del XX, incluso con piezas y elementos artísticos que obtuvo con artimañas análogas.
Este palacio, donde falleció en 1925 Antonio Maura y Carlos Saura rodó en 1978 “Mamá cumple cien años”, fue propiedad del dictador Francisco Franco, cuya familia lo vendió en los años ochenta a un grupo empresarial para un proyecto hostelero que nunca llegó a abrir, hasta convertir el recinto en un lugar cerrado y prácticamente abandonado.
El conde de las Almenas, añade esta historiadora del arte que es autora entre otros estudios de “La enajenación del patrimonio en Castilla y León (1910-1936)”, subastó su colección en 1927 por medio del matrimonio de hispanistas formado por el arquitecto Arthur Byne y su esposa, Mildred Stapley, enviados a España por la Hispanic Society de Nueva York en los años veinte, como miembros correspondientes, “pero que pronto se convirtieron en marchantes”.
Santiago El Mayor
“En la colección figuraba Santiago El Mayor. Fue subastada en la American Art Asociation y supuso un gran acontecimiento en la época porque era raro que salieran piezas tan valiosas y exquisitas”, ha agregado la profesora Martínez Ruiz, quien ha precisado que la pieza fue a parar a un coleccionista particular antes de recalar, en torno a 1969, al Metropolitan Museum of Art, que también conserva la monumental reja original de la catedral de Valladolid.
En esta reclamación amistosa, sin procedimiento judicial, no ha intervenido la Junta de Castilla y León, como ha confirmado a EFE el consejero de Cultura y Turismo, Gonzalo Santonja, quien no obstante ha considerado este asunto como una petición “justa y oportuna”.
“La reclamación me parece justa por cómo salió la escultura, pero han pasado muchos años, casi un siglo, por lo que habrá que documentar muy bien todo. Me parecen oportunas y necesarias este tipo de reclamaciones pero hay que hacerlo muy bien para no echar piedras sobre tu causa”, ha analizado antes de ofrecer el apoyo de la Junta de Castilla y León a los monjes cartujos, quienes “no nos han comunicado nada”, ha concluido Santonja. EFE