La pequeña localidad abulense de Bonilla de la Sierra es escenario este Viernes Santo de uno de los desfiles procesionales más singulares y sobrecogedores de la Semana Santa abulense, el de "Los Negros": tres penitentes que, vestidos de luto riguroso y distanciados por 30 pasos y 50 metros, anuncian la muerte de Cristo tocando la esquila, el fagot y el tambor. EFE/ Raúl Sanchidrián

La procesión de “Los Negros”, el sabor rural e íntimo de la Semana Santa abulense

Bonilla de la Sierra (Ávila), 07 abr (EFE).- La sobrecogedora y austera procesión de “Los Negros”, en la pequeña localidad abulense de Bonilla de la Sierra, de sólo 131 habitantes censados, ha mostrado este Viernes Santo el sabor rural de la Semana Santa abulense.

Lejos de las multitudes y del bullicio provocado por las masas que acuden a presenciar los desfiles procesionales, este municipio abulense, declarado conjunto histórico artístico desde mayo de 1983, anuncia la muerte de Cristo de una manera única y singular, a través de los tres protagonistas de la procesión de “Los Negros”.

La pequeña localidad abulense de Bonilla de la Sierra es escenario este Viernes Santo de uno de los desfiles procesionales más singulares y sobrecogedores de la Semana Santa abulense, el de “Los Negros”.EFE/ Raúl Sanchidrián

Se trata de Luis Fernández, de 82 años, Carlos Jiménez-Torres, de 21, y José Blázquez, de 58 años, que han partido de la capilla de la impresionante colegiata de San Martín de Tours (s. XVI) en un desfile en el que estos penitentes, vestidos de riguroso negro, han guardado la distancia de 30 metros y 50 pasos.

Tres protagonistas: “Los Negros”

De esta manera, han cumplido con la tradición de anunciar la muerte de Cristo en un sobrecogedor desfile en el que cada uno de ellos ha tocado un instrumento: Fernández la esquila, Jiménez-Torres el fagot y Blázquez el tambor, cuyo estruendo ha conmovido a quienes se encontraban en el interior y exterior del templo.

Y todo ello, en medio de un silencio sepulcral, solo roto por el sonido de estos tres instrumentos, que han ido abriéndose paso por las empedradas calles de Bonilla de la Sierra, a unos 60 kilómetros al oeste de la capital abulense, en la vertiente norte de la Sierra de Gredos.

La pequeña localidad abulense de Bonilla de la Sierra es escenario este Viernes Santo de uno de los desfiles procesionales más singulares y sobrecogedores de la Semana Santa abulense, el de “Los Negros”.EFE/ Raúl Sanchidrián

Esta procesión única y con sabor rural, se ha desarrollado en un día espléndido, tras el Vía Crucis matinal por las intrincadas calles de este pueblo que la pasada noche vivió estas mismas escenas en un ambiente lúgubre y de duelo.

500 metros en una hora

Se trata de uno de los actos de Semana Santa más singulares que tienen lugar, ya que pocos se asemejan a este desfile cuyos 500 metros de recorrido tardan en completarse algo más de una hora, debido a la lentitud acompasada de los protagonistas.

No hay imágenes, ni pasos, ni estandartes, ni incienso, ni cualquier otro elemento de la tradicional puesta en escena semanasantera, ya que los tres protagonistas, junto al rico patrimonio de Bonilla de la Sierra, son suficientes para provocar sentimientos e imágenes inolvidables.

Sobre todo, para quienes acudan por primera vez a esta localidad singular y sorprendente, que ofrece uno de los actos más impactantes de la Semana Santa abulense, gracias a una singularidad impactante.

Los tres protagonistas se preparan, como si de un ritual se tratase, en el interior de la colegiata, antes de comenzar a salir en procesión, uno a uno, desde un templo cuyo interior forma parte del recorrido de la procesión.

Cada uno de ellos, ataviados con hábito, verdugo y cíngulos negros, ha ido apareciendo con una distancia de 30 metros y 50 pasos, a un ritmo pausado y mantenido durante todo el trayecto, en una ceremonia convertida en ritual, tras ser recuperada hace tres décadas.

Procesión de “Los Negros”, en solitario

El primero en aparecer, como una figura espectral, ha sido Luis Fernández que a sus 82 años lleva desde los 14 formando parte de esta procesión en la que hace sonar la esquila.

Mientras tanto, el joven Carlos Jiménez espera desde la sacristía a que el primero de ‘Los Negros’ salga por la puerta del templo para iniciar, al mismo ritmo, su recorrido haciendo sonar el fagot.

El compromiso de este último, vecino de Ávila y estrechamente vinculado a Bonilla de la Sierra, responde a su deseo de continuar con esta tradición de la mano de Esteban Jiménez, cuya memoria pretende mantener viva siguiendo su estela, tras fallecer en 2017 cuando tenía 54 años.

Jiménez, que entonces tenía 16, ha continuado con su legado portando su uniforme de ‘negro’, tocando el fagot que él mismo hizo en su momento.

El último en salir del templo, una vez que los dos primeros ‘negros’ lo han abandonado, ha sido José Blázquez, que ha golpeado el tambor, cuyo estruendo ha hecho que retumbara en el interior de la colegiata.EFE