Valladolid (EFE).- La memoria de los docentes depurados en la Guerra Civil y los primeros años del Franquismo tiene en la segunda película de Patricia Font (“El maestro que prometió el mar”) un nuevo eslabón de homenaje y dignificación, una cinta donde también rebate el olvido de las generaciones que sufrieron la Guerra Civil.
Ambas ideas gravitan sobre la figura histórica de Antonio Benaiges (1903-1936), destinado en la Escuela Nacional Mixta de Bañuelos de Bureba (Burgos) durante el año previo a la Guerra Civil, donde desplegó una pedagogía avanzada para la época basada en la naturaleza, cooperación y el apoyo de la imprenta para la enseñanza.
De todo ello se ha servido Patricia Font para ensamblar su segundo largometraje de ficción, “El maestro que prometió el mar”, presentado este viernes fuera de concurso en la sección oficial de la 68ª Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), que mañana despide ocho días de proyecciones con el palmarés y la entrega de premios.
Se mezclan “componentes muy dramáticos y muy bonitos a la vez”, ha analizado Font (Barcelona, 1978) sobre un filme que también pone de relieve la labor realizada durante los últimos veinte años por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) en la localización, exhumación e identificación de represaliados durante la Guerra Civil y el Franquismo.
“Todavía hay miles y miles de desaparecidos sin exhumar aún sabiendo dónde están las fosas”, ha lamentado al referirse a esta circunstancia, también reflejada en su película, “como una oportunidad para pasar del pasado al presente, de enlazar la dos tramas” sobre las que se articula el metraje.
Generación de silencios
La primera es la historia verídica de Benaiges, quien no pudo cumplir su promesa de llevar a sus alumnos a conocer el mar a su tierra tarraconense porque fue detenido, torturado y asesinado al inicio de la Guerra Civil, mientras que la segunda es el silencio que envuelve a las generaciones que vivieron guerra y posguerra.
A esta “cadena de silencio” se ha referido, durante la rueda de prensa posterior a la proyección, el escritor Francesc Escribano, autor y coordinador de varios libros e investigaciones sobre Benaiges, que ha colaborado en la película protagonizada por Enric Auquer con guión de Albert Val.
“Esta historia también es de presente porque ha habido una generación marcada por el silencio, que se quedó todo dentro y destrozó familias porque la herencia del olvido es inasumible”, ha analizado sobre un asunto que “es más de humanidad” porque “matar y borrar (lo sucedido) es humanamente imposible”.
Le ocurre a algunos de los protagonistas de la película y también le sucedió al escritor José Antonio Abella (Burgos, 1956) cuando a finales de los años setenta estuvo destinado como médico en Bañuelos de Bureba y no tuvo conocimiento de la figura de Benaiges porque nadie se lo refirió.
Años más tarde, Abella publicó la novela “Aquel mar que nunca que vimos” (2020), construida sobre un exhaustiva investigación recabada por este escritor, médico y escultor (es autor de la polémica escultura que representa a un pequeño diablillo cerca del acueducto de Segovia).
Tras su estreno en España, dentro del festival de Valladolid, “El maestro que prometió el mar” será preestrenado en Briviesca (Burgos), cuyo ayuntamiento ha colaborado en la producción, capital de la comarca de La Bureba y no lejos de la fosa común de La Pedraja, donde no ha sido localizado el cuerpo de Benaiges, cuya memoria descansa en el corazón de muchas personas.
Recta final
El festival de Valladolid cierra este viernes las proyecciones a concurso con “The shadowless tower”, del chino Zhang Lu, la historia de un divorciado que trata de recomponer su vida personal a través de una mujer
con quien comparte una relación especial y que el realizador desgrana con una lentitud en ocasiones desmedida.
La jornada concluye con un documental dedicado a la figura y el legado de la reportera Cristina García Rodero, de Carlota Nelson, a la espera d que este próximo sábado el jurado divulgue un palmarés donde se sitúan con nota “Green border”, de la polaca Agnieszka Holland; y “las cuatro hijas”, de la tunecina Kaouther Ben Hania.