El alcalde de León José Antonio Diez y el abad Luis García, este domingo en León. Un año más el pueblo de León y el Cabildo de San Isidoro han finalizado el debate de Las Cabezadas sin llegar a un acuerdo sobre si las ofrendas al santo son un acto "libre y voluntario", como sostiene el primero, o una "obligación", como cree el clero. Se trata de un debate que, un año más desde el siglo XII, ha quedado "en tablas" en la ceremonia celebrada en el claustro de la Colegiata de San Isidoro.EFE/J.Casares

El pueblo y el clero firman tablas en Las Cabezadas de León

León (EFE).- Un año más el pueblo de León y el Cabildo de San Isidoro han finalizado el debate de Las Cabezadas sin llegar a un acuerdo sobre si las ofrendas al santo son un acto “libre y voluntario”, como sostiene el primero, o una “obligación”, como cree el clero.

Se trata de un debate que, un año más desde el siglo XII, ha quedado “en tablas” durante la ceremonia celebrada este domingo en el claustro de la Colegiata de San Isidoro.

Es una tradición en la que el pueblo acude a agradecer a San Isidoro, con un “cirio de arroba bien cumplida y dos hachones de cera”, su mediación para que acabara con la sequía que asoló León en 1158 bajo el reinado de Fernando II, época de esplendor del viejo Reino.

Síndico y capitular

Desde entonces, el clero sostiene que el pueblo se ve obligado a repetir la ofrenda cada año, pero este defiende que se trata de un acto libre y voluntario por lo que, cada último domingo de abril, un representante municipal, el llamado síndico, y uno del Cabildo, el capitular, discuten sin acuerdo y se intercambian regalos.

En esta ocasión, ha ejercido de síndico el concejal de Régimen Interior, Movilidad y Deportes, Vicente Canuria, quien ha introducido la inteligencia artificial para apoyar sus argumentos.

Ha insistido en la incapacidad de su contrincante para poder probar la obligación del acto y ha propuesto rebautizar la celebración como “la fiesta de los cabezotas” que “no terminan de entender que se acude de forma voluntaria”.

Para modernizar la estética del abad, Canuria le ha regalado unos llamativos calcetines, similares a los que suele vestir el alcalde de León, José Antonio Díez.

El representante del Cabildo ha sido el canónigo Manuel García, quien ha aplaudido que este año “nos hayamos librado de una ceremonia sostenible, transversal y vegana”.

Tablas como siempre

Tras la argumentación de uno y otro, al final, como si de una interminable partida de ajedrez se tratara, ambos se han ofrecido tablas para que el pueblo leonés y los visitantes puedan seguir disfrutando al menos durante otros ocho siglos de esta ceremonia.
Después de que cada uno de los protagonistas de este debate sin fin encomendaran a sus secretarios dejar constancia del empate, el concejal ha entregado el cirio y los hachones al obispo de la Diócesis, Luis Ángel de las Heras.

Tras el debate se ha oficiado la misa a cuya conclusión los representantes del pueblo, esto es la corporación municipal, se ha alejado de la portada principal de San Isidoro haciendo las tres reverencias, el gesto que da nombre a Las Cabezadas que, por esas cosas de los empates, tendrá prórroga de nuevo el próximo año.

Siglo XII

La raíz de esta tradición se remonta al año 1158 cuando, para evitar una catastrófica sequía sobre la capital, los leoneses procesionaron el arca de las reliquias de San Isidoro pero, dos leguas más allá, la urna comenzó a pesar tanto que se dio por imposible continuar el camino.

Fue doña Sancha, esposa del rey Fernando I, quien acudió al lugar, y después de tres días de ayuno y oración, tocó el arca, el peso se alivió hasta el punto que unos chiquillos pudieron devolverla a la Colegiata sin apenas esfuerzo para, después que se obrara el milagro, comenzara la lluvia y se paliara la sequía.

Desde entonces, el pueblo de León acude cada año a agradecer la mediación de San Isidoro y a realizar una ofrenda conformada por un “cirio de arroba larga y dos hachones de buena cera”, aunque el Cabildo siempre sostiene que no se trata de una acto libre y voluntario, sino de una obligación. EFE