El presidente de la multinacional de hemoderivados Grifols, Víctor Grífols (i), junto a su hermano Raimon Grífols Roura (c) y Víctor Grífols Déu (d), hijo de Víctor Grífols Roura. EFE/Quique García

Los ejecutivos externos ganan terreno al frente de las empresas familiares catalanas

Barcelona (EFE).- Grifols, el gigante catalán de los hemoderivados, es la última empresa familiar catalana que se ha sumado a la tendencia, cada vez mayor en los últimos años, de situar en el puesto de consejero delegado a un directivo externo a la familia propietaria.
El caso de Grifols es significativo porque era un ejemplo de gran empresa -cotiza en el mercado continuo español y en el Nasdaq estadounidense- comandada por la familia Grifols, ya que entre 1987 y 2017 estuvo liderada por Víctor Grífols Roura y desde entonces por su hijo Víctor Grífols Deu y su hermano Raimon Grífols Roura como co-consejeros delegados.
No obstante, la semana pasada la multinacional catalana, presionada por los mercados para reducir su abultada deuda, cedió todo el poder ejecutivo al suizo Thomas Glanzmann, al añadir el cargo de consejero delegado al de presidente, que ya ostentaba desde febrero.

El presidente y consejero delegado de la empresa farmacéutica Almirall, Carlos Gallardo (d), junto al secretario del Consejo de Administración, Daniel Ripley (i), durante la Junta General de Accionistas EFE/Andreu Dalmau


Aunque la Asociación Catalana de la Empresa Familiar (Ascef), una entidad creada en 1998 y amparada por el Instituto de la Empresa Familiar, no dispone de datos acerca de cuántas empresas catalanas han dado el paso de ceder la gestión del día a día a un ejecutivo externo a la familia propietaria, en la última década ha habido un goteo de casos significativos en esa dirección.

Esteve y Cementos Molins, entre las empresas con un CEO externo

Un ejemplo de ello es la farmacéutica Esteve, controlada por la familia homónima, que en 2018 decidió nombrar como consejero delegado al sueco Staffan Schüberg, un directivo ajeno a la familia.
Unos años antes, en 2015, otra compañía familiar, en este caso cotizada, Cementos Molins, fichó a Julio Rodríguez, que había sido vicepresidente de Schneider Electric, como consejero delegado del grupo cementero para sustituir a Joan Molins Amat, miembro de la familia propietaria.
La compañía de moda Mango -que tiene a Toni Ruiz como consejero delegado-, la farmacéutica Uriach -comandada por Oriol Segarra como primer ejecutivo- o bien la farmacéutica Ferrer, con Mario Rovirosa como CEO, son otros ejemplos de separación desde hace años entre la familia propietaria y la gestión del día a día de la empresa.
También dieron ese paso hace años compañías históricas catalanas como Agrolimen o el fabricante de sanitarios Roca.

Almirall hace el camino inverso

La farmacéutica Almirall también ha tenido a ejecutivos externos a la familia Gallardo como consejeros delegados en los últimos años, como el belga Peter Guenter o el italiano Gianfranco Nazzi, pero a finales de febrero anunció que dejaba de buscar nuevo consejero delegado y le confió esa responsabilidad a Carlos Gallardo, hijo del histórico Jorge Gallardo, propietario de la compañía junto a su hermano Antonio.
No obstante, la transición de un primer ejecutivo externo a uno de la familia propietaria es un camino mucho menos visto en los últimos tiempos.

Ascef subraya que lo indelegable es el rol como propietario

El presidente de Ascef, Jaume Alsina, considera que al referirse a la gestión de las empresas se debe pensar “en los mejores”, sean de la familia o externos, pero ha subrayado, en declaraciones a EFE, que en el caso de las empresas familiares “lo indelegable” es su rol como propietario.

El consejero delegado del grupo de moda Mango, Toni Ruiz, durante el acto de presentación de resultados de 2022, año en el que Mango consiguió un beneficio neto de 81 millones de euros. EFE/Quique García


“No podemos rehuir que los miembros de la familia propietaria se formen como accionistas responsables”, añade Alsina, tercera generación de la familia propietaria de la empresa Encofrados J. Alsina y consejero delegado de esta compañía, quien defiende la conveniencia de que las empresas familiares cuenten con una gobernanza planificada con tiempo y bien diseñada.
Series como la popular Succession, que narra las desavenencias internas entre la familia propietaria de un imperio de medios audiovisuales, ponen de manifiesto la importancia de contar con órganos para favorecer el consenso interno en la familia propietaria.
Según el informe “El poder regenerador de la empresa familiar”, de julio de 2022, elaborado por KPMG con la colaboración de STEP Project Global Consortium, un 38 % de las empresas familiares españolas cuenta con un consejo de familia, es decir, un foro en el que se pueden plantear, debatir y buscar consensos sobre aquellos aspectos que afectan a la familia propietaria y a su relación con la empresa.
Este estudio, elaborado a partir de 284 respuestas de líderes de empresas familiares españolas, también revelaba que en España la familia propietaria ejerce un nivel de control e influencia “alto” sobre el negocio en un 59 % de los casos, por un 36 % de media en Europa.

Directivos de empresas familiares, una mirada a largo plazo

Se elija el modelo de gestión que se elija -un mando ejecutivo de la familia o de fuera-, Alsina asegura que el primer ejecutivo debe ser alguien que combine la ambición de ser competitivo con la característica de las empresas familiares de pensar “en el medio plazo”, y no solo en el corto plazo.
En esta línea, asegura que las empresas familiares han salido reforzadas en términos de reputación tras la pandemia al preocuparse más por sus empleados que otros perfiles de compañías.