Muñoz & Sampayo reabren la persiana de “El bar de Joe”, refugio de su fauna de perdedores

Barcelona (EFE).- “El bar de Joe”, las peculiares historias de personajes que trabajan o frecuentan un local neoyorquino, un auténtico retablo de la condición humana, regresa a las librerías de la mano de Salamandra Graphic, que ha publicado una edición integral de esta obra de los argentinos José Muñoz y Carlos Sampayo.
El guionista Sampayo y el dibujante Muñoz crearon esta serie a finales de los 70 derivada de su obra principal “Alack Sinner”, en la que el bar de Joe aparecía esporádicamente en las andanzas del detective existencialista.

Una serie surgida de la casualidad


La idea de desarrollar una serie ambientada en un bar neoyorquino fue fruto de la casualidad, ante la circunstancia de que la editorial que tenía los derechos de “Alack Sinner”, Éditions du Square, pasaba por dificultades, y aunque Muñoz y Sampayo empezaron a trabajar en 1979 para Casterman, por cuestiones legales no pudieron retomar las historias del detective hasta tres años después.
En “El bar de Joe”, Sinner se deja ver como un cliente más, sin protagonizar ninguna de las historias, pues la dupla argentina pone el foco en la fauna que busca refugio en el local, personajes habitualmente angustiados e infelices que arrastran problemas y preocupaciones diversas y que suelen acabar mal.


Se desgranan así asuntos relacionados con el amor y el desamor, la amistad, el sexo, las relaciones sociales y raciales, la emigración, la política o la enfermedad, que plantean a los protagonistas dilemas morales de difícil o imposible resolución.
“El bar de Joe” incluye 10 historias aparecidas entre finales de los 70 y 1986 en revistas francesas de cómic, como ‘À Suivre’, y que ahora han sido traducidas por primera vez al castellano.
Aparecen en ellas “Pepe el arquitecto”, un joven inmigrante sin papeles que trabaja como limpiador en el bar, “Wilcox & Conrad”, el relato de un asesino que entabla amistad con su futura víctima, o “Historias oxidadas”, en la que un excampeón de boxeo en la indigencia acepta protagonizar una pachanga que acabará con su vida.
En “Historias amigables”, tres excombatienes de Vietnam se reúnen para explicarse su vida actual, que adornan con falsos éxitos mientras ocultan sus respectivas miserias, y en “Tenochtitlán” se descubre que un exitoso director ganador de un Oscar oculta que en la película murieron dos extras por su egocentrismo creativo.
El volumen se completa con otras cinco historias, bajo el epígrafe, “En los bares”, que José Muñoz y Carlos Sampayo realizaron a principios del siglo XXI a modo de continuación de “El bar de Joe” y que se desarrollan en locales de diversas ciudades, como Buenos Aires, París, o Barcelona.

La evolución de los dibujos


El tiempo transcurrido entre la primera de las historias y las últimas permite observar la evolución de los dibujos de Muñoz, más perfilados al inicio de la serie y con trazos más gruesos y abundancia de claroscuros al final, siempre dentro de su línea expresionista en blanco y negro.


La única concesión al color, rojo más concretamente, se muestra en la cubierta ilustrada del libro, con un título y algunos objetos teñidos de un carmín intenso.
Se da la circunstancia de que cuando dibujaron “El bar de Joe”, Muñoz y Sampayo nunca habían estado en Nueva York, por lo que se tuvieron que valer de sus impresiones y conocimientos adquiridos en películas o relatos literarios para recrear su atmósfera, un hándicap que, cuando a posteriori contaron a dibujantes neoyorquinos, les dejaba atónitos por la verosimilitud conseguida.
Carlos Sampayo (Buenos Aires, 1943) es autor de novelas, relatos cortos, poesía y guiones de historieta y cine. En 1974 conoció a José Muñoz, con quien creó al célebre detective “Alack Sinner”, considerado como uno de los clásicos del género policíaco y que creó escuela en el cómic.
José Muñoz (Buenos Aires, 1942) es un dibujante que estudió en la Escuela Panamericana de Arte, donde tuvo como maestros a Alberto Breccia y Hugo Prat.
Establecido en Europa desde 1974, su obra ha merecido numerosos premios, como el Yellow Kid en el Festival de Lucca (Italia), en 1983, la Medalla Max und Moritz, en el Salón del Cómic de Erlangen (Alemania), en 2002, o el Gran Premio del Salón de Angoulême (Francia) en 2007.