El escritor norteamericano Francisco Goldman, de padre de origen judío ruso y madre guatemalteca, presentó hoy en Barcelona su novela "Monkey Boy", ganadora del American Book Award y finalista del Premio Pulitzer de Ficción 2022, en la que narra lo que significa ser estadounidense y tener una identidad que se nutre de diversas culturas. EFE/Alejandro García

Goldman: Para escribir la verdad no necesitas escribir sobre hechos reales

Barcelona, (EFE).- El escritor estadounidense Francisco Goldman, que acaba de publicar en España su última novela, “Monkey Boy”, que cierra una trilogía autobiográfica, asegura que “para escribir la verdad no necesitas escribir sobre hechos reales”.

Todos estos libros, ha explicado Goldman en una conferencia de prensa en Casa América Catalunya, son “un descubrimiento a través de la memoria, y la memoria es ficción, construida a partir de imágenes dispersas, para contar de manera coherente esos pensamientos”.

Tras “El circuito interior” (2015) y “Di su nombre” (2012), dedicada a la muerte de su primera esposa, Aura Estrada, Francisco Goldman repasa en “Monkey boy” (Almadía) su juventud, la relación con sus padres, el período formativo mientras viaja en tren desde Nueva York a Boston, para visitar a su madre.

“Toda novela es autobiográfica, pero en este caso se trataba de un proyecto muy serio para entender la pérdida, el duelo, todos los porqués que me habían llevado a este momento de la vida tan difícil, tan oscuro en el que el duelo no termina”, señala el autor, que perdió a su primera mujer en un accidente en 2007.

De esas “obsesiones casi enfermizas” Goldman se preguntó por qué le había costado tanto aprender a amar, a pesar de que había tenido muchas novias en su juventud y llegó a la conclusión de que el origen estaba en su padre estadounidense de origen rusojudío, que había creado “un ambiente muy violento en casa” y al que nunca vio un gesto de ternura.

Comenta el escritor norteamericano que su padre “era un hombre infeliz, siempre enojado, pero que fabricaba dentaduras postizas, o sea, se dedicó profesionalmente a crear una de las imágenes del sueño americano, la sonrisa sintética” y añade: “Si hubiera crecido en una familia normal, me habría enamorado con 30 años y no habría conocido a Aura y ella estaría viva, pensaba obsesionado”.

Afrontó “Monkey boy” con dudas pues después de haber escrito sobre la guerra de Guatemala y “tanto sufrimiento” en Centroamérica, “podía parecer frívolo, pero era necesario escribir sobre mi vida”.

Tardó siete años en escribir la novela y para el autor “el mayor logro fue encontrar una estructura sencilla, íntima, que aunque parece estar contando un viaje de cinco días está narrando toda una vida”.

Curiosamente, advierte Goldman, en esos siete años su vida cambió mucho: “conocí a mi actual esposa, Jovi, me enamoro de nuevo, nace mi hija, muere mi madre y llega Donald Trump a la presidencia, que nos enfermó mentalmente, nos volvió locos a todos en Estados Unidos”.

A su juicio, Trump encarnaba mucho de “la cultura gringa” que estuvo muy presente en su juventud: “la arrogancia, la misoginia”.

Piensa Goldman que empezó la novela con una idea de su identidad y de sí mismo que era falsa: “Siempre había pensado que la persona que más había definido mi vida era mi padre, pero he descubierto que yo también soy emigrante cuando voy a México, y todo lo que he hecho en mi vida ha sido acercarme a mi madre, inspirarme en ella, aproximarme a su Guatemala natal”.

Precisamente, aunque nacido estadounidense, Goldman se sentía “huérfano de la literatura anglosajona, porque sentía más cercana la literatura latinoamericana” y por esa razón viajó a Guatemala durante la guerra contra Estados Unidos.

Además de ofrecer una radiografía sobre la identidad individual y colectiva de un país, Goldman clama por la fortaleza femenina, sin la cual sería imposible sortear las infancias más turbulentas.

Tras este libro, Goldman está acabando ya un proyecto que arranca desde hace muchos años y que ahora por fin va a ver acabado, una novela sobre “la comunidad multiétnica y multicultural de New Bedford, un pueblo pesquero de Massachusetts, “una ciudad fronteriza, que está en el Atlántico, no en la frontera con México, que Melville incluyó en su ‘Moby Dick’ y que representa una visión americana muy inclusiva, a pesar de ser un lugar duro, muy violento”.