Amparo (i) y Eva, las dos hijas del cantante Nino Bravo, posan con una gran foto de su padre en el homenaje que se le rindió a los 40 años de la muerte del cantante valenciano. EFE/ Juan Carlos Cárdenas/Archivo

El eco real y virtual de Nino Bravo deslumbra a todo volumen 50 años después de su muerte

Carlos Bazarra | València (EFE).- El eco de la inconfundible voz de Nino Bravo crece sin freno 50 años después de su muerte con un sinfín de homenajes y reivindicaciones hacia una figura de la cultura popular que ha marcado la banda sonora de varias generaciones y cuyo legado musical sigue imparable en plataformas virtuales y redes sociales.

Este domingo se cumple medio siglo del accidente de tráfico que le convirtió en mito con solo 28 años y lo hace nada menos que en el Año Nino Bravo declarado solemnemente en la Comunitat Valenciana, pero también repleto de conciertos y giras nacionales de tributo, el título de Hijo Adoptivo de València y hasta un jardín con su nombre en la capital valenciana, donde también marca el ritmo festivo y emocional de dos de sus citas más populares, las Fallas y el fútbol.

Una vida

Luis Manuel Ferri Llopis, que era su nombre real, nació en un pequeño pueblo del interior de Valencia, Aielo de Malferit, el 3 de agosto de 1944, pero allí solo vivió allí los dos primeros años de su vida antes de que su familia se asentara en València, en la calle de la Visitación. Allí creció el niño al que llamaban Manolito, que de adolescente empezó a trabajar en una joyería mientras apuntaba ya maneras en el cante melódico, según relatan sus biógrafos y recoge la web oficial del artista, para posteriormente formar con varios amigos “Los Hispánicos” y, después, “Los Superson”.

Ya como Nino Bravo -nombre artístico elegido por su entonces representante, aunque sobre este asunto no hay un criterio unánime-, el cantante editó cuatro discos entre 1970 y 1972: “Te quiero, te quiero”, “Nino Bravo”, “Un beso y una flor” y “Mi tierra”, aupado por una pléyade de compositores como Manuel Alejandro, Augusto Algueró y El Dúo Dinámico, y supo aprovechar su magnetismo en directo con actuaciones televisivas de gran audiencia y participaciones en festivales por España, Latinoamérica y Europa.

Busto erigido en honor del cantante Nino Bravo en una calle del barrio que le acogió durante su estancia en Valencia. EFE/Kai Försterling/Archivo

En esos apenas tres años se convirtió en un ídolo de masas tanto en España como en el extranjero, y no solo en la “América” de su célebre canción: sus canciones fueron editadas en países como Alemania, Francia, Angola, Turquía y Holanda, y aún hoy sigue siendo una de las voces españolas más influyentes, reproducidas e imitadas (no solo en karaokes) del mundo dentro del género melódico y latino.

Además, su imagen fue impoluta esos años: era un marido y padre de familia ejemplar, vestía y se peinaba a la moda de los primeros 70 y no protagonizó ninguna polémica relacionada con la política. Todo le sonreía, se sentía querido por doquier y afrontaba su vida con humildad pero también orgulloso de la cima que estaba escalando.

Un accidente

En 1973, Nino Bravo preparaba su quinto álbum de estudio y quería abrir una sala de fiestas en València ambientada en los libros de Julio Verne que, además, sirviera de plataforma para dar a conocer a artistas y grupos de esta tierra, como el dúo Humo, a quien iba a producir su primer disco en Madrid.

Viajaba precisamente con ellos y con su guitarrista y amigo Pepe Juesas cuando, en la madrugada del 16 de abril, su BMW se salió de la carretera a la altura de Villarrubio (Cuenca). Este pueblo, por donde antes pasaba la carretera N-III, tiene una calle con el nombre del cantante y un monolito junto a la “Cruz de Nino Bravo”, instalada junto al punto kilométrico donde tuvo lugar el accidente.

El cantante sufrió unas heridas tan graves que le causaron pocas horas después la muerte en Madrid, adonde fue trasladado en ambulancia desde Tarancón.

A su entierro, en el Cementerio General de València, acudieron más de 10.000 personas, según sus biógrafos, y su muerte causó una gran conmoción en la cultura y la sociedad del universo latinoamericano, que desembocó en festivales y homenajes póstumos, además de la publicación de su último elepé de estudio que no sería sino el inicio de una inacabable riada de recopilatorios, discos de tributo, de versiones y hasta de remezclas para oyentes del siglo XXI.

Nino Bravo da nombre a calles de municipios como València, Aielo de Malferit, Náquera (Valencia), Roquetas de Mar (Almería) y Tuineje (Las Palmas), y en su localidad natal tiene un museo dedicado íntegramente a su vida y obra.

Una herencia

Además de los millones de discos que ha vendido, la carrera musical de Nino Bravo ha encontrado otro aliado en internet, no solo por la posibilidad de escuchar en todo momento sus grandes éxitos, de recordar sus actuaciones en vivo o entrevistas durante sus tres años de gloria o de ensayar para el karaoke, sino por el uso imparable de sus himnos en redes sociales como Instagram o TikTok.

En Spotify acumula ya 1,3 millones de oyentes mensuales y 737.000 seguidores y su tema estrella es, con gran diferencia, “Un beso y una flor”, con 72 millones de reproducciones; le siguen “Libre” (26 millones), “Noelia” (19 millones), “Te quiero, te quiero” (17 millones) y “Cartas amarillas” (7 millones).

En cuanto a los vídeos, el de “Un beso y una flor” vuelve a dominarlos a todos en YouTube, con 100 millones de reproducciones entre los dos más visionados del artista valenciano: uno de ellos fue el único videoclip oficial del artista, rodado en Baleares en 1972, aunque recientemente la Filmoteca de València ha recuperado otro corto, hasta ahora inédito, con tres canciones grabado en 1971 por varias zonas de Madrid para su emisión en Argentina.

Un sinfín de homenajes

La Generalitat, Les Corts Valencianes y el Ayuntamiento de Aielo de Malferit han declarado 2023 el “Año Nino Bravo” como homenaje oficial al legado musical y sociocultural que dejó en esta tierra, donde se le considera la voz más representativa del patrimonio musical valenciano del siglo XX (con permiso de Camilo Sesto y Bruno Lomas, que hay opiniones para todos los gustos).

El Ayuntamiento de València le concederá en octubre la distinción de Hijo Adoptivo de la ciudad y pondrá su nombre a un jardín de casi 2.000 m2 que alberga desde 1977 un busto de bronce de “Homenaje de la juventud valenciana a Nino Bravo”, situado a pocos metros del que fue su domicilio familiar.

El Palau de les Arts de València acogerá este 27 de abril un nuevo concierto de la Banda Municipal en homenaje a Nino Bravo que será gratuito hasta completar el aforo y donde actuará su hija Eva Ferri; por su parte, la gira “50 años sin Nino” recorrerá desde mayo la Comunitat Valenciana y ciudades como Madrid y Barcelona para homenajearle con un doble formato (Big Band y Orquesta Sinfónica).

Además, en la céntrica plaza de la Reina de València puede verse estos días una exposición al aire libre con grandes paneles fotográficos que repasan una veintena de momentos clave de su vida artística (1968-1973) con imágenes de conciertos pero también saboreando las mieles del éxito y disfrutando de momentos distendidos (como encima de un columpio), todo ello desde el objetivo de quien fue su cronista visual, José Torres Cabo. EFE