Tres décadas sin lograr tumbar las castas en India

Jaipur (India) (EFE).- En el Tribunal Superior de Rajastán, en el norte de la India, está la única estatua conocida de Manu, el redactor del milenario código social hindú que oficializó el sistema de castas, un símbolo de desigualdad y opresión que desde hace tres décadas algunos intentan derribar, pero sin éxito.

La estatua ocupa desde 1989 un lugar privilegiado frente a uno de los edificios del complejo judicial en Jaipur, la capital regional, y representa al mitológico legislador hindú Manu como un gurú, con larga barba y su melena recogida en un moño, mientras sostiene en su mano izquierda su obra: el “Manusmriti“.

Este libro, conocido también como “Las Leyes de Manu” y redactado hacia el siglo II antes de Cristo, consiste en 2.685 versos sobre las obligaciones sociales y deberes de las diferentes castas e individuos, la vía correcta para gobernar o los castigos que imponer a los transgresores, entre otros aspectos, pero siempre beneficiando a la casta superior de los brahmanes o sacerdotes.

“Durante siglos, el texto tuvo éxito en (…) convencer a los de fuera de que los brahmanes eran realmente superiores, ese estatus era más importante que el poder político o económico. A día de hoy, Manu sigue siendo el símbolo preeminente -ahora un símbolo negativo- del represor sistema de castas: es Manu, más que cualquier otro texto, que los intocables queman en sus protestas”, explica la académica Wendy Doniger en el prólogo a su traducción de esta obra.

El milenario sistema de castas hindú divide por nacimiento a la sociedad en cuatro grandes grupos, por orden de pureza: brahmanes (sacerdotes), shatriyas (guerreros), vaisyas (comerciantes) y sudras (sirvientes), que a su vez se subdividen en cientos de subcastas.

En lo más bajo de ese sistema están los descastados intocables o dalits, considerados impuros que realizan los trabajos más penosos, como la recogida manual de heces. Según el censo de 2011, en la India hay 166 millones de dalits, el 16,2 % de la población.

En el “Manusmriti” al “fiero intocable” se le considera “el peor de los hombres“, el inferior, y se indica que deben vivir alejados de los pueblos, vestir “la ropa de los muertos“, comer en “platos rotos“, se les pagará con las sobras de la comida, no podrán salir por la noche o deberán llevar un “distintivo” reconocible.

La sociedad hindú se tomó estas indicaciones al pie de la letra durante siglos, y muchas de ellas siguen vigentes. También se indicó cómo penalizarlos, sinónimo de las atrocidades contra los dalits.

“Si un hombre de casta más baja hiere a un hombre de una casta más alta con alguna parte de su cuerpo, esa misma parte de su cuerpo debe ser amputada (…) Si un hombre de casta inferior trata de sentarse en el mismo asiento que un hombre de casta superior, se le debe (…) desterrar o cortarle las nalgas”, sentencia Manu.

La India tendría que esperar hasta su Constitución de 1950, tres años después de su independencia del Imperio británico, para prohibir oficialmente las castas, promoviendo además una discriminación positiva en favor de las más bajas. Una Carta Magna impulsada por el líder intocable Bhimrao Ramji Ambedkar que sin embargo no ha logrado acabar con la marginación.

“No tengo ningún ejemplo en el mundo de tal explotación y negación de derechos por un período de tiempo tan largo y con la intensidad de la intocabilidad”, remarcó a Efe el académico Sukhadeo Thorat, director del Instituto Indio de Estudios Dalits (IIDS).

MANU VS LA CONSTITUCIÓN

En este contexto, activistas dalits y otros grupos se preguntan cómo es posible que en un lugar donde se deberían promover ante todo los valores de la Constitución, se ha colocado la estatua del mitológico autor de una obra que para las castas bajas simboliza lo mismo que para los judíos el “Mein Kampf” de Adolf Hitler.

El permiso para instalar la efigie de Manu en las premisas del Tribunal Superior de Rajastán se obtuvo en marzo de 1989 y desde julio de ese mismo año se ha intentado retirarla, topándose siempre con la oposición de cientos de abogados y jueces de casta alta.

Desde 2008, el testigo de la lucha legal contra la estatua pasó al abogado A.K. Jain, que reconoce a Efe en su despacho en Jaipur que no tiene “esperanza” de que algún día el caso acabe resolviéndose a su favor, ya que “nadie quiere tocar el asunto, por lo que lo mantienen pendiente”, con escasas audiencias.

En 1990 hubo una de esas audiencias y la siguiente no llegaría hasta 2015 por iniciativa de Jain, que vivió “una escena en la corte que se parecía más a un campo de batalla”, con unos 400 abogados brahamanes que se lo tomaron como una “demostración de fuerza”, mientras que por su parte apenas llegaban al medio centenar.

El activista y abogado del Tribunal Supremo de la India Mehmood Pracha recordó a Efe en Nueva Delhi que el propio Ambedkar quemó el “Manusmriti” en 1927, “y en su lugar trajo la Constitución de la India”, pero según él no son buenos momentos para combatir a los seguidores de Manu debido al Gobierno hinduista del partido BJP.

“El poder judicial está bajo una tremenda presión del Gobierno, que quiere implementar el Manusmriti y demoler la Constitución de la India. No es un objetivo oculto. (…) Casi más del 90 % de los jueces, si no me equivoco, pertenecen a la llamada casta superior”, explicó Pracha. EFE