Marion Cotillard, en una imagen de archivo. EFE/EPA/Joe Maher /

Marion Cotillard estrena “Asuntos Familiares” y dice que “criar a los hijos en la competitividad solo genera dolor”

Alicia G. Arribas |

Madrid (EFE).- Marion Cotillard acaba de estrenar en las salas españolas su último filme, “Asuntos familiares”, dirigido por Arnaud Desplechin, donde de nuevo el francés aborda el odio entre dos hermanos para hablar de la vida, del crecimiento interior y, de paso, del daño que puede hacer la competitividad entre dos niños.

Así al menos lo ve la actriz parisina, quien asegura en una entrevista con EFE que, aunque algunos padres piensan que poner a competir a sus hijos está bien porque les preparan para un mundo competitivo, “eso produce mucho dolor, y ese dolor -advierte- puede acabar transformado en odio”.

Cotillard (París, 1975) -que fue la primera francesa en conseguir un Óscar a mejor actriz protagonista por “La Vida En Rosa: Edith Piaf” (2008)-, y su compañero de reparto Melvil Poupaud, realizan un trabajo espectacular en esta película, que se cuenta a través de su dolor y su incapacidad de comunicarse, y en las duras escenas de reproches igual que en la puerilidad de algunos encuentros.

Como la tremenda escena con la que empieza la película: Alice (Cotillard) y su marido acuden a casa de su hermano Louis (Poupaud) para darle el pésame por la muerte de su hijo de seis años. Pero Louis estalla contra la hermana y la echa de su casa. Cinco años después, los padres de ambos sufren un terrible accidente de coche. Parece inevitable que tendrán que volver a hablarse.

Marion Cotillard: "Criar a los hijos en la competitividad solo genera dolor"
Marion Cotillard, en una imagen el pasado mes de julio. EFE/EPA/Christophe Petit Tesson

Ambos son dos reconocidos artistas, Alice, actriz, y Louis, escritor y poeta.

“Alice es una mujer que desde pequeña se siente muy unida a su hermano, con una relación muy íntima, pero no soportó que él alcanzara la celebridad cuando ella era ‘la’ famosa, y ese amor contrariado se acaba convirtiendo en odio, y ese odio es la única manera que tienen para construirse, el uno y la otra”, explica la protagonista de “De óxido y hueso” (2012).

Explica la actriz que Louis, en sus libros, deja ver que sus padres, “sin mala intención, siempre los pusieron a competir entre ellos, a compararlos, y esto es muy destructivo. Si en tu propia familia no tienes entidad sino que te miran a través del otro y te comparan, acaba naciendo un monstruo”.

Para Cotillard, “es un hecho que Desplechin hace películas muy íntimas, que él tiene su propia historia que contar y que en esta película lo hace con esta ficción, no es para nada autobiográfica. Él ya había explorado el odio entre hermanos en películas como ‘Un cuento de navidad'(2008), y creo que es en la propia exploración del tema donde él encuentra la liberación”, apunta.

Personajes atormenados y planes de futuro como directora

Aunque interpreta a una divertida Cleopatra en la última comedia familiar “Astérix y Obélix y el reino medio”, aún en cartelera, Cotillard reconoce que lo suyo son “los personajes atormentados y de gente en lucha que intenta comprender por qué no pueden conseguir un poco de luz, en ese tormento hay algo que me interesa mucho”, comparte.

Hay una lista demasiado larga de directores con los que le gustaría trabajar para llegar al cenit de su mejor papel, dice, pero “algún día” será ella quien dirija: “Me gustaría dirigir actores e intentar entender al actor desde fuera, no sé si lo haré en cine o en teatro, ni si lo haré pronto, pero sé que acabaré haciéndolo”.

Del personaje de Alice dice no haber aprendido gran cosa, si acaso le ha confirmado “cosas que ya sabía, como que si uno se construye a partir de la frustración y el odio y no llega a explorar estos sentimientos de manera de limpiarlos, pues te conviertes en una persona atormentada y tóxica para ti y para los demás”.

Cotillard, ni feminista ni ecologista: en contra de las etiquetas

“El movimiento #MeToo vino de las actrices, es cierto, pero se ha ido expandiendo por todos los sectores de la sociedad. Es una revolución necesaria y queda mucho camino por hacer, pero estoy muy contenta de que las mujeres empiecen a dejar de ser subordinadas, que no sean agredidas y que no se vean como objetos sexuales. Pero queda mucho camino”, advierte.

No le gusta el calificativo “feminista” aplicado a ella, ni se define tampoco como ecologista, porque “cualquier etiqueta” le parece “reductora”.

“Lo que sí puedo decir es que siento un profundo amor por las mujeres, que tengo necesidad de luchar con ellas para que consigan sus derechos fundamentales y que hay cosas en particular que me sublevan”, como que “a estas alturas haya desigualdad de salarios entre hombres y mujeres”.