Gijón, 10 jul (EFE).-El escritor Paco Gómez Escribano ha vuelto a utilizar los personajes extremos que caracterizan su obra en su última novela, “Narcopiso”, que ha presentado este lunes en la Semana Negra de Gijón porque le sirven para hacer crítica social y política, que es lo que le “interesa” de la literatura.

El autor ha dicho que su obra es una mezcla de realismo sucio con novela negra en la que los personajes, siempre extremos, antihéroes que no tienen nada que perder, tienen un papel predominante por encima de las tramas y las historias.

“La literatura de lo normal no me interesa, sus personajes me aburren, lo que busco es el lado siniestro y no me gusta hacer otro tipo de relatos”, ha destacado en un encuentro con la prensa en el festival de Gijón, en el que participa habitualmente desde que presentó su primera novela, “El círculo alquímico”, en 2011.
Ingeniero Técnico Industrial en Electrónica, profesor de Formación Profesional y músico además de escritor, Gómez Escribano ha publicado ocho libros antes de “Narcopiso”, un relato inspirado al ver una pelea entre dos yonquis armados con catanas a las puertas de un edificio donde se vendían drogas.
En esta novela, el autor ha desarrolla una trama en la que el Pirri, el Araña, el Tijeras y el Perla aceptan el encargo de desalojar a una mafia de narcotraficantes que ocuparon un piso para sus negocios y le hacen la vida imposible a los viejos jubilados que viven allí.
Fiel a su estilo, Gómez Escribano ha centrado el relato en un espacio pequeño del barrio, un lugar característico, que en este caso es el bar de Julito, una especie de base de operaciones de este grupo de “colgados”, del que también forma parte La Carmen, una falsa pitonisa que sobrevive cobrando por adivinar un futuro del que no tiene ni idea.
A este particular grupo de veteranos, sobrevivientes de la heroína, se suman los sobrinos del Araña y sus amigos, que se hacen llamar los “brothhers” y que constituyen las nuevas generaciones al que las antiguas no entienden.
El escritor ha dicho que los bajos fondos del barrio han cambiado desde que comenzó a hacer una “cartografía social” en sus libros, y las nuevas bandas juveniles comparten con las anteriores su destino de fracasos, la nula capacidad de integración, pero sin los valores de lealtad, solidaridad y compromiso de los veteranos.
Ha explicado que en un principio la banda del bar de Julito decide enfrentarse a la mafia de narcos por dinero, ante la inacción de las fuerzas de seguridad para desalojarlos, pero luego terminan haciéndolo por “dignidad”, para defender un territorio frente a la invasión de gente de fuera.
“En este caso son unos matados que deciden enfrentarse a una mafia poderosa, pero tampoco tienen nada que perder”, ha destacado.