José Carlos Rodríguez
Santiago de Compostela (EFE).- A Yolanda Castaño la noticia de haber recibido el Premio Nacional de poesía la ha pillado en San Cristóbal de las Casas, en el estado mexicano de Chiapas. Haciendo, como dice ella, lo que suele hacer, que es “viajar mucho” con su poesía “en gallego”, lengua que utiliza como vehículo de expresión literaria y de la que se siente “orgullosa”.
“Escribo en mi lengua propia y camino con la cabeza bien alta escribiendo en gallego. No la creo ni defectiva, ni subsidiaria ni menor que otras”, afirma a EFE mientras desayuna.
Castaño (Santiago de Compostela, 1977) no se encuentra en México por ocio o turismo. Revela que ha viajado al estado de Chiapas para participar en el Festival Mundial de Poesía Contemporánea San Cristóbal. Allí son apenas las ocho de la mañana y asegura que su teléfono no ha dejado de sonar desde que bien temprano recibió la noticia de que le había sido otorgado el Premio Nacional de Poesía por parte del Ministerio de Cultura y Deporte.
Contenta por el galardón
“No creo que pueda aspirar a nada más. Ha sido un sueño poder lograrlo. He amanecido muy contenta”, confiesa.
Dotado con 30.000 euros el jurado le ha otorgado el galardón por su obra “Materia”, una “poderosa propuesta poética en la que cada estado de la materia se expresa en un tono propio”.
Castaño se une así a una larga nómina de mujeres poetas que escriben en gallego y a las que en los últimos años el Ministerio de Cultura ha decidido premiar por su contribución literaria.
Tanto Pilar Pallarés como Olga Novo obtuvieron en 2019 y en 2020, respectivamente, el Premio Nacional de Poesía con obras escritas en gallego y también en 2020 la poeta Alba Cid obtuvo el Premio Nacional de Poesía Joven Miguel Hernández, lo que da buena cuenta de que, como dice Castaño, “la poesía que se escribe en España no solo se escribe en castellano”.
“Se están logrando maravillosos frutos en otras lenguas del Estado. La multiculturalidad, el plurilingüismo no puede más que enorgullecernos y debemos sentirlo todas y todos, no solo los que provenimos de este tipo de nacionalidades históricas”, afirma.
Para Castaño las lenguas “suman” y “nunca deberían restar”.
Escribir en gallego, siendo mujer y un género como la poesía
Además, escribir en gallego responde para ella a “una triple coherencia”: la de escribir en gallego “desde la periferia”, “siendo mujer”, que continúa siendo “el género marcado”, y en un género literario como la poesía, que es “el lenguaje alternativo al discurso del poder”.
Aunque escribe siempre en su lengua materna, afirma que para ella no supone “una traición” traducir su obra al castellano: “No entiendo la traducción como una traición. La entiendo como un puente maravilloso que puede conectarnos con otros. Todas las competencias y todos los recursos que tengamos al alcance de nuestra mano son riquezas que no debemos desechar. Debemos abrazarlas y emplearlas con inteligencia”, asegura.
Respecto al premio, intuye que aunque lo que se valora es una obra en concreto, “siempre hay algo colindante que la impulsa” y que puede ser o bien la trayectoria o “un trabajo o una actitud”.
Quizá sea el trabajo incansable por la poesía, a la que Castaño lleva dedicándose más de 30 años: “Al final tanto le das y tanto te devuelve. Como muchas cosas en la vida”, señala.
No niega sin embargo que “Materia” pueda haber sido una obra que “conecte” con muchos lectores o lectoras, en tanto que “todos somos materia familiar en una u otra medida”.
Su poemario gira en torno a temas como la maternidad o la familia y lanza un mensaje sobre la necesidad de tener una actitud “crítica” ante la maternidad, que puede ser común tanto a mujeres que han decidido no ser madres como a madres “disidentes o alternativas” y “críticas con el patriarcado”.
“Me gustaría que fuésemos libres en decidir ser o no madres”
“En mi caso mi decisión de no ser madre tiene que ver con esa crítica a un sistema patriarcal que lo hace todo tan complicado y que sigue depositando en los hombros de las mujeres tantas expectativas. Me gustaría que las mujeres fuésemos libres en cuanto a esa decisión, la de ser o no ser madres y esa libertad solo puede venir de que cualquiera de las dos opciones esté igual de legitimada”, explica.
Licenciada den Filología Hispánica, Castaño comenzó su carrera literaria con tan solo 17 años, cuando publicó su primer libro, “Elevar as pálpebras” (1995), que recibió el premio Bouza Brey. En 1998 publicó poemarios como “Delicia” o “Vivimos no ciclo das Erofanías” -premio de la Crítica- y en 2009 fue reconocida con el Ojo Crítico por “Profundidade de campo” como mejor poemario de un autor joven en España.
Destacan otras obras como “O libro da egoísta”, “A segunda lingua” o “Erofanía”.
Además de su labor como escritora, también desarrolla su actividad como gestora cultural independiente, creando su propia residencia para escritores en Galicia e impulsando ciclos de recitales poéticos como “Poetas di(n)versos” (A Coruña), el Festival de Poesía Pontepoética (Pontevedra) y el Taller Internacional de Traducción Poética (Isla de San Simón).