La historietista sueca Liv Strömquist regresa con otro ensayo gráfico, en el que hace un repaso histórico de la mano de filósofos como Zygmunt Bauman o Naomi Wolf, para abordar cómo la dictadura de la belleza siempre ha estado ahí, pero sobre todo cómo en la actualidad las redes sociales creadas por empresas de Sillicon Valley la han convertido en una "obsesión".

La historietista Liv Strömquist se rebela contra la “dictadura de la imagen”

Madrid, 16 sep (EFE).- La historietista sueca Liv Strömquist regresa con otro ensayo gráfico, en el que hace un repaso histórico de la mano de filósofos como Zygmunt Bauman o Naomi Wolf, para abordar cómo la dictadura de la belleza siempre ha estado ahí, pero sobre todo cómo en la actualidad las redes sociales creadas por empresas de Sillicon Valley la han convertido en una “obsesión”.

Así lo expone la autora sueca (Lund, 1978) en “La sala de los espejos”, este nuevo cómic (Penguin Random House y Editorial Finestres en catalán) en el que esta referente del ensayo gráfico aborda cómo la “era Instagram” ha traído una “dictadura de la imagen”.

“Hay muchas situaciones donde uno puede olvidarse de su cara, sin embargo, de repente estamos en un momento en el que nuestro rostro se refleja en todas partes, como en una sala de espejos. Incluso cuando nos reunimos con amigos pensamos en hacer una foto, hacer un contenido para redes, es como si tuviéramos un ojo que nos mira siempre y nuestra apariencia nos preocupa todo el tiempo”, ha dicho en una rueda de prensa celebrada en la embajada de Suecia en Madrid.

Con unas primeras páginas que arrancan con una crítica visión de lo que “influencers” como Kylie Jenner provocan en muchas personas, la mayoría mujeres, Strömquist viaja rápido al pasado de la mano de reflexiones de filósofos como René Girard o Zygmund Bauman para explicar cómo la dictadura de la imagen siempre ha estado presente en la historia de la mujer.

Así, la autora repasa la obsesión por la belleza de Nefertiti, la emperatriz Sisí, Marilyn Monroe o la madrastra de Blancanieves, para exponer teorías como la de la escritora estadounidense Naomi Wolf, quien afirma que la invención de la cámara de fotos hizo que la belleza femenina “se convirtiera en una imposición”. Algo que se popularizó con la llegada de los móviles y las redes sociales.

“Creo que esta obsesión por la belleza está relacionada con el paso del tiempo y el dolor que nos produce que vayamos a morir, y esto es una condición humana, pero en este tiempo que vivimos no se nos está dando nada bien aceptar esto porque solo valoramos la belleza, pero la superficial, y está relacionado con la sociedad de consumo en la que vivimos”, ha afirmado.

Aunque reconoce que en la actualidad la mujer ha experimentado un avance y está “empoderada”, la sueca ha alertado que los creadores que hay detrás de las redes sociales “son empresas de Sillicom Valley”, por lo que detrás de toda esta “tiranía absoluta” por alcanzar la belleza lo que hay es “vender productos”.

A lo largo de estas páginas la también activista feminista aborda cómo el negocio de generar “deseos”, teoría de Girard, le ha hecho “para y analizar” cómo ha aumentado la necesidad de vestir lo que viste el prescriptor de turno en su cuenta de Instagram.

“Se dice que esto siempre ha estado presente, pero ahora vivimos en una sociedad que todo está dirigido a aumentar el consumo y la actividad económica, por lo que hay que estimular más y más deseos”, ha lamentado.

Pese a no encontrar explicación al por qué esta dictadura de la belleza es casi al 100% femenina, sí que ha dicho que una solución sería el crear redes sociales en las que los propietarios no fueran grandes empresas, sino organizaciones no lucrativas “con una visión colectiva” en las que estaría “eliminada” la publicidad.