Los jugadores del Bayer Leverkusen celebran el penalti fallado por el Atlético de Madrid a la finalización del encuentro correspondiente a la fase de grupos de la Liga de Campeones que han disputado en el estadio Metropolitano, en Madrid. EFE/ Juanjo Martín.

Final dramático para el Atlético en la Liga de Campeones y anticipado para el Barcelona

Madrid (EFE).- Ni siquiera con un penalti lanzado y fallado por Yannick Carrasco en la última jugada del partido, ni con el rechace que estrelló contra el larguero Saúl Ñíguez, esquivó el Atlético de Madrid el destino al que se había dirigido mucho antes en esta competición, en un final dramático que culminó otro fiasco del conjunto rojiblanco en la Liga de Campeones.

El Atlético pagó sus errores. Al borde del abismo como estaba, dos excesos imprudentes, dos regates fallidos de Antoine Griezmann y Ángel Correa en su campo, fueron una concesión inasumible frente al Leverkusen, que lo aprovechó con dos goles en el primer tiempo para impulsar la eliminación del equipo rojiblanco, pese a su ofensiva final, pese a empatar y pese a ese último penalti tan cruel.

Incluso peligra hasta la Liga Europa para un equipo al que quizá le faltó gol en sus últimos duelos del torneo, con sendos empates, pero sobre todo que no se reconoció a sí mismo, sin ambición, en los tres choques precedentes, demasiado margen, siempre en el alambre, del que finalmente se ha caído.

Noche tenebrosa

La noche empezó tenebrosa para el Atlético. No sólo fue el 0-4 del Oporto en Brujas que lo obligaba a ganar, sin ningún matiz, sino el inicio de su propio encuentro: ni en su peor pesadilla habría supuesto un panorama tan temible como el que descubrió, de repente, al borde del minuto 9, por el exceso de confianza de Griezmann, al que le birló el balón Andrich para conectar con Hlozek, que habilitó a Diaby ante Oblak. El 0-1. Un mazazo.

El Atlético se repuso del primer accidente. Correa creó una ocasión de la nada y soltó el derechazo que superó al portero. Era el 1-1 en el minuto 22.

Pero el remedio fue temporal, por demérito del conjunto rojiblanco, en este caso en concreto de Correa, al que le sobró el regate al borde del área, que aprovechó el equipo rival y sentenció Hudson Odoi, subiendo el 1-2 al marcador.

A punto de recibir otro gol, que ya habría supuesto una catástrofe, en este Atlético de tantas caras tan diversas fue un salvavidas, el gol de Rodrigo de Paul (uno de los dos cambios del descanso, al entrar por Correa; Saúl ingresó por Hermoso), un tiro desde el borde del área que batió a Hradecky para poner en ebullición el partido y el Metropolitano. Había vida. Y esperanza.

Y 40 minutos para creer en la victoria… Y en la clasificación. El Atlético era mejor, estaba más cerca del gol, se sentía capaz de la remontada, mientras aún calentaba en la banda Joao Félix, expresivamente infrautilizado hasta en noches que todas las circunstancias concluyen en la necesidad de un jugador de su clase.

Entró en el minuto 87. Aclamado por todo el público, antes del penalti final que falló Yannick Carrasco o paró Hradecky, cuyo rechace lo estrelló contra el larguero Saúl Ñíguez y cuyo rebote lo salvó un defensor tras otro remate de Reinildo.

El centrocampista del Atlético de Madrid, Saúl Ñíguez, a la finalización del encuentro correspondiente a la fase de grupos de la Liga de Campeones disputado el miércoles frente al Bayer Leverkusen en el estadio Metropolitano, en Madrid.
El centrocampista del Atlético de Madrid, Saúl Ñíguez, al término de partido de Liga de Campeones disputado anoche frente al Bayer Leverkusen en el estadio Metropolitano, en Madrid, EFE/ Rodrigo Jiménez.

Era el fin, una vez más, de los rojiblancos en la Liga de Campeones.

0-3. Con Xavi, la vida sigue igual

No corrió mejor suerte el Barcelona, que ya se sabía eliminado de la Liga de Campeones antes de saltar al terreno de juego.

Por segundo año consecutivo, el Barcelona quedó eliminado en la fase de grupos de la Liga de Campeones, después de perder este miércoles en el Spotify Camp Nou (0-2) ante el Bayern de Múnich, su bestia negra las últimas temporadas en la máxima competición continental.

Los jugadores del FC barcelona con la afición tras el partido de la fase de grupos de la Liga de Campeones ante el Bayern Múnich disputado anoche en el Camp Nou, en Barcelona.

Los jugadores del FC barcelona con la afición tras el partido de la fase de grupos de la Liga de Campeones ante el Bayern Múnich disputado anoche en el Camp Nou, en Barcelona. EFE/Enric Fontcuberta

La Liga Europa

De todas formas, la goleada del Inter de Milán ante el Viktoria Pilsen (4-0), dos horas antes, había dejado a los azulgranas sin opciones de mantenerse con vida en esta ‘Champions’ hasta la última jornada.

Los milagros a veces existen, aunque son muy poco frecuentes. Pero si encima necesitas un doble milagro -que gane a domicilio la cenicienta del grupo y derrotar también tú a uno de los mejores equipos del continente- la cosa se complica aún más.

En las previsiones optimistas del club azulgrana, esta noche, ambos equipos debían jugarse la primera plaza del Grupo C y el Barcelona saldar una deuda pendiente con su afición derrotando al rival que le ha regalado algunas de las noches europeas más negras de su historia reciente.

Era el día para enviar un claro mensaje al mundo del fútbol: el Barça estaba de vuelta. Pero este es un deporte caprichoso y, pese a la inversión realizada este verano, por segundo año consecutivo descenderá a la segunda división europea.

El desenlace, aunque cantado, no deja de ser doloroso para un club que había vuelto a soñar en grande. Y este miércoles no era fácil para Xavi Hernández levantar a un equipo consciente de que, pasara lo que pasara en el campo, ya no podría mantenerse una ronda más en la élite.

Al Barcelona le espera de nuevo la Liga Europa. Justo ahora, que parecía estar a punto de ver la luz al final del túnel.

Edición web: Mar Monreal