Imagen de archivo de una maestra dando clase a unas niñas en un colegio en Madrid durante la II República. EFE/jgb

Se cumplen 85 años de la orden que fijó la coeducación en España: duró 2 años

Toledo, 9 sep (EFE).- Hace 85 años, el 9 de septiembre de 1937, en plena guerra civil, el gobierno republicano aprobó una orden ministerial que reguló la coeducación en las escuelas públicas, de modo que niños y niñas compartían aulas y maestros. El franquismo acabó con ese sistema en menos de dos años: el 5 de mayo de 1939 se abolió.

El profesor de Historia de la Educación en la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), Ángel Monterrubio, posa durante una entrevista con la Agencia Efe en Talavera de la Reina. EFE/Manu Reino

El director general de Primera Enseñanza en 1937, Wenceslao Roces, explicaba en aquella orden sobre la coeducación que era necesario resolver “de manera definitiva y acertada” una situación enturbiada “por el fanatismo y la ignorancia” que se remontaba a 1911, cuando se permitió que hubiera aulas mixtas si no había resistencia de la población local. Algo que apenas se llevó a cabo.

Para la Segunda República, la coeducación era el sistema de organización “que mejor responde a la naturaleza de la infancia y a una concepción pedagógica avanzada y eficiente” ya que la convivencia “facilita y suaviza las relaciones entre los sexos” y, además, “la mujer debe ser liberada de la antigua servidumbre a que la tenía sometida una organización social caduca, incorporándola, con plenitud de derechos, a las actividades del trabajo y de la producción”.

Lo que estableció la orden del 9 de septiembre de 1937 fue que las “escuelas nacionales” se organicen en régimen de coeducación, por lo que en las que había en aquel momento, tanto si eran de niños como de niñas, podían ingresar escolares de uno y otro sexo.

El objetivo era “una clasificación más acertada de los escolares y un mejoramiento en la labor de los maestros”.

El profesor de Historia de la Educación de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) Ángel Monterrubio, ha explicado a la Agencia Efe el “esfuerzo” que hizo la República para reformar la educación en su integridad como base del cambio social que buscaba, algo que hizo abordando la alfabetización, construyendo escuelas, cambiando las directrices educativas y modificación la instrucción que recibían los maestros.

En esa etapa mejoraron los sueldos de los maestros y sus condiciones sociales además de la formación que recibían: “en ellos se apoyaba la República para hacer ese cambio social, de participación, de libertad. La República veía claro que la educación era la palanca de cambio, y, por tanto, los maestros. Fueron protagonistas esenciales”, ha afirmado Monterrubio.

Los maestros podían acometer el cambio y ellos “entraron con mucha pasión” y “creyeron” en un cambio del que se sentían “protagonistas”.

En este sentido, se dignificó no solo el salario sino la formación y el acceso a la docencia. “Por eso se hicieron tantas cosas en tan poco tiempo”, ha resaltado.

Muestra de la importancia de los maestros para acometer el cambio es la ‘gran depuración’ que ejecutó el franquismo con los funcionarios, maestros sobre todo, que fueron castigados y muchos de ellos “retirados de por vida de su trabajo, de su pasión, que era enseñar”.

DIGNIFICAR A MAESTROS Y MAESTRAS

En la República se “revalorizó” el papel de las mujeres en la enseñanza que fueron especialmente importantes para llevar la educación al mundo rural, a las zonas más desfavorecidas.

El profesor Monterrubio ha subrayado el valor que tuvo la formación de adultos y, en concreto, la formación de mujeres adultas: “se intentó que la mujer acuda a esas clases, para aprender a leer y escribir y para formar a esa nueva ciudadanía en sus responsabilidades y derechos”.

Aquella orden ministerial de 1937 llegó a los pueblos por medio de los inspectores educativos, que se reunieron con maestros y maestras en sus respectivas zonas para explicar el nuevo sistema y organizar cuestiones prácticas como la entrada y salida a la escuela juntos niños y niñas o los juegos.

No fue sencillo aplicar la norma, como muestra el acta de una de estas reuniones, celebrada en Los Yébenes (Toledo) el 21 de marzo de 1938, y que se conserva en el Archivo Histórico Provincial de Toledo.

El acta destaca que aunque niñas y niños compartirían aulas y maestros, se reservan algunas horas para que las niñas “no abandonen sus clases de labores” (por completo). Y en esas horas los niños se dedican “a dibujo y trabajos manuales”.

Apenas año y medio más tarde, el 5 de mayo de 1939, una orden ministerial abolió la coeducación por ser un “sistema contrario a los principios religiosos del glorioso Movimiento Nacional y de imprescindible supresión por antipedagógico y antieducativo, para que la educación de los niños y de las niñas responda a los principios de sana moral y esté de acuerdo en todo con los postulados de nuestra gloriosa tradición”.

Todo cambió y muchas escuelas dispusieron incluso entradas y salidas diferentes para niños y niñas. “Fue un cambio brutal, incluso físico, de arquitectura, que se mantuvo durante muchísimos años y que se veía en los juegos, en los pasillos, en todos los espacios”, ha señalado Monterrubio.

Lidia Yanel