La coruñesa Ana Baneira, la joven que fue detenida por el gobierno iraní bajo la acusación de participar en las protestas por la muerte de la joven kurda Mahsa Amini. EFE/Cabalar

Ana Baneira: El día en la cárcel en Irán era dormir mucho y jugar con la imaginación

José Carlos Rodríguez |

A Coruña (EFE).- Tras 138 días en una prisión iraní, el pasado sábado la española Ana Baneira consiguió por fin su liberación. Acusada de participar en las protestas por la muerte de la joven kurda Mahsa Amini, la joven ha relatado por vez primera su experiencia entre rejas: “El día en la cárcel era dormir mucho y jugar con la imaginación”, ha contado en una entrevista con EFE.

Baneira comenzó su viaje de “mochilera” a principios de junio. Su primera parada fue Estambul y estuvo viajando dos meses por Turquía. Tras cruzar a Georgia, donde estuvo otro mes, se movió a Armenia. De allí fue a Irán, un destino que en un primer momento no estaba en sus planes.

La joven quería viajar a Kirguistán, a través de un ferry desde Bakú, la capital de Azerbaiyán. Sin embargo, al estar cerrada la frontera por tierra del país, decidió finalmente ir hacia Irán, donde entró el 6 de septiembre.

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En ese momento, nada hacía prever a Baneira lo que sucedería después: “No había ningún tipo de protesta ni se veía venir nada. Mi motivo para entrar en Irán fue básicamente seguir mi viaje de mochilera”, asegura.

A mediados de septiembre el país fue sacudido por diversas protestas ciudadanas tras la muerte de la joven kurda Mahsa Amini a manos de la policía por llevar mal el velo.

Detenida en una gasolinera

Baneira asegura que no participó en ninguna protesta. Sin embargo, el 12 de octubre, cuando ya llevaba un mes viajando por el país y se dirigía con un amigo iraní a la ciudad de Persépolis, la policía la detuvo sin darle ninguna explicación.

“Estábamos repostando en la gasolinera y de repente se metió en el coche la policía. Me detuvieron, me metieron en otro coche y ahí fuimos directamente a una sala de interrogatorios. Me hicieron un interrogatorio de bastante horas y me dijeron que no era suficiente y que al día siguiente había que continuar”, ha explicado la joven.

Baneira cuenta que un día antes de su arresto acudió a la oficina de Migración en la ciudad de Shiraz para “extender su visado” y quedarse más tiempo en el país. Durante ese proceso, tuvo que realizar una “pequeña entrevista”, en la que la interrogaron por los “objetivos” de su viaje y los lugares que ya había visitado.

Ana Baneira: El día en la cárcel en Irán era dormir mucho y jugar con la imaginación
La coruñesa Ana Baneira, la joven que fue detenida por el gobierno iraní bajo la acusación de participar en las protestas por la muerte de la joven kurda Mahsa Amini. EFE/Cabalar

“Para nada me esperaba que algo así pudiera ocurrir. De hecho, cuando terminamos la entrevista me dijeron que en los próximos tres días me iban a dar la extensión del visado para un mes”, afirma.

Baneira entró en prisión, acusada de espionaje, aunque ella no sabría los motivos de su detención hasta varios días después. Explica que el primer mes fue “muy duro” por la incertidumbre y por el miedo a ser acusada de algo grave, como finalmente ocurrió.

Su celda era “bastante amplia”

Cuenta que su celda, en el módulo de mujeres, era “bastante amplia” pero que sus compañeras “no hablaban inglés” por lo que no tenía manera de comunicarse.

“La mímica en la cárcel funcionaba bastante bien, y me enseñaron algunas palabras en farsi, básicamente insultos. También los buenos días. Nos entendíamos por gestos”, cuenta Baneira con una sonrisa.

Las salidas al patio y actividades como la limpieza o lavar la ropa la ayudaban a estar más relajada, confiesa.

“El día a día era dormir mucho y jugar mucho con la imaginación”, explica, y revela además que durante los primeros dos meses no tuvo contacto con nadie, ni siquiera con sus familiares.

“Te obligas a pensar que tus familiares están bien y que te van a liberar, pero no sabes cuándo. Eran los dos pensamientos a los que me aferraba constantemente”, añade.

Transcurrido un mes, fue trasladada a la cárcel de Evin, en Teherán. Allí sí que pudo hablar con la embajada española en Irán para informarles de que se encontraba bien.

Tras meses en prisión, Baneira fue liberada el pasado sábado por un juez. De ese proceso conoce poco, pero agradece a la embajada y a todo el equipo del Ministerio de Asuntos Exteriores español y al homólogo iraní su trabajo.

“Sé de buena mano que han hecho todo lo que han podido por liberarme y espero que también lo estén haciendo por Santiago”, asegura.

Su petición para Santiago Sánchez Cogedor

Se refiere a Santiago Sánchez Cogedor, el español que sigue en una prisión iraní, en su caso tras ser detenido el pasado 2 de octubre después de visitar en Saqqez la tumba de Amini.

La joven asegura que nunca tuvo contacto con Santiago ni con ninguna persona extranjera detenida, pero pide su liberación.

Sobre Baneira aún pesan cargos, aunque precisa que son “menores” y que prefiere no especificarlos.

“Si me prometen que no me van a volver a detener, me encantaría volver”, responde tajante la chica acerca de si volvería a Irán, y aclara que se niega a llevarse un mal recuerdo de un lugar donde se sintió “muy segura” antes de su detención y del que destaca “la hospitalidad de la gente”.

Pesa más su experiencia positiva sobre Irán que la negativa

Para ella pesa más su experiencia positiva, previa a su arresto, que la negativa: “Sería muy injusto juzgar a todo el país por la detención”, señala.

De su llegada a España, el pasado lunes, subraya la felicidad y lo emotivo del momento: “Fue una suerte que pudiésemos hacerlo a solas, eso fue muy importante para nosotros”.

Ahora todo son días tranquilos. Paseos por la playa, tomar café y la tortilla de patatas “riquísima” de su madre, su primera comida tras aterrizar.

Su próximo viaje será el Camino de Santiago. Luego, “como todo joven de 25 años”, afirma, le tocará “buscar trabajo”.

A Baneira, que está muy vinculada a la sostenibilidad, le gustaría “seguir por ese camino”. Eso sí, asegura que no es activista, como se ha dicho de ella: “Me parece irrespetuoso que me llamen activista cuando hay activistas de verdad que están haciendo un gran trabajo”, zanja.