José Carlos Rodríguez I
Santiago de Compostela (EFE).- La activista trans salvadoreña Bianka Rodríguez está de gira por Galicia con el objetivo de visibilizar la situación de violencia que en su país sufren las personas LGTBI. La primera mujer trans en obtener su DUI (Documento Único de Identidad) acorde a su identidad y nombre condena que, en su país, las personas LGTBI son perseguidas, además de por las pandillas, por la “propia policía”.
“La situación del Estado de excepción ha acrecentado la violencia. El segundo agente persecutor para desplazamientos forzados de personas LGTBI en El Salvador son los cuerpos de seguridad pública”, afirma en una entrevista con Efe.
Aunque son las conocidas como pandillas las que ejercen más violencia sobre el colectivo trans, Rodríguez apunta a que incluso se han cometido asesinatos por parte de la policía.
“Las pandillas existen y van a seguir existiendo y son mucho más grandes que el poder que tiene el presidente”, defiende Rodríguez, que considera que se trata de estructuras delictivas “muy sólidas” que trascienden fronteras.
Respecto a la cárcel ideada por el presidente salvadoreño, Nayib Bukele, el Centro de Confinamiento del Terrorismo, cree que en el marco del régimen de excepción, no todas las personas capturadas son pandilleros.
“El régimen de excepción ha permitido que los cuerpos de seguridad tengan el poder de decidir a quién procesan y a quien no”, ha señalado la activista. Condena que en su país se produce una “vulneración a derechos fundamentales” porque no se garantiza “un debido proceso judicial”.
Bianka Rodríguez es la directora ejecutiva de la asociación Concavis Trans, una mujer que ha padecido “una dura historia de exclusión y discriminación”, que la ha llevado, por otra parte, a liderar el movimiento trans en El Salvador.
UNA ONG PARA VELAR POR LOS DERECHOS TRANS EN EL SALVADOR
Concavis Trans es una ONG que tiene como propósito “representar, defender, velar y promover los derechos humanos y los intereses de las mujeres trans, para favorecer su desarrollo y el respeto de su dignidad humana” y que para ello realiza diferentes talleres y proyectos educativos y de desarrollo, además del fomento y acompañamiento de las denuncias.
De hecho, según un informe de la ONG en el año 2020 murieron asesinadas tres mujeres trans y cinco personas homosexuales en El Salvador y se dieron hasta 84 casos de desplazamientos internos forzados debido a la violencia homófoba.
Estos desplazamientos internos se deben a su vez, en un 31 % de los casos, a la amenaza de bandas; en un 27 % a intentos de homicidio; en un 11 % a violencia física; en un 9 % a violación y en un 8 % a abusos de autoridad por parte de la Policía.
Rodríguez, acompañada de la asistente técnica comunitaria en el área de Desarrollo Territorial y Liderazgo de la asociación, Marcella Hernández, visitará, en colaboración con la ONG Asamblea de Cooperación por la Paz Galicia entre este miércoles y el próximo día 30 las localidades de Santiago, Ferrol, Vila de Cruces, Ames, Brión y Lalín, para desarrollar actividades de sensibilización en centros educativos y mantener reuniones con diversas entidades y administraciones.

HUIR DE LA VIOLENCIA Y LA DISCRIMINACIÓN
Rodríguez nació en El Salvador y con tan solo 15 años tuvo que huir de su hogar, donde sufría violencia intrafamiliar por parte de su madre y hermano, debido a su orientación e identidad sexual: “Decido huir de la violencia y porque yo sentía que no era correcto que tratasen de corregirme”, explica..
Con la ayuda de su abuela materna, uno de los pocos apoyos con los que contaba, subsistió y tuvo un techo donde alojarse. Ella fue la que le inspiró a continuar sus estudios y a hacer el Bachillerato.
Sin embargo, la discriminación en El Salvador no excluía el ámbito educativo. Según cuenta Bianka, la obligaban a cortarse el cabello, a renunciar al tinte o vestirse con ropa de hombre.
Ella se posicionó en contra- porque no quería “retroceder en los pasos que había dado” desde los 15 años, y eso que, tal y como afirma, en ese momento no sabía que era una persona trans y se identificaba “por desconocimiento” como “travesti”.
“Yo me asumía en un rol que no era el correcto. Pensaba que era una persona travesti. Es lo que los medios nos vendían en ese momento”, reconoce.
Todos sus amigos desaparecieron. Nadie entendía su realidad, ni siquiera en ámbitos como la Universidad, donde Rodríguez entró para estudiar la carrera de Ingeniería AgroIndustrial. “No entendían cómo una mujer transgénero quería cursar una carrera para hombres”, declara.
Finalmente abandonó la universidad y tras un periodo en el que todo el mundo le cerraba las puertas en materia laboral conoció Concavis, un lugar donde por fin encontró el apoyo que necesitaba.
“CONCAVIS ME INSPIRÓ”
“Concavis me inspiró para conocer mis derechos y entender mi identidad y expresión de género. Me clarificó la mente”, explica.
A partir de ahí fue una historia de “empoderamiento y de autonomía”. Entró en Concavis en 2014 como voluntaria en el área de comunicación. Allí estuvo en contacto con otras personas trans como ella, que habían vivido situaciones “similares”.
Pronto pasó a ser la directora de comunicación de la asociación y ya en 2017, tras la salida de la antigua directora ejecutiva, tomó las riendas de Concavis.
Su antigua directora, Karla Avelar tuvo que huir a Suiza, donde solicitó asilo, tras varios intentos de asesinato. Precisamente, una de las iniciativas puestas en marcha por parte de Concavis es la Casa Refugio Karla Avelar, un centro de acogida para personas LGB-TIQ+, por la que han pasado desde su fundación en 2021 unas 80 personas y que brinda asesoría legal y atención psicosocial.
UNA VIDA EN CONTINUO PELIGRO
La vida de Rodríguez también ha estado en peligro. Cuenta que antes de ser directora ejecutiva sufrió “una privación de libertad por parte de un sujeto desconocido”. Hasta el momento, la Fiscalía General de la República no ha sido capaz de investigar los hechos.
“Me dijo que me iba a asesinar porque conocía que era una defensora de Derechos Humanos y que defendía derechos de maricones”, cuenta la activista.
Asegura que pensó que iba a convertirse en “una estadística más”. Sin embargo, advierte que no tiene miedo porque es necesario contar lo que ocurre en su país.
A lo largo de su gran trayectoria como activista, Rodríguez ha sido reconocida por ACNUR en el ámbito regional para las Américas con el Premio Nansen, por su labor en defensa de los Derechos Humanos de la población LGBTI.
Además, en 2021 fue reconocida como la primera mujer trans nombrada como Colaboradora de Alto Perfil del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados y se caracteriza por ser, tras un larguísimo viacrucis judicial, la primer mujer trans en conseguir que se cambiara el nombre de su documento de identidad. EFE