SANTIAGO DE COMPOSTELA, 30/01/2024.- La escritora santiaguesa Berta Dávila posa para Efe con motivo de la publicación de su última novela, "La herida imaginaria". EFE/ Xoán Rey

Berta Dávila: “Los vínculos afectivos vertebran nuestra vida e identidad”

José Carlos Rodríguez I


Santiago de Compostela (EFE).- La escritora gallega Berta Dávila continúa explorando los vínculos afectivos “defectuosos” con ‘La herida imaginaria’, una novela cuyos personajes heridos “abrazan la imaginación” en busca de un “refugio”, que muchas veces se encuentra en “lo virtual” o “en la ficción”.

“Los vínculos afectivos son centrales en todos los individuos, porque vertebran nuestra vida y nuestra identidad”, asegura Dávila (Santiago, 1987) en una entrevista con Efe, en la que apunta a las relaciones “no elegidas”; como las que se dan “entre hermanas” y que a menudo son “defectuosas”.

“La herida imaginaria”, publicada simultáneamente en castellano (Destino) y gallego (Xerais) relata la historia de dos parejas de hermanas distanciadas, pero arranca, sin embargo, con una pareja de peces de colores que se encuentran en un acuario y que sirve a uno de los personajes como refugio “virtual”.

“La gente nos define y nosotros nos definimos alrededor de nuestros iguales, en muchos casos a través de nuestra familia. Quería explorar qué pasa cuando esos vínculos no funcionan bien del todo. Cuando la conexión o la elasticidad no termina de ser la correcta”, explica la autora.

Según explica, este tipo de afectos tienen mucho que ver con “decisiones” y con la capacidad que se tiene o no de “suplir” ciertas carencias o heridas.

Las protagonistas de su novela, que están “un poco alienadas” y que tienen diferentes conflictos, tratan de seguir con sus vidas y buscan consuelo en momentos “aparentemente banales” o “cotidianos”, en los que juega un papel fundamental la “imaginación”.

Imaginación como “refugio”

“Mis personajes se refugian en distintos tipos de ficción: en la fantasía, en la mentira patológica, en series de televisión, en un foro de internet, en mensajes con una tarotista desconocida o en un acuario de peces. Esas metáforas o esos refugios son tan reales como la realidad porque la metáfora también es un objeto de la realidad, aunque no sea un objeto tangible”, explica.

La novela, que se divide en cinco partes diferentes, surgió a raíz de la historia de un eclipse solar, un fenómeno que genera cierta expectación a todo el mundo menos a las protagonistas del libro, “sumidas en su propia oscuridad”. Con esa idea Dávila empezó a tomar notas para escribir un cuento en una revista y a partir de ahí comenzó a perfilar “La herida imaginaria”.

La autora asegura que es una novela de “desvíos”, bien para “llegar al mismo punto” o para “girar alrededor de las cosas”. Y es que a Dávila no le gusta enunciar o subrayar los conflictos, sino que estos se perciben más bien a través de los pensamientos, los sueños, las ideas o las observaciones de sus personajes.

“Nuestro propio conflicto se expresa muy bien en cómo observamos lo que es ajeno. Porque es imposible observar al otro sin que sea desde nosotros mismos. La aproximación siempre la hace un sujeto, y se hace desde una herida. Esos desvíos tienen que ver con mi forma de escribir, en la que intento no subrayar la metáfora o el centro del problema, trato de explicarlo de otra manera”, asegura la escritora.

SANTIAGO DE COMPOSTELA, 30/01/2024.- La escritora santiaguesa Berta Dávila posa para Efe con motivo de la publicación de su última novela, “La herida imaginaria”. EFE/ Xoán Rey

Estilo narrativo

Con un estilo en el que predomina la voz narrativa sobre el diálogo, Dávila apunta también al propio relato que nos construimos nosotros mismos, que muchas veces “no se corresponde con el que construyen los demás”.

De ahí surge el conflicto y la búsqueda posterior de un refugio, que se sitúa en elementos “a menudo extraños”, situados en una “virtualidad” propia de los “nativos digitales”.

“Me di cuenta muy avanzada la escritura de esa presencia casi constante de un montón de refugios digitales o tecnológicos. Una persona que quiere guardar todo en un disco duro, una serie de televisión antigua con la que hace un maratón, un foro de acuariofilia… son esas viejas tecnologías que se han quedado ya un poco viejas, que aún daban pie a la imaginación”, declara la autora.

Según Dávila, su generación se relaciona de manera simultánea con dos mundos: el analógico y el digital, y entre ellos se establecen relaciones “muy interesantes” que ya no ocurren de la misma manera con Internet o la Inteligencia Artificial.

“Un disco duro puede ser la metáfora de un cajón. Pero la nube es una cosa distinta, porque no es una relación tan directa, es la idea de algo intangible”, ejemplifica.

Para la autora, su libro, ni da respuestas concretas ni tampoco deja ideas “abiertas”. Plantea, sin embargo, la propia “ambigüedad o doble lectura” como una posibilidad, como un cierre en sí mismo: “A lo mejor las vidas no tienen que tener un propósito y de lo que se trata de irnos tropezando y que eso también es una conclusión”, zanja. EFE