Fotografía de archivo de 18-4-2021, de la Expedición Deep Ocean, tras descender de la fosa abisal de las Mrianas, del lucense Héctor Salvador. EFE/Deep Challenguer/Héctor Salvador***SOLO USO EDITORIAL/SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO)***

Ser pionero en bajar a la fosa de las Marianas y advertir el cambio climático

Vigo (EFE).- La Fosa de las Marianas es el área de los océanos más profunda de la Tierra y en 2018, frente a la docena de personas que ya habían caminado sobre la Luna, únicamente tres seres humanos habían recorrido esos casi 11.000 metros que separan la fosa de la superficie del mar.

Fotografía de archivo de 18-4-2021, de la Expedición Deep Ocean, tras descender de la fosa abisal de las Mrianas, del lucense Héctor Salvador. EFE/Deep Challenguer/Héctor Salvador***SOLO USO EDITORIAL/SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO)***
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Uno de ellos es Héctor Salvador (Lugo, 1983) y puede afirmar, entre otras muchas cosas, que antes de que llegase él lo había hecho toda la humanidad, o al menos lo había hecho su huella, ya que el cambio climático se puede percibir en cada esquina del océano.

Fotografía de archivo de 18-4-2021, de la Expedición Deep Ocean, tras descender de la fosa abisal de las Mrianas. EFE/Deep Challenguer/Héctor Salvador***SOLO USO EDITORIAL/SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO)***
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“Sí, se pueden ver los efectos del cambio climático en cada inmersión que realizamos”, ha asegurado a Efe Salvador, protagonista del documental “Descenso a la Fosa de las Marianas” que la XXXI Semana de Cine Submarino Universidad de Vigo proyecta mañana, jueves, en la ciudad gallega.

“La verdad es que es cuando bajas una de las cosas que más impacto causa es el efecto predominante que puedes ver de la actividad humana. Pese a que como especie no hayamos llegado de una forma permanente a estas profundidades, vamos de visita y de forma muy puntual sí que nuestras basuras, nuestros contaminantes, están teniendo un gran impacto en el día a día de los océanos”, añade.

Esa percepción, explica Salvador, es muy acusada en las inmersiones a poca profundidad en los arrecifes coralinos, donde se aprecia “que el cambio climático está haciendo que los corales pierdan las algas y se esté llevando todo ese proceso de blanqueamiento del coral y provocando la muerte del arrecife”.

Pero se perciben también “las consecuencias catastróficas a mayor profundidad, (…) cómo están cambiando las condiciones de vida para la fauna y las grandes migraciones”.

Salvador es ingeniero aeronáutico, director de operaciones de la empresa Triton Submarines, que construye batiscafos, y, en concreto, director de la sede en Europa de la empresa, que se encuentra en Barcelona, donde ya trabajan 16 personas construyendo batiscafos en territorio español y con una plantilla de ingenieros cien por cien española.

Pero a Vigo llega como protagonista de “Descenso a la Fosa de las Marianas”, en el océano Pacífico, a donde llegó en un batiscafo con el australiano Tim MacDonald.

“Este documental es parte de la serie de cinco episodios que rodamos con la expedición de Five Deeps. El objetivo era bajar por primera vez en la historia al punto más profundo de los cinco océanos. Lo que se hizo fue un documental de cinco episodios, uno por océano, donde se cuenta la historia de la primera inmersión tripulada al punto más profundo de esos océanos junto a la evolución y el desarrollo de todo el sistema que nos permite llegar a esa profundidad”, aclara.

Lo que verán los espectadores es que al principio hay cosas que no funcionan y cómo se va perfeccionando el sistema a medida que los protagonistas van ganando experiencia, pero verán también la parte científica, que es la impulsora del proyecto, es decir, qué aprende la humanidad acerca del océano profundo con cada inmersión.

“Yo creo que esto es lo más importante porque se ve cómo los océanos tienen un impacto directo en nuestra vida. Se obtiene un mejor conocimiento de los mecanismos de los tsunamis, o de los mecanismos que están bombeando nutrientes en el Atlántico desde la Antártida, o de formas de vida que podrían ayudar a mejorar la calidad de vida en la superficie a través de aplicaciones farmacológicas”, continúa explicando Salvador.

“Entonces se puede ver cómo en cada uno de los cinco océanos vamos aprendiendo algo sobre nuestro planeta, y esto, desde mi punto de vista, pone de relevancia todo lo que nos falta por descubrir del océano profundo, lo mucho que nos queda por explorar en nuestro propio planeta y lo importante que es”, añade.

Entiende Salvador que se trata de investigaciones de gran impacto, de las que pueden ayudar a la humanidad a convivir de forma más respetuosa con el medioambiente, de manera más sostenible con los océanos, “a fin de cuentas, a mejorar la calidad de nuestra propia existencia en la Tierra”.

Suena trascendente y capital el pensamiento verbalizado de Salvador porque probablemente lo sea, tanto como su experiencia en el punto más hondo de la Tierra, una reservada para un puñado de elegidos que no siempre es fácil traducir.

“Cuando bajas intentas no pensar. Vamos tan concentrados en la misión que no tienes tiempo de pensar en lo que estás haciendo hasta que no llegas al fondo y completas tu misión principal”, cuenta.

“En ese momento es donde finalmente te tomas un respiro y te inunda y casi que te da una bofetada esa sensación de sentirte completamente intimidado por la inmensidad del océano y por el hecho de pensar que eres un humano pequeñito con once kilómetros de agua sobre tu cabeza y una presión externa que te aniquilaría en una fracción de segundo. Es una sensación muy potente la de estar en un sitio casi mitológico de lo remoto que es”, prosigue.

Salvador afirma que “es emocionante el honor de ser el primer español de llegar allí abajo y estar todavía entre los primeros veinte humanos que han podido observar esto con sus propios ojos”, pero lo que en realidad le mueve no es un espíritu aventurero, que quizás a nivel personal también, sino la motivación de abrir las puertas al océano profundo a la comunidad científica.

Se trata, añade, de “crear un vehículo que permita que bajar allí no sea algo anecdótico”, ni algo relacionado con batir récords, sino que se convierta en algo cotidiano casi, de modo que puedan hacerlo biólogos, geólogos, científicos en general para que puedan hacer su ciencia sobre el terreno, “para que puedan observar con sus propios ojos los efectos de lo que están estudiando”.

Y la cosa va bien, a juzgar por cómo avanzan los proyectos que tiene entre manos, como por ejemplo el batiscafo Aurelia, pendiente únicamente de la certificación, y que es el primer sumergible de investigación construido cien por cien en España, el primero abanderado con pabellón español y el primero diseñado para bajar a 2.300 metros de profundidad con un casco de presión completamente transparente.

“Cada vez habrá más personas que tengan acceso al océano, más científicos que tengan la posibilidad de bajar, y creo que es un cambio de paradigma, hace diez años casi ni siquiera había estos batiscafos”, finaliza.

Por Ramón Martínez