La pareja Andrés Fernández (i) e Ignacio Bacarreza (d) hablan en entrevista con Efe, el 27 de septiembre de 2021, en La Paz (Bolivia). EFE/ Gabriel Romano

Andrés e Ignacio, la pareja que halló la manera legal para unirse en Bolivia

La Paz (EFE).- Una pareja homosexual en Bolivia encontró el resquicio legal para hacer valer su unión al modo de un matrimonio mediante el consentimiento de sus familias a pesar de que en el país esa figura todavía no está amparada por las leyes.

La pareja Andrés Fernández (i) e Ignacio Bacarreza (d) hablan en entrevista con Efe, el 27 de septiembre de 2021, en La Paz (Bolivia). EFE/ Gabriel Romano
La pareja Andrés Fernández (i) e Ignacio Bacarreza (d) hablan en entrevista con Efe, el 27 de septiembre de 2021, en La Paz (Bolivia). EFE/ Gabriel Romano

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La unión en La Paz entre Andrés Fernández, un abogado de 39 años, e Ignacio Bacarreza, un politólogo de 31, puede sentar las bases de una formalidad legal bajo la figura de “compromiso de convivencia”, con reconocimiento notarial para garantizar la sucesión patrimonial en caso de la ausencia de cualquiera de ellos.

Ambos, en declaraciones a Efe, manifestaron que en un principio su caso realmente no buscaba “llamar la atención”, pero ahora puede servir a mucha gente como “un aliciente o un incentivo” para “hallar maneras” de complementar su vida y superar la discriminación.

CAMINO DEL DESCUBRIMIENTO

Andrés e Ignacio descubrieron, cada quien por su lado, su orientación sexual pasados sus 20 años, tras varias experiencias de “una vida hetero normal” para luego atravesar un proceso de “aceptación” personal, según rememoraron.

En el caso de Andrés, que es hijo único en su familia, un accidente hace 16 años puso en evidencia su identidad sexual que en aquel momento por la gravedad de su estado y los esfuerzos de su familia por lograr su recuperación había pasado a “segundo plano”, dijo.

En tanto que Ignacio recordó que cuando decidió develar su identidad a su familia la reacción de sus hermanas fue “muy buena” aunque la noticia fue “chocante” y que el acompañamiento de varias de sus amistades “ayudó a normalizar la situación en casa” con sus padres.

El acercamiento entre los dos se inició por una amiga común y con conversaciones por internet en las que predominaron aficiones hacia el arte, música o pintura hasta que algunos meses después se dio el encuentro personal, algo que pasó hace ya seis años.

Ignacio señaló que la relación ha sido “buena, bonita y sana” y que justamente se dio cuando ambos se encontraban “en un buen momento de su vida para continuar la siguiente etapa”.

UN ACTO LEGAL Y FORMAL

El primer paso serio fue gestionar un préstamo bancario para comprar un departamento como “codeudores a 30 años”, algo que solo un banco de tres les otorgó ya que los otros dos exigían algún tipo de parentesco y pusieron ciertas excusas cuando salía a luz la el tipo de relación entre ambos.

Andrés mencionó que durante la cuarentena del año pasado por la pandemia de la covid-19 descubrieron que estaban “listos para dar el paso” de la unión, y que si bien pensaron en casarse en el exterior aquello no sería útil en su intención de vivir en Bolivia.

Ahí fue cuando salió “el tema de la sucesión” y de la forma de “proteger” al otro en caso de que uno de los dos llegara a faltar, justamente por la pandemia, relató.

La intención fue ir “más allá de la ceremonia simbólica” y de conseguir el reconocimiento de las familias para “respetar” lo que habían estado construyendo en común con un “compromiso de convivencia” con derechos y deberes como los que tiene un matrimonio o un vínculo comercial que finalmente fue aprobado por un notario, precisó Andrés.

“Firman las familias” como “testigos” y aceptando las cláusulas que establecen que “en caso de faltar el uno o el otro ellos van a respetar el derecho del sobreviviente” sobre el patrimonio en común, detalló.

SIN RECONOCIMIENTO ESTATAL O ECLESIAL

“No esperaría o (no) iniciaríamos un proceso contra el Estado. Estamos felices. No necesito que el Estado me reconozca o reconozca de que amo a mi esposo y soy feliz”, aseveró Ignacio tras ser consultado sobre el estatus del matrimonio igualitario en el país.

A su turno, Andrés sostiene que lo que hicieron no es para “burlar al Estado” sino que se ampara en cuestiones legales sobre la cuestión de la sucesión y que las familias de ambos “están aceptando y respetando” la decisión asumida a mediados de septiembre pasado.

En lo espiritual, Andrés e Ignacio se consideran profundos creyentes que practican “la fe católica con plenitud” y creen “en los principios del amor y del amor al prójimo” y que aunque la institucionalidad religiosa va por un camino distinto dejan todo a su relación personal con Dios.

Andrés e Ignacio son la segunda pareja homosexual en Bolivia que halló una forma de reconocimiento legal para su unión; la primera fue la de David Aruquipa y Guido Montaño que, mediante una vía diferente, ganaron un juicio al Estado que finalmente y tras varios años terminó reconocimiento su unión civil en diciembre de 2020.

Gabriel Romano