Carlota Ciudad
Fátima (Portugal).- Miles de católicos acuden hoy al santuario de Fátima en la jornada final de la última gran peregrinación del año, marcada por la polémica abierta en Portugal sobre los abusos a menores en el seno de la Iglesia Católica.
Tras la tradicional vigilia nocturna del día 12, que reunió anoche a varios miles de personas, los fieles avanzan hoy por la explanada del santuario -unos 130 kilómetros al norte de Lisboa- bien caminando o de rodillas.
La ceremonia estuvo encabezada por el presidente de la Conferencia Episcopal, José Ornelas, que ha rechazado su relación con el encubrimiento de abusos a menores en la Iglesia.
Es necesario, reclamó durante la misa, “cambiar actitudes y procedimientos” en la Iglesia y la sociedad para que los más débiles no sean “olvidados, o peor aún, abusados y explotados”.
En vísperas de la peregrinación, la Comisión Independiente que investiga los abusos en la Iglesia lusa reveló que suma 424 testimonios confirmados, con cientos de abusadores identificados y decenas de ellos en activo todavía.
La justicia y la iglesia deben actuar contra la pederastia
El tema ha planeado sobre la peregrinación. “Si realmente existe, ha de ser castigado”, sostiene el peregrino luso Antonio Ferreira.
Para Ana Martines, la “tolerancia cero” debería aplicarse tanto a los abusadores como a aquellos que decidieron encubrir esos casos.
“Son cómplices de este tipo de situaciones y dejaron pasar muchas situaciones que no salieron a la luz y las personas no fueron correctamente castigadas. Por este tipo de cosas mucha gente sufrió y todavía sufren”, afirma.
Peregrinos con la mano en el bolsillo
Superada la amenaza de la pandemia, Fátima recupera el nivel previo a la covid, apuntan desde el santuario, aunque los fieles se quejan de que el regreso a la normalidad es mucho más caro.
En los hoteles locales “todavía no se ha hecho sentir de forma significativa” la subida de precios, explica a EFE la presidenta de la Asociación Empresarial Ourém-Fátima, Purificação Reis.
El CEO de United Hotels of Portugal, que engloba más de una decena de hoteles en Fátima, aclara que los niveles de ocupación varían según los mercados internacionales.
Asiáticos o brasileños todavía no se han recuperado, mientras que portugueses y estadounidenses están en niveles prepandemia.

Los peregrinos recortan gastos
“Nosotros nos quedamos aquí y pasamos la noche en el coche”, reconoce a EFE Maria Von Hafe, portuguesa, que ha visitado desde Oporto el santuario durante tres grandes peregrinaciones de este año: mayo, agosto y octubre.
“De mayo para octubre hubo un aumento muy grande a nivel combustibles, en el coste de vida, también, restaurantes, alojamiento…”, asegura.
Amandio Lima, del área metropolitana de Lisboa, nota menos afluencia que en ocasiones anteriores, tanto por ser día laborable como por la inflación.
“La gasolina y el gasóleo están muy caros, y dormir y todo. Las personas intentan evitar quedarse. Nosotros gastábamos 40 euros de combustible y ahora gastamos 60 euros y volvemos secos”, asegura a EFE.
La española Petri Moreno, ha viajado en autocar desde Badajoz, para reunirse con su hermana Luisa y su prima Dolores, que optaron por el coche para llegar al santuario desde Barcelona.
“Aviones hay muy pocos, los trenes van fatal y cuando llegas ¿qué haces? Hay muy malas combinaciones”, lamenta Dolores.
El culto a Fátima tiene su origen en 1917, cuando tres niños portugueses -Lucía, Jacinta y Francisco- dijeron ser testigos de varias apariciones de la Virgen.
Editado Web: Javier Agramunt