Mujeres desplazadas cocinan en una calle de Nordiré, en Níger. EFE/Issa Ousseini

La insoportable presión yihadista que echó a 10.000 nigerinos de sus hogares

Issa Ousseini |

Nordiré (Níger) (EFE).- En las últimas semanas, 10.800 personas han tenido que huir de sus casas de la región nigerina de Ouro-Gueladio, cercana a la capital Niamey y a la frontera con Burkina Faso, debido a la insostenible presión de los grupos yihadistas, que asesinan, amenazan, pegan y roban a los aldeanos.

El alcalde de la comuna rural de Ouro-Gueladio, Harouna Hama Ali, vive exiliado desde hace casi un año con su familia en Nordiré, una aldea de la margen oeste del río Níger desde la que se ve la ciudad de Niamey, construida en la orilla opuesta.

Este hombre en la cuarentena huyó de Ouro-Gueladio por temor a ser asesinado por los yihadistas, que en septiembre de 2022 dinamitaron las instalaciones del ayuntamiento y la radio local antes de secuestrar a tres funcionarios municipales.

“De los tres secuestrados, uno fue liberado recientemente y vive desde entonces en Niamey, pero no tenemos noticias de los otros dos”, dice a EFE el pasado sábado Ali, que tuvo la suerte de estar de viaje en Niamey cuando los yihadistas secuestraron a sus tres colaboradores.

Según el alcalde exiliado, la salida en masa de los habitantes de Ouro-Gueladio desde el pasado 4 de julio, tras un ultimátum de los terroristas a la población, es consecuencia de la presión ejercida en los últimos años por los grupos yihadistas (Al Qaeda y Estado Islámico) que operan en la llamada zona de las tres fronteras, donde convergen los límites de Burkina Faso, Mali y Níger.

“Al principio, los yihadistas venían a los pueblos solo para dirigir los rezos, luego empezaron a recolectar diezmos, secuestrar animales y castigar públicamente a los aldeanos que no aplicaban sus enseñanzas coránicas”, explica Ali, que califica de “inhumanos” los malos tratos físicos que infligían a los habitantes de la zona.

Con el tiempo, muchos hogares perdieron a todos sus animales, clave para la subsistencia de la población, apunta.

El alcalde de la comuna rural de Ouro-Gueladio, Harouna Hama Ali, vive exiliado desde hace casi un año con su familia en Nordiré, una aldea de la margen oeste del río Níger
El alcalde de la comuna rural de Ouro-Gueladio, Harouna Hama Ali, en su casa de Nordiré, una aldea de la margen oeste del río Níger .EFE/Issa Ousseini

Dos asesinatos y un ultimátum de 72 horas

Este calvario, sobre todo de los habitantes de las aldeas de Ouro-Gueladio de la margen oeste del río Goroubi, la más expuesta a los ataques y más cercana a Burkina Faso, llevó a las familias a acatar el ultimátum de 72 horas que les dieron los yihadistas el 4 de julio para abandonar la zona, tras asesinar a dos aldeanos.

Los afectados son 1.570 familias, o 10.884 personas, de cerca de una veintena de aldeas y caseríos, que dejaron sus casas para refugiarse en la capital del municipio de Ouro-Gueladio, en la localidad cercana de Torodi y en aldeas de la afueras de Niamey, según un informe de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) del 9 de julio.

Una treintena de esas familias recorrieron -algunas a pie- los alrededor de 50 kilómetros que separan sus aldeas de las afueras de Niamey, donde se alojan temporalmente en solares en construcción gracias a la solidaridad de la población local.

“Acojo a varias familias desplazadas, a unos diez hombres, quince mujeres y muchos niños, niñas y adolescentes. Las mujeres y los niños duermen dentro de mi casa y los hombres en la mezquita cercana”, explica a EFE Mory Rafan, un habitante de la zona.

Trabajadores humanitarios entrevistan a varios desplazados en la sede de la comisaría de Assamaka (Níger).
Trabajadores humanitarios entrevistan a varios desplazados en la sede de la comisaría de Assamaka (Níger). EFE/ Ibrahim Alkasoum

De pedir el “zakat” a llevarse el ganado

El septuagenario Garba Oumarou, que tiene dos esposas y varios hijos y está alojado en una parcela cercada en Nordiré, afirma que los terroristas le robaron “más de 80 cabezas de bueyes y pequeños rumiantes”.

“Cuando llegan a las aldeas, van sobre todo a las casas que tienen muchos animales para imponerles el ‘zakat’ (la limosna obligatoria, uno de los cinco pilares del Islam). Al principio, se contentaron con llevarse dos o tres cabezas, pero luego se llevaron a todo el rebaño”, dice Oumarou con voz temblorosa.

Pero la amargura que lo carcome viene, sobre todo, de la pérdida de uno de sus hijos mayores, quien, según cuenta, fue secuestrado y asesinado por hombres armados hace dos años.

Los yihadistas se llevan también las posesiones de las mujeres, como explica Maïmouna Hama, una viuda de 47 años que no posee ya nada aparte de un terreno de su difunto marido.

“Las pocas cabezas de bueyes y pequeños rumiantes que tenía y que eran mi principal fuente de ingresos se las llevaron los asaltantes. Sólo me queda el terreno, pero su explotación está comprometida en esta campaña tras nuestra salida forzada del pueblo”, dice con ojos de tristeza.

Hasta Ouro-Gueladio se trasladó el pasado 13 de julio el ministro del Interior nigerino, Hamadou Adamou Souley, para la distribución de 85 toneladas de alimentos, y prometió que el exilio de estas 10.000 personas será por poco tiempo gracias a las operaciones militares que se llevan a cabo en la zona.