Amadou Sanogo, fundador del Instituto As Salam, imparte un curso sobre la coexistencia pacífica entre religiones en el Instituto As Salam en Bobo-Dioulasso, Burkina Faso. EFE/ Tiga Cheick Sawadogo

La universidad de Burkina Faso que lucha contra el yihadismo

Tiga Cheick Sawadogo

Bobo-Dioulasso (Burkina Faso) (EFE).- Mientras Burkina Faso sufre regularmente atentados yihadistas desde 2015, en Bobo-Dioulasso, segunda ciudad de este país africano, una universidad franco-árabe privada lucha contra la radicalización que alimentan esos grupos terroristas.

Se llama Instituto As Salam, que significa “Paz” en árabe, y enseña ciencias islámicas, literatura moderna y traducción, entre otras materias, y su objetivo es contrarrestar la incitación al odio que puede emanar del terrorismo.

En el amplio patio del Instituto As Salam, el viento conocido en la región de África occidental como “harmattan” sopla y levanta una ligera nube de polvo, y frente a una mezquita recién construida se alza un gran edificio de dos plantas: son las aulas.

En una de ellas, Amadou Sanogo, fundador del instituto, imparte una clase sobre la coexistencia pacífica entre religiones. Los alumnos están atentos y participan en el debate.

Esta universidad privada existe desde hace casi cuatro años y, según Sanogo, fue una respuesta a una necesidad actual.
“La radicalización y el extremismo están en alza en Burkina y, de hecho, se señala con el dedo a quienes hablan árabe”, explica a EFE Sanogo.

“Por eso no queríamos que nuestros nuevos alumnos de bachillerato cayeran en manos desconocidas que pudieran radicalizarlos”, añade el fundador.

El fundador del Instituto As Salam, Amadou Sanogo en la biblioteca del centro, situado en Bobo-Dioulasso, en Burkina Faso. EFE/Tiga Cheick Sawadogo

Enseñar un islam tolerante

La institución ha abierto tres facultades de Literatura Moderna, Ciencias Islámicas y Traducción, donde ofrecen cursos de idiomas, estudios coránicos, historia de las religiones y literatura francesa y africana.

El fundador de esta universidad está convencido de que los estudiantes, una vez terminada su formación, serán buenos predicadores y buenos maestros que lleven el mensaje de la paz y contribuyan al desarrollo del país.

Antes de la creación del instituto, los estudiantes del bachillerato franco-árabe se veían obligados a ir a países árabes para continuar sus estudios y volvían con valores extranjeros que a menudo estaban en contradicción con las realidades de Burkina Faso.

El fundador afirma que son los alumnos que regresaron de estudiar en otros países quienes importaron el islam radical e intolerante.

“En Burkina Faso no tenemos suficientes institutos superiores en árabe y muchos jóvenes emigran a países árabes para continuar sus estudios. A menudo pueden volver con doctrinas diferentes de las nuestras”, cuenta este profesor.

“Queremos que los alumnos se queden en el lugar de su formación para que estén en sintonía consigo mismos y con su entorno. De este modo, pueden predicar sin aportar otras doctrinas que les metan en problemas”, agrega.

Fachada del Instituto As Salam en Bobo-Dioulasso, en Burkina Faso. EFE/Tiga Cheick Sawadogo

Un paraguas contra el adoctrinamiento

Aboubacar Konané es un marfileño matriculado en Ciencias Islámicas y que decidió inscribirse en esta universidad para reforzar sus conocimientos religiosos.

“Aquí aprendemos que quienes siembran el terror no son realmente musulmanes, sino impostores. Una vez terminada la formación, incluso en nuestra predicación, sabemos qué discursos pronunciar en dirección a la paz”, afirma a EFE Konané.

Abdramane Niamba se doctoró en Arabia Saudí. Enseña en el Instituto As Salam y considera que es la ignorancia la que fomenta el yihadismo.

“Creo que después de tres o cuatro años de formación, nuestros alumnos no se radicalizarán y serán buenos en el islam porque tenemos programas que pueden protegerlos bien”. asegura a EFE Niamba.

“Luchamos contra la radicalización de los niños y todos nuestros programas se basan en la tolerancia, en saber convivir”, agrega.
Otro de los profesores de As Salam, Oumar Dao, comenta a EFE que los jóvenes que van a la universidad están a salvo de la manipulación porque conocen mejor el islam y son más tolerantes.

“El islam radical vino de fuera. No vamos a señalar a ningún país, pero todo el mundo sabe que esta intolerancia en el islam no es una práctica africana”, asegura Dao.

Según los responsables del establecimiento académico, algunos alumnos que han abandonado la universidad han abierto escuelas franco-árabes por todo Burkina, donde perpetúan la tradición de un islam pacífico y abierto a otras religiones.

Lamentan, sin embargo, la falta de apoyo estatal a estas escuelas, que podría constituir una barrera contra el adoctrinamiento de jóvenes que se unen a grupos yihadistas sobre la base de una mala comprensión del islam.