Pamplona (EFE).- Los joaldunak de Ituren han correspondido este martes con su visita a Zubieta al desfile que ayer protagonizaron sus vecinos al acudir a su localidad. Se trata de una tradición centenaria que se enraiza en lo más puro del carnaval rural y de los conjuros para espantar a los malos espíritus y atraer bondades a las nuevas cosechas.
Cencerros y corneta
Ligado a la celebración del solsticio de invierno, el rito se ha encajado en el calendario católico en los días previos a la Cuaresma. Consiste en el paseo de la comitiva de joaldunak, ataviados con cencerros que hacen sonar rítmicamente dirigidos por el sonido de la corneta. Van abrigados con piel de oveja y tocados con un largo sombrero o “ttuntturro”.
Agitan con su mano un hisopo, y así avanzan hasta completar los tres kilómetros que separan ambas localidades. Lo hacen ante la expectación en los últimos años de numerosos visitantes y en un entorno natural que despoja la imagen de una referencia temporal.
El buen tiempo ha primado este año, tanto ayer en Ituren como este martes en Zubieta, que de nuevo se ha llenado de vecinos y numerosos curiosos ávidos de contemplar una de las estampas más peculiares que aún guarda el calendario.
A este rito le seguirán, ya en los días previos al miércoles de Ceniza que marca el primer día de Cuaresma, a mediados de febrero, los también muy conocidos carnavales en Lantz, con la captura y ejecución de Miel Otxin; y Alsasua con sus momotxorros.
Los caldereros en Pamplona, los zarratrakos en Otsagabia, el desfile de ‘Iñude eta artzaiak’ de Bera, los zaku-zahar de Lesaka, los mamuxarros de Unanu, los zipoteros de Tudela, los zarramusqueros de Cintruénigo, las esperadas carrozas en Doneztebe o Villafranca, y el carnaval rural de Olite, son otras de las expresiones conocidas de esta tradición en Navarra.