Pamplona (EFE).- El portero de Osasuna Aitor Fernández ha afirmado haber tenido siempre un “cariño especial” por su actual equipo, con el que está completando su primera campaña tras llegar desde el Levante el pasado verano.
“Se nota que es semana de competición. Estamos entrenando con un plus más y nos encontramos con muchísimas ganas de volver a la Liga”, ha indicado a EFE el meta rojillo a dos días de disputar un choque importante ante la Real Sociedad en Guipúzcoa tras casi dos meses de parón por el Mundial de Catar.
Sobre esta pequeña pretemporada, Fernández ha señalado que han incidido en los “pequeños errores” que se repetían hasta ahora para después potenciar y dar más valor a los “puntos fuertes” o “armas grandes” que el equipo intentará seguir explotando.
“Nunca firmo el empate”
Osasuna no vence en San Sebastián desde hace 17 años, dato que no preocupa al jugador guipuzcoano: “La Real juega muy bien al fútbol, se asocian muy bien y suele ser complicado quitarles el balón, pero llegamos bien, somos agresivos y tenemos confianza. A ver si somos capaces de poner la balanza a nuestro favor”.
“Nunca firmo el empate. A final de temporada puede que un empate valga, pero todavía no lo firmo y hay que ir a ganar”, ha asegurado sin tapujos un portero que parece haberse asentado en su puesto después de un inicio liguero en el que Sergio Herrera le ganó el pulso.
Nacido en Guipúzcoa y canterano del Athletic de Bilbao, Aitor espera recibir el apoyo de los suyos: “La familia espero que vaya conmigo y mis amigos también. Al final puede más la amistad que el sentimiento hacia un equipo, pero todavía hay alguno que me mete caña”.
“No hay que mirarse en ningún equipo. Osasuna tiene sus virtudes y sus defectos, igual que la Real, y cada uno debe marcar su camino, pero está claro que su gestión en los últimos años está siendo muy buena”, ha explicado el de Arrasate sobre la salud deportiva de los donostiarras, añadiendo que “cada uno debe mirarse en su espejo, que en cada casa es diferente”.
“Somos una gran familia”
Llegó a Pamplona en julio y, tras seis meses en la capital navarra, ya se siente como en casa: “Es una ciudad fácil de adaptarse y cómoda. Tiene todo a mano y mi mujer está encantada. Además, estar cerca de casa siempre te da un plus más. A nivel de equipo pienso que somos una gran familia, me acogieron muy bien”.
“Yo era feliz en Valencia. En este mundo las cosas extradeportivas las pasamos de largo y pensamos que somos máquinas. Mi padre falleció y pasé un tiempo jodido mentalmente y eso la gente no lo tiene en cuenta. Pasas a un segundo plano y rajan por rajar”, ha comentado sobre la muerte de su progenitor durante su paso por el Levante que le afectó emocionalmente, circunstancia a la que hizo frente con la ayuda de un psicólogo.
“Vienes a un club nuevo donde ya tienes energías renovadas y un trabajo psicológico completado de meses e incluso años. Vienes con otra fuerza y otra mentalidad para hacer mejor al resto”, ha continuado.
“Me quería subir en el barco” de Osasuna
Acerca de su actual club, Aitor destaca que siempre le ha gustado, algo que ayudó en su fichaje: “Conocía a Arrasate como persona y su forma de entrenar y esto fue un extra para dar un salto definitivo, aunque ya lo tenía claro”.
Acumula tres titularidades consecutivas, pero pone la vista atrás y valora su esfuerzo: “Sergio Herrera ha dado un rendimiento espectacular y sabíamos que iba a costar empezar a jugar. Hay que estar preparado para cuando te toque”.
“Osasuna, a nivel de estadio, de afición, de jugadores y como club, está haciendo un trabajo espectacular y me quería subir en el barco. Trabajando llegan las recompensas y he tenido suerte”, ha opinado sobre el momento que atraviesa la entidad que preside Luis Sabalza.
Los de Tajonar cayeron en su último duelo liguero ante el Barcelona, derrota que pasó factura más allá de los tres puntos: “Quizás nos entró ese miedo de ganar a un grande. Lo teníamos todo de cara. No sabes si ir a por ellos, si especular un poco… Aunque estén con un jugador menos, son superiores a la mitad de las plantillas de Primera”. “A día de hoy nos sigue escociendo”, ha añadido.
Ha rememorado una anécdota de la primera vez que actuó como local en El Sadar ante el Sevilla: “Estaba en el banquillo sentado junto a Roberto Torres. Le señalé las piernas. La piel de gallina se dejó ver y sentir. Había olvidado esa sensación de calor y cariño que te otorga la afición. Fue impresionante”.
