Una mujer embarazada. EFE/Zayra Mo

1 de cada 10 embarazadas sufre trastornos depresivos y 1 de cada 15 ansiedad

Vitoria, 28 feb (EFE).- Los trastornos mentales más frecuentes entre las mujeres embazadas son los depresivos, que afectan a una de cada diez mujeres en esta situación. Además, una de cada quince sufre ansiedad por preocupaciones centradas en la salud del bebé recién nacido.

Así lo explica la psiquiatra del Hospital Universitario Vall d’Hebron y experta en salud mental de la mujer Gemma Parramon, que participa en el XXXII Curso Nacional de Actualización en Psiquiatría de Vitoria que se inaugura este miércoles.

La experta alerta además de que estas dolencias -que afectan al conjunto de la población y sobre todo a las mujeres- “son dos de los mayores factores de riesgo para los trastornos mentales postparto”.

El embarazo se asocia con un mayor riesgo de sufrir trastornos mentales graves. Esto incluye tanto reagudizaciones de enfermedades preexistentes, como la aparición de nuevos trastornos.

A pesar de ello hay pocos estudios que orienten el tratamiento de estas mujeres, se lamenta Parramon.

Estos trastornos incluyen la depresión postparto de diversa gravedad, que es relativamente común; los trastornos de ansiedad, principalmente por preocuparse por la salud del bebé; y el estrés postraumático, que puede surgir tras un parto traumático o puede reflejar un trauma previo al embarazo.

Psicosis postparto, infrecuente pero grave

Hay otro trastorno “poco frecuente pero muy grave” que es la psicosis postparto. Esta aparece de “forma abrupta en el postparto inmediato (en un plazo de dos semanas) y requiere de una atención hospitalaria psiquiátrica urgente”, señala Parramon, que va a participar en el taller ‘El puerperio: la vulnerabilidad en una etapa clave de la mujer’.

La psicosis postparto se da en 1 de cada 1.000 partos. Sin embargo, por su gravedad y su evolución “imprevisible”, si no se trata supone un riesgo significativo para la madre (suicidio) y el bebé (infanticidio).

Otros trastornos que pueden empeorar o reaparecer después del parto están relacionados con la conducta alimentaria y con el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC).

Este último genera “mucho miedo y angustia” a la madre, que teme que su comportamiento pueda terminar en un daño al bebé. “Estos pensamientos no están asociados con un daño directo real y tienen un tratamiento bastante eficaz”, apunta Parramon.

Una enfermedad psiquiátrica durante el embarazo no tratada, señala la experta, “aumenta las consecuencias adversas tanto en la madre como en el bebé” tras el parto. De hecho, el suicidio materno es “la principal causa de mortalidad materna en el primer año postparto”.

Atención integral para la salud mental

En el caso del bebé se observan “más complicaciones obstétricas, como mayor riesgo de bajo peso al nacer, prematuridad, trastornos del vínculo y desnutrición durante el primer año de vida y en casos muy raros pero muy dramáticos, infanticidio”.

Ante las consecuencias que puede tener un trastorno mental perinatal no tratado, esta psiquiatra reclama una atención integral a la salud mental durante el embarazo. Esta debería incluir la promoción de la salud mental, la prevención y detección de síntomas y los recursos necesarios para una “intervención especializada, escalonada y adaptada a cada caso”.

La conferencia inaugural de este curso de Psiquiatría, que por segundo año se celebra de forma conjunta con el III Congreso Nacional de la Sociedad Española de Psiquiatría Clínica, tendrá lugar esta tarde de la mano del arquitecto Luis Fernández-Galiano que hablará de ‘La Ciudad Saludable’.

El también catedrático emérito de la Universidad Politécnica de Madrid defiende que “si las ciudades superan sus tres grandes desafíos, la congestión -con los problemas de tráfico y contaminación-, la seguridad y la salubridad, las ciudades son el mejor escenario” para vivir.

“La urbe densa, compacta y compleja ofrece inmejorables oportunidades de desarrollo personal y profesional, porque el mercado de trabajo lo es también de los afectos. Para ello, sin embargo, debe evitar tanto el hacinamiento como la dispersión, porque ambos extremos son fuente de trastornos económicos, ecológicos y sanitarios”, asegura.