Enrique Peña, patrón de la Guardamar Polimnia, durante la entrevista en el puerto de Arrecife. EFE/Adriel Perdomo

Enrique Peña, patrón de Salvamento: “Solo quien ha navegado se imagina lo peligrosa que es una patera”

José María Rodríguez |

Arrecife (Lanzarote) (EFE).- Con casi 78.000 inmigrantes llegados a Canarias y miles de vidas perdidas en el mar desde que se reactivó la Ruta Atlántica en septiembre de 2019, al patrón de uno de los barcos de Salvamento con más rescates le subleva que todavía a estas alturas haya quien se permita frivolizar sobre el peligro que corren aquellos que se exponen a las olas en una mísera patera.

“La ignorancia es muy atrevida. Solo las personas que conocen el mar, los mismos pescadores o navegantes que han atravesado el océano en condiciones extremas, se pueden hacer una ligera idea de lo que es estar en mitad del mar en una embarcación que no sabes si va a volcar”, asegura a EFE el capitán de la Guardamar Polimnia, Enrique Peña.

Como muchos de sus compañeros, Peña ha perdido ya la cuenta de las personas a las que ha salvado la vida, pero no oculta que el suyo es un trabajo que deja muescas, caras, miradas, escenas que no se le olvidarán nunca. “Yo soy un tío duro, no creas, pero más de una noche he acabado aquí, llorando”, confiesa.

“Aquí” es el puente de mando de la Polimnia, abarloada a su gemela la Guardamar Talía en el puerto de Arrecife (Lanzarote) a la espera que suene por radio un aviso de emergencia. Aún le quedan unos días para terminar su mes de guardia y dar el relevo a otros compañeros, así que es en el puente de la Polimnia donde este buzo reconvertido a capitán de barco explica cómo han vivido las tripulaciones de Salvamento estos cuatro años frenéticos en la Ruta Canaria.

 Enrique Peña, patrón de la Guardamar Polimnia, durante la entrevista en el puerto de Arrecife (Lanzarote)
Enrique Peña, patrón de la Guardamar Polimnia, durante la entrevista en el puerto de Arrecife (Lanzarote). EFE/Adriel Perdomo

La entrevista tiene lugar cuando la cifra de llegadas a Canarias roza las 15.000 en lo que va de 2023, antes de la tragedia ocurrida la noche del domingo en Lanzarote, que cobró otras siete vidas.

P.- Cómo están siendo estos meses de servicio en Canarias?
R.- Por fortuna, cuando empleas muchos medios para un problema, todo es directamente proporcional. Actualmente estamos en Canarias tres de las cuatro guardamares que tiene Salvamento, además de las salvamares (10 repartidas en siete islas). Cierto es que estos meses empiezan las calmas y hay un incremento migratorio. Todos los años suele pasar igual, solo que ahora también hay un repunte con cayucos en la zona sur que hacía tiempo que no lo veíamos.

Rescates que quedan grabados en la memoria

P.- De todos estos años, recuerda algún rescate en especial que, por sus circunstancias, se le quedara grabado.
R.- Recuerdo varios. En especial uno que sucedió cuando mi hija aún era pequeña, tendría unos dos años. Era una neumática que estaba rota, semihundida. Había gente en el agua y los logramos embarcar sin mayor dificultad, pero una de las mujeres no paraba de gritar. Buscaba su hija, que había desaparecido.

Encontramos el cuerpo flotando horas después. En aquella época teníamos marineros nuevos, que no se habían enfrentado nunca a coger un cadáver y era una bebé de unos dos años. La sacaron del agua con mucho cuidado y me la pasaron. Tenía los ojos entreabiertos. Su mirada se me quedó grabada. Nunca se me ha olvidado. Fue en Almería, con la (Guardamar) Calíope.

Enrique Peña, patrón de la Guardamar Polimnia
Enrique Peña, patrón de la Guardamar Polimnia. EFE/Adriel Perdomo

Los momentos más delicados de los rescates

P.- ¿Cuál es el momento más delicado del rescate?
R.- Cuando nos acercamos siempre se ponen nerviosos. Todo el mundo quiere salvarse lo antes posible y entra en modo supervivencia. Mi tripulación está muy bien entrenada. Deben mantenerles tranquilos y, a veces, tienen que actuar con firmeza, no con dureza, con firmeza. Y comprobar si hay niños, también es muy importante.

P.- ¿Le ha tocado vivir algún vuelco?
R.- Varias veces. Algunas embarcaciones tienen más estabilidad que otras. Las neumáticas, de las que se habla tanto, porque se rompen, son más estables a la hora del rescate. En cambio, las que llamamos pateras de madera cortas, esas tienen una estabilidad malísima. Como se vayan sus ocupante a un lado porque se quieren salvar todos a la vez, vuelcan.

Desesperación en el agua

P.- ¿Ha tenido la oportunidad de hablar con las personas a las que ha rescatado en las horas de navegación de regreso a tierra?
R.- Cuando estábamos en la zona de Arguineguín, siempre los rescates los hacíamos a partir de 150 millas (280 km) al sur. Siempre eran así y claro, cuando regresas con personas en cubierta, te encuentras con muchas situaciones, niños, gente que no viene bien, ni física ni psicológicamente. Hemos tenido casos de gente que se ha querido tirar al agua, literalmente. De cogerlos ‘in extremis’ y tener casi que atarlos.

P.- Alguna vez ha dado el paso de preguntar a alguno de ellos: ¿chico, qué haces aquí en mitad del mar?
R.- Mira, yo fui emigrante, me fui a Francia a buscar trabajo y una vida mejor. Puedo entenderlo, entiendo de dónde vienen. Hemos encontrado gente en todo tipo de situaciones, gente, por ejemplo, sin manos, procedentes de la guerra. Recuerdo en concreto a un chico que venía con las manos cortadas, pero venía feliz. Es curioso, ¿verdad? Venía feliz. Y eso te hace reflexionar.

Enrique Peña, patrón de Salvamento
Imagen de Enrique Peña, patrón de la Guardamar Polimnia, durante la entrevista en el puerto de Arrecife (Lanzarote). EFE/Adriel Perdomo

P.- Estuvo con la Polimnia en Arguineguín en otoño de 2020, con cinco rescates diarios ¿Cómo recuerda aquellos meses?
R.- ¿Cinco? En aquella época tuvimos hasta 13 rescates seguidos, sin dormir. Aquello fue un aluvión tremendo, imposible. Es de los periodos de más trabajo que yo recuerdo haber tenido en todos los años que llevo en Salvamento.

P.- Y luego volver a un muelle donde no había descanso, donde había más de 2.000 personas hacinadas…
R- Era apabullante, era más bien un gueto.

Las travesías en patera en la oscuridad del mar

P.- Ciertas personas sostienen que las travesías en patera son poco menos que viajes de capricho, que Salvamento no rescata a sus ocupantes, sino que hace un mero servicio de recogida y transbordo… ¿Como marinero, qué le diría a esa gente de lo que es estar dentro una barca como esas a 100 kilómetros de tierra?
R.- La ignorancia es muy atrevida. El mar a esa distancia se vuelve tenebroso. Esa es la palabra, hay una oscuridad tremenda, no hay contaminación lumínica. Si tienes suerte, hay estrellas. Pero si está la noche cerrada, es tremendo, el mar ruge… No, evidentemente no tienen idea de lo que vivimos nosotros a bordo y de lo que hemos visto. No tienen ni idea… cuando nos encontramos cadáveres dentro que esas mismas personas han sido incapaces de arrojar al mar, que sería lo más lógico, porque le fallan las fuerzas.


P.- ¿Cómo son los regresos a tierra con algún fallecido a bordo al lado de los que eran sus compañeros de travesía?
R.- Hace un par de años tuvimos una patera en la que venían tres o cuatro cadáveres. Uno era hermano de uno de los supervivientes.

Él se quedó hasta el último momento ayudando con delicadeza a sacar a su hermano. Mi tripulación intentó arroparlo como fuera. Ese tipo de cosas te marcan, ¿sabes? Te condicionan. Joseph Conrad, que fue capitán de marina mercante en el siglo XIX, decía que el barco en el que servimos es el símbolo moral de nuestra existencia. Eso se puede aplicar para todo, a tu manera de trabajar, a tu vida. Trabajar en un barco de Salvamento te condiciona siempre.