Cerezos bonsai

Santiago de Chile (EFE).- Chile, el primer exportador mundial de cerezas, ha desarrollado unos cerezos enanos para rentabilizar las cosechas, reducir la exposición al sol de los cosechadores y aumentar la productividad.

El árbol mide entre 3,5 y 4 metros de altura, lo cual obliga a los recolectores a usar escaleras, gozar de un envidiable estado físico y exponerse a altas temperaturas, ya que la cosecha se realiza en los meses de primavera y verano.

Por esta razón, un equipo de investigadores de la Facultad de Agronomía de la Universidad Católica de Chile ha desarrollado técnicas para reducir el tamaño del árbol del cerezo y disminuir así los costos de mano de obra y aumentar la productividad.

Los huertos en donde se reduce el tamaño de los cerezos están revolucionando la producción de esta fruta rica en azúcar.

“Para armar un huerto pedestre lo que se hacemos es guiar al árbol, sus ramas y su tronco para que lleguen a la forma y altura deseada”, explicó a Efe Marlene Ayala, la especialista en fisiología y producción de cerezos que lidera el equipo de investigadores.

Los cerezos tienen dos partes, la denominada portainjerto, que corresponden a las raíces y parte del tronco, y el injerto o variedad de donde se obtiene la fruta.

“Esta combinación es clave para darle forma al árbol. Por eso es tan importante saber elegir bien los injertos, para que sean compatibles con el suelo en donde está situado el huerto”, señala la científica.

Un sistema de formación y conducción para el desarrollo del cerezo permite controlar el vigor de la especie para obtener árboles de menor tamaño, más productivos y que inicien anticipadamente la producción.

Los investigadores distinguen diversos tipos de formación y conducción.

El UFO describe la plantación del cerezo con una inclinación de 45 grados, aunque del tronco emergen ramas erectas que van generando una muralla frutal.

El KGB, en tanto, produce árboles bajos con varias ramas que salen desde un punto de crecimiento central situado muy cerca del suelo.

Con este sistema “la fruta se produce en dardos, lo que permite al cosechero inclinar la rama para ponerla sobre su hombro y extraer las cerezas sin necesidad de usar escaleras”, explica el investigador Román Toro, de la Universidad Católica de Chile.

Los otros dos tipos son el TSA, que permite mayor densidad de unidades frutales y control de altura del árbol, y el V-Trellis, un sistema con dos ramas madres cargadoras de fruta y una inclinación de las ramas horizontales.

“De todos ellos, el que presenta un mejor rendimiento es el V-Trellis”, con el que las cerezas presentan un excelente calibre y la poda se puede hacer desde el suelo. El problema, la inversión para plantarlo es bastante costosa, reconoce Ayala, especialista de la Universidad Estatal de Michigan (EE.UU.).

Los expertos destacan que estas innovaciones en la plantación ayudan a que los cerezos sean más livianos, predomine la fruta por encima de la estructura del árbol y facilita la mecanización de la cosecha.

Chile, que es una potencia exportadora frutícola a nivel mundial gracias a sus condiciones geográficas y climatológicas, también ha sido beneficiada, en parte, por el cambio climático, que expandió la frontera frutícola.

“Un huerto de cerezos produce unos 35.000 dólares de utilidad por hectárea al año”, detalla Mauricio Opazo, administrador de la empresa Agrícola San Luis de Yaquil, emplazada a unos 200 kilómetros al sur de Santiago.

Este tipo de investigaciones “tienen un impacto económico importante” y además “resguardan” la seguridad de los trabajadores, subraya el intendente (gobernador) de la región de O’Higgins, Pablo Silva.

Con el sistema pedestre se cosecha además hasta un 30 % adicional de cerezas por hora, en comparación con el sistema de eje central tradicional, lo que hace que el “cerezo bonsái” fortalezca el liderazgo exportador de Chile de esta jugosa fruta. EFE