Alfredo Valenzuela |
Sevilla (EFE).- Entre las mujeres extranjeras que informaron de la Guerra Civil, además de periodistas, hubo aristócratas, fotógrafas, ensayistas, memorialistas, militantes idealistas e incluso una hija natural del rey de Portugal, hasta un total de 183 que ha documentado el profesor e investigador Bernardo Díaz Nosty.
Aunque la Guerra Civil española fue la más mediática de la historia hasta 1939, sólo había documentadas medio centenar de periodistas extranjeras que cubrieron el conflicto y, por ejemplo, Hugh Thomas, autor de “La Guerra Civil española”, solo cita en esa obra a una, la francesa Simone Téry, pese a que consideró la contienda como “la gran época del corresponsal extranjero”.
Este desconocimiento del testimonio informativo de tantas mujeres de 26 nacionalidades se debe a “una anomalía histórica”, según ha dicho a EFE Díaz Nosty, autor de “Periodistas extranjeras en la Guerra Civil” (Renacimiento), un estudio de casi un millar de páginas que incluye casi 700 fotografías -incluidos retratos de las 183 periodistas reseñadas- y casi quinientas referencias bibliográficas.
El drama de la guerra
Díaz Nosty, que ha rastreado más de una veintena de hemerotecas digitales de todo el mundo, ha asegurado que esa “anomalía” es fruto de un tradicional enfoque historiográfico centrado en la maquinaria de guerra, en las estrategias militares y en la movilidad de los frentes, mientras que las mujeres centraron su atención en el drama de la guerra y sus devastadores efectos en la población.

“Esa es la conclusión más interesante del estudio, que a diferencia de los grandes autores anglosajones, interesados en lo militar y en la trastienda política, el relato de las mujeres varía y se centra en los efectos de la guerra en los más vulnerables; se trata de un relato de una naturaleza pacifista y contraria a la guerra, también de sorpresa por la dimensión del drama que están viviendo”, ha explicado el investigador.
Estas mujeres, ha añadido Díaz Nosty, “entran en las morgues para ver los cadáveres y cuentan los efectos de los bombardeos sobre la población civil con idea de que los europeos imaginen lo terrible que podría ser una guerra generalizada, como en efecto sucedió en la Segunda Guerra Mundial”.
En las emisoras
La mayoría de ellas fueron, por este orden, británicas, estadounidenses, francesas, alemanas y rusas -19 de distintos países iberoamericanos-, muchas de sus crónicas se publicaron en grandes periódicos como “The New York Times” o “Le Figaro” y el 91 por ciento de ellas -163 de 183- informaron desde la zona republicana, “más permeable a la actividad de los periodistas que la ocupada por los sublevados”.
También atribuye Díaz Nosty esa diferencia a la actuación de las decenas de miles de voluntarios extranjeros integrados en la Brigadas Internacionales, lo que atrajo la curiosidad de los medios de comunicación de sus respectivos países y también propició que muchas de estas periodistas colaboraran con las emisoras nacionales, desde Madrid y Barcelona, en sus propios idiomas.
En la mayoría de los casos, cada perfil biográfico de estas periodistas se acompaña de algún fragmento de sus crónicas y en numerosas ocasiones se aluden a sus memorias, ya que, según Díaz Nosty, muchas quedaron marcadas por la experiencia, cautivadas por el pueblo y las costumbres españolas y siguieron escribiendo sobre el asunto una vez finalizada la guerra.
Mujeres célebres
Entre las biografías más curiosas, el investigador ha destacado la de la sueca Anna Elgstrom, socialdemócrata y feminista que se convirtió al catolicismo en España y fue de las pocas que logró entrevistar a Carmen Polo, la esposa de Franco, lo que le permitió observar de cerca al general: “Tenía una pobre estampa militar, porque es bastante pequeño, con una barriga pronunciada y las piernas cortas”.
Mujeres célebres como la fotógrafa alemana Gerda Taro, pareja del mítico Robert Capa; la filósofa francesa Simone Weil, que también actuó como miliciana; la escritora y pensadora anarquista Emma Goldman y la escritora y poeta Gamel Woolsey, pareja sentimental de Gerald Brenan, figuran en este estudio junto a una abrumadora mayoría de mujeres que hasta ahora habían pasado desapercibidas para la historiografía.
Entre ellas, perfiles tan inesperados como los de Hilda de Toledano, pseudónimo de María-Pía de Sajonia-Coburgo, hija de Carlos I de Portugal, y el de la francesa Edméé de la Rochefouclaud, conocida como “la duquesa sufragista” por su activismo por el voto femenino.
De hecho, Díaz Nosty, está seguro de que fueron más de 183 mujeres las que acudieron a España durante la Guerra Civil para informar a sus respectivas audiencias, y pone el ejemplo de la británica Maud Rogerson, de la que sólo se conserva una fotografía, tomada en un frente de guerra, en la que ella toma nota en un bloc de las respuestas que le da un miliciano que no deja de apuntar con su fusil hacia el horizonte, pero de la que no se ha podido documentar, salvo por esa imagen, su paso por España.