Vitoria (EFE).- Miles de vitorianos se dieron cita en el tradicional y emotivo Rosario de la Aurora.
A pesar de los ocho grados que marcaba el termómetro a las siete de la mañana.
También en la posterior misa en honor a su patrona la Virgen Blanca.
El madrugador Rosario del día grande de las fiestas congrega cada año a los vitorianos en silencio.
Solo roto por cánticos y oraciones, acompañando a la Virgen con el niño.
Un Rosario de la Aurora a ocho grados
La procesión, que comenzó a las siete con fresco, más bien frío, arrancó en la plaza de la Virgen Blanca y la calle Mateo Moraza.
Luego realizó su recorrido tradicional por el casco medieval, por la Plaza de Santa María, Correría, Siervas de Jesús y Diputación.

La Virgen Blanca sale en procesión durante el Rosario de la Aurora. EFE/L. Rico
El recorrido, de una hora, se celebró sin problemas, y numerosos vecinos de la ciudad y visitantes acompañaron la imagen de la Virgen Blanca.
La procesión finalizó con la tradicional misa desde la iglesia de San Miguel, presidida por el obispo Juan Carlos Elizalde.
Tras la eucaristía, las cuadrillas de “blusas” visitaron la hornacina de la patrona para realizar la tradicional ofrenda floral y bailar el aurresku de honor. EFE