Los tres psiquiatras que han presentado el curso. EFE/ADRIAN RUIZ HIERRO

Cualquier persona puede sufrir depresión y el 30 % no responde al tratamiento

Vitoria, 29 feb (EFE).- Cualquier persona puede sufrir una depresión, una enfermedad que “lleva al paciente a querer morir”, y un 30 % de estos enfermos no responden al tratamiento, alerta la psiquiatra del del Hospital de Basurto Arantza Madrazo.

Así lo ha afirmado en Vitoria durante la presentación del XXXII Curso Nacional de Actualización en Psiquiatría. Madrazo ha explicado que la depresión afecta al 4 % de la población de España y a 300 millones en todo el mundo. Esta prevalencia convierte a esta enfermedad en la primera causad de discapacidad.

Este trastorno va más allá de sentir una tristeza profunda. Acarrea también incapacidad de sentir placer en actividades cotidianas o de emocionarse junto a los seres queridos, así como irritabilidad, llanto, aislamiento social y pérdida de interés en general.

Es por tanto una enfermedad que empeora de manera muy severa la calidad de vida. De hecho “lleva al paciente a querer morir” algo que en otros tipos de dolencias no suele ocurrir hasta la fase más avanzada, ha apuntado Madrazo.

Aunque hay tratamientos “eficaces” -no solo fármacos, sino de carácter integral- un 30 % de las personas que sufren depresión no consiguen recuperarse sin que aún se sepa por qué. Es lo que se denominada depresión resistente al tratamiento.

Nuevos fármacos y ensayos

Hasta ahora los antidepresivos se centran en elevar el nivel de los neurotransmisores del cerebro. Pero se ha descubierto que el origen de la depresión es “mucho más complejo de lo que se pensaba”. Esto ya ha dado lugar a nuevas investigaciones y ensayos clínicos con fármacos que usan otros mecanismos de acción.

Madrazo ha citado la esketamina, primer fármaco aprobado para tratar la depresión resistente, que abre a estos pacientes “una ventana de esperanza”.

Además, ha añadido, hay en marcha investigaciones sobre biomarcadores para conocer qué pacientes serán resistentes a los medicamentos tradicionales. De esta manera se podrá afinar su tratamiento.

“Hay que invertir más en investigación aunque solo sea porque el gasto económico que provoca esta enfermedad es enorme. De manera que todo lo que gastemos en aliviar el sufrimiento de estos pacientes bienvenido será”, ha dicho esta psiquiatra.

En la misma rueda de prensa ha intervenido el jefe de sección en el Hospital Universitario Príncipe de Asturias, Guillermo Lahera. Este ha puesto en valor los beneficios que ha traído el “boom de la salud mental tras la pandemia”.

Entre ellos están la legitimización del sufrimiento psíquico, la reducción del estigma asociado a una enfermedad mental gracias a las revelaciones de actores, escritores y presentadores de televisión, y la inclusión de la salud mental en la agenda política.

“Psiquiatrización de los males de la vida”

De hecho, hace apenas unos meses el Gobierno Vasco aprobó su Estrategia de Salud, que refuerza la salud mental y se centra en los jóvenes y en los trastornos alimentarios.

Sin embargo, Lahera ha dicho que ese “boom” ha traído también efectos “adversos”. Ha citado “la excesiva ‘psiquiatrización’ de los malestares de la vida diaria, convirtiendo en depresión o ansiedad lo que constituye una parte insustituible de la vida humana”, ya que el sufrimiento es “una forma de madurar y crecer”.

Esto ha derivado además en una “demanda exagerada” de atención médica cuando no hay recursos públicos suficientes. Como consecuencia, ha dicho, engordan las listas de espera en los centros de salud mental.

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Edorta Elizagarate, Arantza Madrazo y Guillermo Lahera. EFE/ADRIAN RUIZ HIERRO

Hay “corrientes antipsiquiátricas”

Ante esta situación los psiquiatras abogan por “priorizar la atención a los pacientes más graves”, aquellos que tienen trastornos como la esquizofrenia, trastorno bipolar, depresión mayor, TOC y autismo.

Por su parte, el director del curso y jefe de Servicio de Psiquiatría de la Red de Salud Mental de Álava, Edorta Elizagarate, ha denunciado la existencia de “corrientes antipsiquiátricas” que acusan a estos especialistas de “ser meros prescriptores” de fármacos y de “dar antidepresivos a tutiplén”.

Sin embargo, ha defendido, para llegar a un diagnóstico estos profesionales hacen entrevistas clínicas, observaciones y pruebas psicométricas. A partir de ahí, se prescribe un tratamiento en el que la medicación no es la única herramienta.

No obstante, ha recordado que los fármacos son necesarios, mejoran la calidad de vida del paciente y han contribuido por ejemplo a rebajar las tasas de suicidios relacionados con la depresión.