Hace 40 años, el 15 de diciembre de 1982, la verja de Gibraltar se abrió y puso fin a los trece años más tristes y crueles de su historia, los que estuvo cerrada. EFE/A.Carrasco Ragel.

Gibraltar y sus vecinos, en espera del acuerdo sobre su relación post-Brexit

Isabel Laguna I Algeciras (Cádiz), (EFE).- El reciente acuerdo sobre Irlanda del Norte, el principal escollo en la relación post-Brexit entre la UE y el Reino Unido, pone ahora el foco sobre las negociaciones para el encaje de Gibraltar, que, tres años después, continúan sin llegar a puerto.

La discreción y el secretismo con los que se rodean estas negociaciones no hace más que acrecentar la incertidumbre en la que, sobre todo, viven los más de 32.000 gibraltareños, los más de 270.000 vecinos del Campo de Gibraltar, los 15.000 trabajadores transfronterizos que cada día atraviesan la Verja y el enjambre de empresas que interactúan a ambos lados de la pequeña aduana.

La futura relación entre la UE y el Peñón no está incluida en el acuerdo comercial que Londres y Bruselas alcanzaron en la Nochebuena de 2020, por lo que se necesita un convenio separado que requiere el visto bueno de España.

“Todo el mundo juega con sus cartas tapadas”, explica a EFE George Dyke, representante de la Cámara de Comercio de Gibraltar y presidente de turno del Grupo Transfronterizo, que une a empresarios y sindicatos de ambos lados y que viven pendientes de este acuerdo.

El “Acuerdo de Nochevieja”

Dyke, como Ángel Serrano, secretario comarcal de UGT y vicepresidente del grupo, y otros muchos en la zona creen que el sólo hecho de que los contactos y las negociaciones continúen es síntoma de que el acuerdo aún es posible.

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Frontera entre España y Gibraltar. EFE/A.Carrasco Ragel.

Incluso ven con optimismo el secretismo con el que se llevan las negociaciones, sin que trasciendan los detalles de donde están las trabas para que se materialice el “Acuerdo de Nochevieja”, que se alcanzó el 31 de diciembre de 2020, un día antes de finalizara el periodo transitorio de la retirada de Reino Unido de la UE.

Entre tanto secretismo, cada declaración política se analiza en busca de pistas sobre el estado de la negociación que marcará el futuro de las relaciones.

El pasado lunes, el día en el que se llegó a un acuerdo sobre Irlanda del Norte, el ministro español de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, dijo “creo que estamos muy cerca del acuerdo”.

Unos días antes el embajador de Reino Unido en España, Hugh Elliott, decía que aunque se han hecho “muchos progresos” en la negociación, todavía “quedan temas espinosos” sobre la mesa.

El 14 de diciembre el ministro de Reino Unido, James Cleverly, viajó a Madrid para reunirse con Albares, pero, tras el encuentro, sólo hicieron públicas sus buenas intenciones de avanzar “lo más rápido posible” para alcanzar el acuerdo.

Diálogo fluido para sortear escollos

Albares recordó que España y la UE han presentado una “propuesta global” que supone la desaparición de la Verja de Gibraltar, el uso conjunto del aeropuerto, medidas en favor de los trabajadores transfronterizos y la equiparación de las pensiones de españoles que han trabajado en el Peñón, entre otras.

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Vehículos y personas a pie entran por el puesto fronterizo gibraltareño desde la localidad gaditana de La Línea de la Concepción. EFE/A.Carrasco Ragel/Archivo.

En esa comparecencia el ministro británico respondió que “si la propuesta fuera aceptable ya la habríamos aceptado, pero tenemos que perfilar la propuesta porque hay algunos flecos y diferencias” e invitó a mantener “un diálogo fluido” para “ver cómo sortear estos escollos”.

Uno de esos escollos es quien realizará los controles fronterizos. En el acuerdo de Nochevieja se optó por que Gibraltar, tras el Brexit, se integre en el espacio de Schengen (al que el Reino Unido no pertenece) bajo el paraguas de España, que sí pertenece.

Ello permitiría eliminar la Verja y que los controles fronterizos de entrada al espacio Schengen estuvieran en el puerto y el aeropuerto de Gibraltar. España cree que ese control lo deben realizar las Fuerzas de Seguridad españolas, con el apoyo inicial de Frontex, algo que a Gibraltar le cuesta aceptar.

Sea como fuera aún no se han solventado las “comas” del acuerdo sobre Gibraltar que, según dijo ya en noviembre el secretario de Estado para la Unión Europea, Pascual Ignacio Navarro Ríos, faltaban para la firma.

Una incertidumbre brutal por la espera

El ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo, también ha dejado sitio para el optimismo en sus últimas declaraciones públicas al respecto: “Miles de reuniones, llamadas y sesiones informativas después, podemos estar a punto de lograr un tratado que nos dé la oportunidad de dejar atrás el Brexit”.

En Gibraltar, donde un 96 % de la población votó en contra de la separación de Reino Unido de la UE, y en el Campo de Gibraltar, creen que sería “increíble” que los políticos fueran incapaces de materializar el “preacuerdo” de Nochevieja y que en la que se considera la frontera más pequeña del mundo se consumara un “Brexit duro” que haría “mucho daño en las dos zonas”, asegura el presidente del Grupo Transfronterizo.

En la zona miran con recelo cómo puede influir que este año vaya a haber procesos electorales tanto en Gibraltar como en España. “Eso va incrementando la ansiedad y el estrés con que esperamos este acuerdo”, añade.

“El nivel de incertidumbre de esta espera genera es brutal. Cuanto más tiempo pasa, más incertidumbre y mas pábulo a bulos que no tienen ni pies de cabeza.

Estamos muy preocupados porque un no acuerdo sería un autentico drama para el Campo de Gibraltar”, una área en la que una cuarta parte de su PIB depende de las relaciones con la colonia británica, según un estudio con datos de 2013, y de la que proceden gran parte de los más de 10.000 trabajadores transfronterizos de Gibraltar, subraya Manolo Triano, secretario comarcal de CCOO. EFE