El festival de Cine Africano de Tarifa y Tánger (FCAT) inaugura su 20 edición, en la que ofrecerá 60 películas. La imagen es un fotograma de una de ellas, "El cementerio del cine", de Thierno Souleymane Diallo. EFE/FCAT

El FCAT, 20 años explorando el cine de África

Isabel Laguna I Tarifa (Cádiz), (EFE).- El Festival de Cine Africano de Tarifa y Tánger (FCAT) celebra su 20 edición, una nueva ocasión en la que, a través de las 60 películas que proyectará y de un sin fin de actividades, se convertirá en una gran ventana hacia África, el aún desconocido continente negro.

El FCAT nació hace veinte años, cuando Tarifa llevaba ya unos años recibiendo a miles de africanos que se tiraban al mar del Estrecho de Gibraltar para alcanzar la costa española.

Mané Cisneros, su fundadora, acaba también de llegar a Tarifa, después de residir varios años en países como México, y se sorprendía de cómo estas “riadas de gente” de África llegaban a un país que “no sabía nada de ellos”, cuenta en una entrevista con EFE.

“Eran gentes que venían para quedarse. Nosotros tendríamos que ser buenos anfitriones y saber algo de ellos”, recuerda.
Fue entonces cuando pensó que el cine podía ser “un herramienta” perfecta para emprender este diálogo. Y que Tarifa, la punta más cercana al continente africano, era el escenario ideal para este encuentro.

El FCAT, algo puntual

Mané Cisneros ya había sentido el poder del cine de la mano de su tío, José Luis Ruiz, fundador del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva. Allí conoció a quien considera su “tutor”, Luis Buñuel.

Así fue como se le ocurrió ir al Ayuntamiento de Tarifa a proponer celebrar una muestra de cine africano, pensando que sería “algo puntual”.

“Cuando acabó aquella primera muestra, el propio público preguntaba si al año siguiente la muestra sería en las mismas fechas. Me di cuenta que me había metido en un lío muy grande”.

Tan grande que Mané Cisneros lleva veinte años dirigiendo esta muestra, que ahora tiene una pata en Europa, en Tarifa. Y otra en África, en Tánger (además de desplegar sus actividades en Ceuta o El Puerto de Santa María).

El FCAT se inaugura en ambas patas, con la proyección, casi de forma simultánea, de la película tunecina “Entre las higueras” dirigida por Erige Sehir. Y que refleja cómo durante la recolección de higos mujeres y hombres jóvenes despliegan emociones, sueños y esperanzas. La “Alcarrás española”, dicen.

Es una de las diez películas que compiten en la sección “Hipermetropía”, de largometrajes de ficción o documentales. Junto a otros títulos como “El cementerio del cine”, un estreno en España del trabajo que ha hecho Thierno Souleymane Diallo recorriendo con su cámara de vídeo Guinea para indagar en cómo fue producida en 1953 “Mouramani”, dirigida por Mamadou Touréy considerada la primera película realizada por un cineasta negro francófono.

Cine marcado por los jóvenes

En concurso también se proyectarán los diez cortos que participan en la sección “En Breve”.

En la programación de su 20 edición destaca la retrospectiva titulada “Es al final de la vieja cuerda que se teje la nueva”, que ofrecerá 24 títulos seleccionados por críticos y cineastas africanos. Que reflejan el pasado y el futuro del cine del continente negro y sus diásporas.

El FCAT ha sido testigo de 20 años de evolución de una cinematografía tan diversa y amplia como el propio continente y que comparte las pocas posibilidades que todas han tenido para llevar sus historias a los cines occidentales.

“En estos 20 años hemos vivido un cambio generacional. Los padres fundadores de los cines africanos han fallecido y ha habido un segundo cambio muy importante, la llegada de lo digital que ha abarato costes y ha permitido a los jóvenes entrar en el cine, también a las mujeres, que en las películas estaban pluriempleadas, como sastres, modistas, actrices, pero a cuentagotas habían cogido hasta hace poco la cámara para hacer una ficción”, explicá Cisneros.

El cine actual africano está “muy marcado por los jóvenes, que quieren contar el mundo desde una visión personal, individual.

Siguen preocupando en el fondo los mismos temas de siempre, pero ahora África está más abierta al resto del planeta. Los móviles hacen un papel fundamental para romper ese aislamiento en el que vivía África. Y hay una diáspora muy grande que interacciona y lleva imágenes y costumbres nuevas. Es un cine con lecturas cada vez más globales, sin renunciar a sus propia identidad”, apunta.

Contenedor de la cultura africana

Más allá del cine, el FCAT se convierte hasta el 7 de mayo en “un gran contenedor de la cultura africana”. Con espacio para la fotografía, la literatura, las artes plásticas, la formación de profesionales y para los más jóvenes.

“Todos los años nos preguntamos cómo podemos hacer tanto con un presupuesto ínfimo, el mismo que tenía en su segunda edición, en 2005. Da idea de lo mucho que podíamos hacer, lo mucho que podríamos descubrir y de lo poco capaces que somos en este país de valorar un festival único”. EFE